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    Se respiraba a Resu por todos los rincones de Viveiro. Los carteles a la entrada del pueblo, los Dropkick Murphys sonando en los altavoces repartidos por todo el casco antiguo, los taxis saturados desde medio día, la camiseta en apoyo al festival de la farmaceutica o del señor que te servía una caña… Todos anunciaban que la 13 edición del festival ya estaba en marcha y que prometía ser inolvidable. ¿Queréis saber si así fue? Vamos a ello.                                                                                                                                                 JUEVES El sol calentaba de lo lindo cuando nos acercábamos al recinto. Como en ediciones anteriores la recogida de las pulseras y el acceso al interior no nos llevó más de diez o quince minutos, tiempo record si tenemos en cuenta los follones acontecidos en otros festivales ese mismo fin de semana. Las instalaciones del interior, muy similares a las del pasado año, incluían como principal novedad el punto lila. Imprescindible en los tiempos que corren, sirve como lugar de denuncia en caso de agresión machista. Colocados al lado izquierdo del Main stage, casi tocando la valla, daba comienzo el concierto de Overkill. Pioneros del thrash metal y con casi cuarenta años de carrera a sus espaldas, siguen siendo una apuesta segura. Como única pega, el exceso de graves (insoportable para unos cuantos que prefirieron irse) que afortunadamente se solventó en el cuarto tema. Mención especial merece el vocalista Bobby Ellsworth, que se mantiene en plena forma (en el más amplio sentido de la palabra) y la virtuosa guitarra solista de Dave Linsk. Resultó llamativa la forma que tenía Ellsworth de desaparecer del escenario cada vez que Linsk interpretaba uno de sus solos para no robarle protagonismo, beber unos sorbos de agua, “vapear” o simplemente descansar. Seguidamente, después de esperar su entrada de la misma manera que un corredor espera el disparo al aire en la línea de salida, corría para llegar justo a tiempo al micro. Por parte del público la respuesta fue espectacular: chavalería ovacionando entre tema y tema al grito de “¡Overkill, Overkill!” con multitud de “cuernos” en alto, coros constantes a himnos del grupo tales como "RottenTo The Core", "In Union We Stand" o "Elimination"… Muy grandes.[[{"fid":"211018","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Overkill","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Overkill","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Overkill","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Unos minutos después y sin movernos del Main Stage, salieron a escena Anti-Flag. Festivos a más no poder, consiguieron hacernos bailar y saltar con su punk rock desde la primera canción, demostrando una capacidad increíble para conectar con el público. Con las voces repartidas entre guitarra y bajista, destacó la interpretación de este último que disfrutó del show de una manera realmente contagiosa.[[{"fid":"211019","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Anti-Flag","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Anti-Flag","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Anti-Flag","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] El solape con Rolo Tomassi me hizo abandonar el concierto antes de que finalizara. Así que en una carrera atravesé el festival de punta a punta para llegar al Desert Stage. Inaugurado la pasada edición, este escenario es uno de mis favoritos. Muy pequeño (como el que te puedes encontrar en una sala), alberga sonidos novedosos y permite ver los conciertos de una manera mucho más cómoda e íntima. El show de los británicos supuso para el que escribe una de las sorpresas de la jornada. Imprescindible su carismática vocalista Eva Spence y muy atractiva la propuesta musical del grupo, que va desde el post hardcore/metal al rock progresivo. Me gustaron mucho “Rituals” y “Funereal” con Eva desgañitándose en las voces, y “A Flood Of Light”, mucho más melódica y orientada al post metal. El otro hermano Spence, James, también asumió parte del protagonismo en escena compartiendo en ocasiones la parte vocal con su hermana, así como todo lo referente a los teclados y sintetizadores. No puedo dejar de mencionar lo mucho que me gustó la forma que tiene Eva de interpretar las canciones con voz dulce, gráciles contoneos y bailes en las partes más lentas y voces desquiciadas, con movimientos al más puro estilo hardcore, en las más agresivas. De lo mejor del festival.[[{"fid":"211020","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Rolo Tomassi","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"2":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Rolo Tomassi","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Rolo Tomassi","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"2"}}]] Largo tiempo se lleva reclamando la presencia de Corey Taylor en el Resu. De momento no ha podido ser con Slipknot, pero al menos los fans del venerado vocalista norteamericano han podido desquitarse con Stone Sour. Con un despliegue visual y pirotécnico importante, la banda se despedía de su gira europea en Viveiro con un show técnicamente impecable: sonido impoluto, muy buenos músicos y un frontman al que se le notan las tablas. Para mi gusto diría que son excesivamente melódicos e inofensivos. Aún así, temas como “Absolute Zero”, “Tired” o “RU486” desataron pasiones, emociones (e incluso lágrimas) entre alguna que otra fan. Nuestra primera vez en el Ritual Stage resultó ser todo un éxito. The Baboon Show supieron meterse al público en el bolsillo desde la primera canción con una actitud punk setentera desbordante. Sobre todo su vocalista Cecilia Boström que, enfundada en unas mallas de tirantes con los pezones tapados por sendas cruces de cinta adhesiva, parecía una explosiva mezcla entre David Bowie, Iggy Pop y Cherie Currie. “Radio Rebelde”, “Me, Myself and I” y “Tonight” sonaron atronadoras en boca de Boström, que no paró en ningún momento de correr por el escenario y de acercarse a cantar con las primeras filas. De vuelta al Main Stage tocaba degustar el plato fuerte del jueves: Ghost. Ataviado con un chaqué y una máscara de señor con bigote (sigo prefiriendo la indumentaria del Papa con la túnica y la mitra) Tobias Forge presentaba a Viveiro al Cardinal Copia, su nuevo alter ego. La escenografía usada para la ocasión era impresionante, con un telón de fondo que simulaba tres vidrieras y un escenario con dos alturas. Me gustó mucho “Rats”, primer single de su nuevo disco, pero he de reconocer que fueron sus temas más clásicos los que me hicieron cantar a grito pelado: “Ritual”, “From The Pinacle To The Pit”, “Cirice” (qué temazo, oiga), “Year Zero” (saliendo llamaradas al mismo tiempo que gritábamos Hail Satan), la maravillosa “He Is”, “Mummy Dust”, “Square Hammer” (que es ya un himno y puso patas arriba el festival) y “Monstrance Clock” (con miles de almas cantando aquello de come together, together as one, come together for Lucifer son) que sirvió como bis y cierre del concierto. Ghost han llegado para quedarse, amig@s.[[{"fid":"211021","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Ghost","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Ghost","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Ghost","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Y qué mejor forma de dar por concluida la jornada que con At The Gates en el Ritual Stage y ese death metal melódico con denominación de origen del que ya he hablado en anteriores ocasiones. Con su nuevo disco, “To Drink From The Night Itself”, recién salido del horno, los suecos gozaron de uno de los mejores sonidos que pude escuchar en el festival. Entre mis temas favoritos la ya clásica “Blinded By Fear” y el temazo que da nombre a su último trabajo. ¿La pega? Que el cansancio, ya considerable a esas horas, no me dejó disfrutar del concierto tanto como hubiese deseado.                                                                                                                                                 VIERNES El viernes llegamos al recinto un poco antes del comienzo de la actuación de Megadeth (que se había adelantado por temas de organización), uno de los grandes atractivos de la jornada. Después de cuatro años la banda californiana volvía al Resu con nuevo guitarrista, nuevo batería y un Mustaine en horas bajas. A pesar de la mala fama que arrastra el carácter del músico, éste se mostró afable con el público: nos informó de que el de Viveiro era el último concierto de la gira, que estaba encantado de estar de vuelta y varias veces se interesó por saber si lo estábamos pasando bien. El problema estuvo en las dificultades que el vocalista tuvo para cantar la mayor parte del repertorio, siendo Kiko Loureiro lo más destacable del show, salvando el concierto con su vitalidad en el escenario y su buen hacer a las seis cuerdas. A pesar de todo, siempre es un regalo poder disfrutar de himnos como “Take No Prisoners”, “Peace Sells”, “Symphony Of Destruction” o “Holy Wars… The Punishment Due” en directo.[[{"fid":"211022","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Megadeth","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"2":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Megadeth","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Megadeth","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"2"}}]] Lo que hicieron Suffocation en el Ritual Stage fue harina de otro costal. Absolutamente arrolladores y con un sonido casi perfecto (los solos de Terrance Hobbs no siempre se escuchaban todo lo bien que debieran) consiguieron dejar atrás el regustillo amargo del show de Megadeth con las primeras notas de “Thrones Of Blood”. Resulta difícil decir si temas nuevos, como “Clarity Through Deprivation” o “Return To The Abyss” tuvieron más éxito entre el público que clásicos como “Effigy Of The Forgotten”, porque la pasión puesta en los pits fue siempre tremenda. Mención especial merece la aportación tan especial que da la tremenda presencia del bajo de Derek Boyer a la música del grupo en los directos. Death metal del bueno.[[{"fid":"211029","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Suffocation","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Suffocation","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Suffocation","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] El primer solape doloroso del día tuvo lugar entre Leprous y Monolord. A los primeros ya los había visto anteriormente, así que decidí decantarme por el sonido oscuro del doom/stoner de los suecos. Y sí, oscuro es el adjetivo más apropiado para la música de este trío procedente de Gotemburg, que principalmente basó su setlist en “Rust”, su último trabajo de estudio. El juego de luces y la cadencia de los riffs lentos y pesados (cuanto bien ha hecho Black Sabbath a la música) de temas como “Where Death Meets The Sea” o "Forgotten Lands" conseguían atraparte en una atmósfera de la que no querías salir. Sirva esta actuación como aperitivo de la gira que los traerá de nuevo a la piel de toro a finales de año junto con Kadavar. Apuntadlo en vuestra agenda.[[{"fid":"211030","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Monolord","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"2":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Monolord","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Monolord","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"2"}}]] Los prejuicios que tenía sobre Scorpions (seguro que tocan todas las lentas, ya están mayores, a saber cómo tiene la voz el septagenario de Klaus Meine…) se diluyeron al poco de empezar el concierto. Con un espectáculo tremendo de luces y un público de edad superior a lo habitual en el Resurrection arrancaba entre vítores “Going Out With A Bang”. Le siguieron los clásicos “Make It Real”, con una bandera de España en la enorme pantalla que tenían de fondo, y un medley con "Top of the Bill", "Steamrock Fever", "Speedy’s Coming" y "Catch Your Train". Con “Send Me An Angel” y “Winds Of Change” comenzó la parte del show más celebrada por el público. Muy bueno el alto en el camino que hicieron para interpretar, a modo de homenaje a Lemmy, el “Overkill” de Motörhead. Éste sirvió también como introducción al solo de batería de Mickey Dee (ex de Motörhead) que lo elevó (literalmente) a los cielos. Finalizaron con los clásicos “Blackout” y “Big City Nights”, para volver en los bises con las archiconocidas “Still Loving You” y “Rock You Like A Hurricane”, que pusieron punto y final a un conciertazo para mí totalmente inesperado. El segundo solape que me dio que pensar fue el de Crowbar y Paradise Lost. Al igual que en el anterior, dejé que las dos veces que he visto a los de Kirk Windstein dieran ventaja a la mítica banda de Halifax, así que nos cambiamos del Main al Ritual Stage justo cuando empezaba el concierto.[[{"fid":"211031","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Paradise Lost","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"3":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Paradise Lost","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Paradise Lost","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"3"}}]] Envueltos en una casi permanente luz rojiza, Paradise Lost repasaron gran parte de su carrera haciendo, tal vez, un poco más de hincapié en “Medusa”, su último disco, con temas como “Blood And Chaos”, “From The Gallows” o “The Longest Winter”, que fue una de mis favoritas de todo el show. Viajando un poco más atrás en el tiempo quisieron recuperar la pegadiza “Mouth”, que Nick Holmes cantó una gran melodía vocal y que sigue sonando tremendamente actual. De entre los temas más clásicos me gustaron sobretodo “Shadowkings”, perteneciente a “Draconian Times”, disco polémico en su día por suponer el salto de la banda a un estilo más accesible y “As I Die”, que Holmes cantó de forma más melódica de lo habitual. Quisimos despedir la jornada en un Desert Stage repleto con God Is An Astronaut. Sentado en la hierba y en un ambiente mucho más relajado, no me costó meterme de lleno en la música de los irlandeses. Máximos representantes del post rock europeo, presentaron su recién estrenado “Epitaph”, tocándolo prácticamente íntegro y siendo “Mortal Coil” mi favorita de entre todos ellas. Si nos referimos a sus canciones más clásicas, me quedo con la languidez y sensibilidad de “Frozen Twilight” y “Fragile”, que iban perfectas con mi estado de ánimo a esas horas de la madrugada.                                                                                                                                                  SÁBADO Qué mejor forma de empezar el sábado que con Frank “Terremoto” Carter & The Rattlesnakes. Ampliamente conocido por haber sido vocalista de Gallows, la andadura en solitario de Carter no está exenta de éxito. Con dos discos editados en tan solo tres años, la banda es conocida por saber llevar su hardcore/punk al directo de una manera soberbia. Gran parte de la culpa es de su líder y vocalista, que en su primera visita al Resurrection dejó a todos los asistentes con la boca abierta por su desbordante carisma y su capacidad de hacer que los espectadores sean también protagonistas del show. En esta ocasión la banda actuó en el Main Stage, algo que, paradójicamente, creo que les perjudicó. Teniendo en cuenta que Carter siempre busca el contacto con el público, un escenario más pequeño le habría facilitado las cosas y a la vez habría hecho más vistoso el concierto. No me entendáis mal. El show fue un fiestón absoluto: el tipo organizó el circle pit más grande de la historia, el crowd surfing no cesó en todo el concierto… pero insisto en lo dicho antes.[[{"fid":"211032","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Frank Carter & The Rattlesnakes","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"4":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Frank Carter & The Rattlesnakes","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Frank Carter & The Rattlesnakes","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"4"}}]] Centrándonos en el concierto, Carter no quiso esperar y ya con “Juggernaut”, el primer tema, se acercó a las primeras filas para adentrarse de pie entre el público. Otra de las partes más destacables fue cuando quiso dedicar “Wild Flowers” a las mujeres allí congregadas, a la vez que pedía respeto para todas ellas. También los Resukids (el extraordinario servicio de guardería del festival) fueron partícipes de espectáculo y, entre aplausos y vítores, disfrutaron de unos minutos sobre el escenario. El concierto terminó con “I Hate You”, que fue dedicada a la persona que cada uno más odiara y que acabó con todo el respetable coreando su traducción al castellano. Osea, “te odio”. Igorrr es un proyecto personal del artista francés Gautier Serre. Su propuesta musical es de lo más extravagante: black metal, música electrónica, voces operísticas… extraña combinación que llevada al directo podría resultar interesante. Nada más lejos de la realidad. Serre se presentó en el escenario caracterizado como una especie de macho cabrío satánico totalmente ridículo. Una soprano (muy capaz, eso sí), un tipo a la batería y un Dj completaban su acompañamiento musical. Iban pasando los temas, a cual más delirante, y cuando pensaba que el esperpento no podía ser mayor, al black metal/electrónico/sinfónico de los franceses se le unieron bases de tango (!) que el macho cabrío acompañó de un largo headbanging.[[{"fid":"211033","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Igorrr","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Igorrr","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Igorrr","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Antes de que me explotara la cabeza decidí volver al Main Stage y coger un buen sitio para Prophets Of Rage, la superbanda formada por miembros de Rage Against The Machine, Public Enemy y Cypress Hill. El combo de músicos encaja a la perfección y ya desde “Prophets Of Rage”, tema que da nombre al grupo, no pude dejar de saltar y cantar. Chuck D y B Real funcionaban muy bien a las voces, pero cuando llegaron “Testify”, “Guerrilla Radio”, “Bullet In The Head”, “Bulls On Parade”... resultó inevitable echar en falta la presencia escénica, el carisma y la voz de Zack de la Rocha. Como no podía ser de otra manera, el presidente estadounidense también tuvo su momento de gloria cuando B Real nos invitó a mandar a Donald Trump a “la chingada” en el inicio de “Hail To The Chief”. Tremendos los “duelos” entre la guitarra de Tom Morello (qué grande es este hombre) y los samplers de Dj Lord, al más puro estilo Lord/Blackmore. Y fantásticos también los covers de Public Enemy, con “Insane In The Brain” o “Bring The Noise”, y Cypress Hill con “How I Could Just Kill a Man” y todo el Main Stage cantando, con la mano en alto, a ritmo de rap. Aunque la catarsis llegó con la inevitable “Killing In The Name”, que Frank Carter subió a cantar con el grupo, para acabar lanzándose a las primeras filas.[[{"fid":"211034","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Prophets Of Rage","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"2":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Prophets Of Rage","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Prophets Of Rage","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"2"}}]] Harakiri For The Sky resultaron ser otra de las sorpresas del festival. Procedentes de tierras austriacas practican un post black metal (últimamente todo lo que lleva el prefijo “post” me sabe a gloria) que combina a la perfección deliciosos riffs y melodías casi góticas con la brutalidad de las voces guturales y los blast beats. Debido a su larga duración (ocho minutos de media), cada tema es un mundo de tonalidades sonoras, dando lugar en ese espacio de tiempo a multitud de cambios en la estructura de la canción. Me encanta también la capacidad que tienen para crear esas atmósferas absorbentes que inducen a cerrar los ojos y seguir con la cabeza el ritmo de la música. Si tenéis la oportunidad de verlos en directo no os los perdáis. Hacía ocho años que no veía a Kiss en directo y tenía cierto temor por la voz de Paul Stanley. Ya en aquella época le fallaba de manera importante, así que no sería extraño que la cosa hubiera ido a peor. Con este pensamiento en la cabeza se empezaba a escuchar aquello de “you want the best, you got the best...”. Acto seguido cayó el enorme telón que tapaba el escenario para ver bajar a la banda, entre explosiones, en una plataforma. Arrancaron con “Deuce” (clásico entre clásicos) y un Gene Simmons que puede decirse que aún mantiene el tipo. Le siguió “Shout It Out Loud” y mis peores sospechas se confirmaron: Stanley ha perdido la voz por completo. Me encantaba la canción y “Destroyer” es uno de mis favoritos de la banda, así que me propuse disfrutar del show igualmente no sin cierta pena de ver al Starchild en semejantes condiciones. El concierto mantuvo el patrón habitual de espectáculo con un Simmons escupiendo fuego en “Firehouse”, vomitando sangre a ritmo de bajo y “volando” de forma espectacular a una plataforma elevada para interpretar “God Of Thunder”. Tommy Thayer y Eric Singer también estuvieron a la altura. El primero demostró ser un gran guitarrista, teniendo también su parte de espectáculo con la pirotecnia de su guitarra. Pero fue Singer el que me hizo disfrutar de verdad con “Black Diamond” (adoro esa canción) y una interpretación realmente admirable. “Lick It Up” y “I Was Made For Lovin’ You” fueron de las canciones más coreadas por el público, tras las cuales Stanley se lanzó en una tirolina, pasando sobre nuestras cabezas, a una plataforma justo en frente del escenario para interpretar lo mejor que pudo “Love Gun”. Y digo lo mejor que pudo porque fueron los coros de Simmons y Thayer los que salvaron mínimamente la canción. “Cold Gin”, de su primer trabajo, volvió a ponerme la pilas con un Simmons pletórico. Pero fue con “Detroit Rock City” y “Rock And Roll All Nite” donde tiraron la traca final, tanto musical como pirotécnicamente hablando, amén de la lluvia de confeti que sirvió para despedir un show estupendo y muy divertido, en lineas generales. Una vez terminado el show y el bocata que me sirvió de cena, decidí abandonar el recinto y despedirme del festival hasta el año que viene. Long live Resurrection Fest! Texto: Ash Campbell Fotos: Luis García  
    27/07/2018
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  • Crónicas
    No es necesario decir que el ARF es uno de los festivales con más prestigio del territorio nacional en lo que a nivel musical se refiere, pero sí es justo comentar que el tono de esta edición era algo "low" en comparación a lo que tienen acostumbrados a los rock'n'rollers. El viernes intentamos llegar a tiempo de ver lo que nos ofrecían los canadienses The Sheepdogs y los californianos Rival Sons, pero nos quedamos sin catar las respectivas dosis de rock del bueno y sonido setentero (fuck!). Así que empezamos directamente en el escenario principal (llamado este año God) con uno de los nombres importantes del cartel de este año: el señor Van Morrison. Más animado de lo que es habitual en él y con una banda sobresaliente, el León de Belfast dejó encantada a la audiencia con un setlist salpicado de temas clásicos como "Days Like This" o el esperado por muchos "Brown Eyed Girl", aunque personalmente (y recalco lo de personal) la sensación fue un poco "estoy escuchando el hilo musical de El Corte Inglés".  [[{"fid":"210166","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":false,"external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":false,"external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] A continuación y en el segundo escenario (Respect) giro musical con Dead Cross, la banda de Mike Patton (Faith No More) con Dave Lombardo (Slayer) a la batería, que dieron un chute de punk metal hardcoriano con resultado desigual para los allí presentes. El jefe Patton hizo lo que le apeteció jugando micro en mano con ese instrumento maravilloso que Dios le ha dado y sorprendiendo a la audiencia con un repertorio que incluyó una versión de "Bela Lugosi´s Dead" de Bauhaus y un bis raro con compases de "Raining Blood" de Slayer y de "Epic" de (mis adorados) Faith No More. Y de nuevo al tono más "low" con Chris Robinson Brotherhood , el grupo del ex-cantante de The Black Crowes, concierto que pareció una sola canción muuuuuuy larga y de la que no recuerdo el título. Sonidos hippies 100% y virtuosismo guitarrístico, poco más que decir. Así que nos acercamos al tercer escenario (Love) a escuchar los últimos coletazos de Man or Astroman?, que nos revivieron con su energético surf-rock electrosampleado. Auténticos.  [[{"fid":"210167","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":false,"external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":false,"external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] A continuación los MC5, que se presentaban como MC50 con motivo de su tour 50 aniversario con miembros de formaciones como Zen Guerrilla (Marcus Durant, voz), Soundgarden (Kim Thayill, guitarra) o Fugazi (Brendan Canty, batería). No nos parecieron atractivos a priori así que hora de avituallamiento y descanso a la espera del stoner de Nebula. Tras su regreso en 2017 parecen estar algo desengrasados pero convencieron a aquellos a los que Chris Robinson había robado la energía. Para cerrar la jornada del viernes y sustituyendo a Urge Overkill (que iban a tocar íntegramente "Saturation" y se cayeron del cartel por problemas de salud a pocos días del festival), las británicas Girlschool. Sólo dos palabras: women power. El sábado, después de arrastrarnos lujuriosamente por las barras de pinchos de Vitoria-Gasteiz con un sol abrasador que nos estaba castigando, no nos acercamos al recinto de Mendizabala hasta que en el escenario estuvieron los veteranos Mott The Hoople. Una actuación con clase en la que Ian Hunter sorprendió por su calidad vocal y Grasshopper estuvo simpaticón a la guitarra. Repasaron todo su repertorio incluyendo por supuesto "All the young dudes" (Bowie en el recuerdo) y dieron más de sí de lo que esperábamos. Y por fin un poco de energía con los escandinavos Turbonegro, que venían presentando su nuevo disco "Rock'n'Roll Machine". En su segunda vez en el ARF y con nuevo cantante (Duke of Nothing), sufrieron problemas de sonido que intentaron suplir con la ayuda de los Turbojugend allí presentes. "Get it on", "I got erection" o un mix de Queen aportaron animación y diversión.  [[{"fid":"210168","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":false,"external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":false,"external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Mientras esperábamos que se subiera al escenario la señorita Jett dimos un tiento a la zona Thrasville, que este año traía unas propuestas atractivas durante el fin de semana como Wolf Wolf o las cinematográficas The 5,6,7,8's, pero la atmósfera calurosa y algo cargada nos echó para atrás. Además en la lejanía ya empezaba a sonar "Victim of circunstances", lo que nos indicaba que la reina Joan Jett ya estaba al mando de The Blackhearts. Cual diosa del rock vestida de cuero nos dio lo que esperábamos y un poco más con "Cherry bomb" de The Runaways, "Love is pain", el himno "I love rock'n'roll" "Crimson and clover" (versión que me encanta) o "I hate myself for loving you". Aunque las fuerzas parecían querer abandonarnos fuimos a por los australianos Beasts of Bourbon. Los de las antípodas no parecían estar cómodos sobre el escenario y su blues oscuro y pesado no pareció convencer, pero siempre es un placer escuchar la voz de Tex Perkins. Gran parte de la audiencia dio la espantada para ir a corear los temas del homenajeado Tom Petty a cargo de Carlos Vudú y el Clan Jukebox, sustitutos en ese papel de Urge Overkill.  [[{"fid":"210170","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":false,"external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":false,"external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Pero daba igual porque nosotros ya estábamos a la espera de los noruegos Gluecifer. De lo mejor del festival, consiguieron levantar el tono bajo de este año con su contundencia desde el norte. "I got a war", "Take it", "Get the horn" o "Rock throne" pusieron broche final a esta edición del ARF que como siempre nos hace seguir teniendo esperanzas de que, en un panorama festivalero plagado de carteles hechos a golpe de talonario, aun tenga cabida el mero disfrute de escuchar música sin etiquetas. Con la revelación de Wilco como primera confirmación para 2019 qué vamos a decir: buena música, buenos alimentos y buena compañía, pues volveremos over and over again. Larga vida al Azkena. Texto: Srta. Analógica Fotografías: ARF  
    05/07/2018
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  • Crónicas
    Llega el mes de junio y con él una nueva edición del Otero Brutal Fest (la sexta nada menos), un festival que un año más vuelve a hacer honor al contundente adjetivo incluido en su nombre, para mayor disfrute de sus asistentes. Con el cielo gris y amenazando lluvia llegamos al parque del oeste de Oviedo, lugar en el que por tercer año consecutivo se celebra el festival. Las instalaciones del mismo estaban distribuidas de forma muy similar a la del año pasado: mercadillos (algunos solidarios como los que vendían artículos en apoyo a los enfermos de cáncer o al movimiento feminista), stand de merchandising, comida para todos los gustos y sensibilidades (sigo siendo el fan número uno de las vegaburguer), los típicos wcs químicos y una gran carpa con barra de bebidas para resguardarse del mal tiempo y disfrutar de los conciertos. Nos situamos frente al escenario cuando Hummano ultima preparativos para saltar al escenario. Esta es una gira muy especial porque con ella ponen punto y final a la historia de la banda. Tristemente, el escaso público que había a esas horas se mostró tímido a pesar de la insistencia de los miembros del grupo de que se acercaran al escenario y participaran del show. El sonido excesivamente saturado tampoco jugó en su favor y ensombreció el potente deathcore que se puede escuchar en sus discos. Aún así, la banda no se achicó y se mantuvo fuerte, dejándose la piel y sin ceder ni un ápice a los contratiempos mencionados.  [[{"fid":"209699","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Hummano","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Hummano","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Hummano","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Las camisetas de Anthrax, Exodus y Cannibal Corpse dejaban entrever por donde iban a ir los tiros con Evil Impulse: groove/thrash metal con unas más que evidentes influencias de Pantera, tanto en la parte instrumental como en la vocal. Muy interesante su último disco, “The Unbroken Ritual”, que ha resultado ser uno de mis favoritos de entre de los últimos lanzamientos de metal nacional. 11 trallazos que demuestran que no hace falta irse a buscar fuera de nuestras fronteras, que en España sobra calidad y que es un despropósito que grupos como este tengan que autoproducirse los discos. En directo sonaron sumamente contundentes y su cantante supo demostrar su soltura tanto con los guturales como con los tonos más agudos. Con respecto al sonido decir que fue mejor que el de sus predecesores, aunque tampoco llego a ese punto óptimo, quedando algunos solos deslucidos por no apreciarse todo lo bien que debieran. “Judge And Hangman”, “The Unbroken Ritual” o “The Last Breath”, pertenecientes todos a su último trabajo, fueron de los temas que más disfruté.  [[{"fid":"209700","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Evil Impulse","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Evil Impulse","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Evil Impulse","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Los siguientes en subirse al escenario fueron Cannibal Grandpa, uno de los máximos representantes del deathcore nacional aún contando solo con un par de discos. “Septum Signa Inferno” es el nombre de su último trabajo editado para el que han ido un paso más allá introduciendo elementos y sonidos que los acercan en algunos momentos al black metal, resultando en definitiva un disco muy oscuro. A pesar de tener algunos pequeños problemas técnicos al comienzo del concierto, disfrutaron de un sonido que parecía ir in crescendo en calidad a medida que avanzaba la jornada. Su set list se centró principalmente en el antes mencionado “Septum...” del que extrajeron temas como “The Empire Of The Snake”, “Genesis” o “Mandinga”. Muy destacado también “Gray Man” de su primer trabajo. Conciertazo.  [[{"fid":"209701","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Cannibal Grandpa","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"2":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Cannibal Grandpa","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Cannibal Grandpa","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"2"}}]] Los irlandeses Gama Bomb fueron los encargados de poner al festival la siempre imprescindible pizca de crossover. Su estilo rápido y divertido hace que no puedas dejar de “guitarrear” y moverte y, como a esas alturas la ingesta de cerveza ya hacía su efecto, para el que escribe acabó siendo una fiesta absoluta. Su vocalista, que se presentó en el escenario con un traje amarillo bastante estrafalario, se mostró en todo momento muy comunicativo con el público: animaba a corear al más puro estilo Fredie Mercury y siempre presentaba las canciones con un pequeño y divertido speech. Pudimos escuchar “Time Crime”; la escueta“OCP”, para la que el vocalista pidió la colaboración del público para cantar; “Hammer Slammer”; “Sentenced To Thrash”; “Thrashaholic”, en la que se interesó por cuantos bebedores de cerveza había en la sala… En definitiva, uno de los conciertos más divertidos e inducidores al pit de la jornada.  [[{"fid":"209702","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Gama Bomb","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Gama Bomb","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Gama Bomb","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] De Desakato conocía casi todos sus singles, pero no fue hasta saber que tocaban en el festival que me metí más a fondo en su música. Me encontré entonces con una banda que resulta muy accesible desde las primeras escuchas y muy difícil de definir con una sola etiqueta. La mezcla de sonidos rock, punk, hardcore (e incluso indie rock) unidos a la disparidad de las voces de Pepo y Pablo, y a una base rítmica y una guitarra solista más que notables forman, desde mi punto de vista, la personalidad del grupo asturiano. Desde el minuto uno salieron a comérselo todo con una actitud desbordante, sobre todo Pepo, que además de poner el punto hardcore con su agresivo tono de voz, no dejó de bajar a cantar con las primeras filas e incluso se lanzó sobre ellas en un par de ocasiones. Sonaron tan estupendamente bien y pusieron el listón tan alto en audiencia y respuesta del público que ningún otro grupo, en ambos días de festival, logro superar el éxito de su actuación. Comenzaron con “Humo Negro”, tema que abre su EP “Antártida” (muy recomendable los vídeos que tienen subidos en Youtube interpretando los temas del disco). A esta le siguieron “Octubres Rotos”; “Trompetes De Xericó”; “Animales Hambrientos”, en la que animaron a las féminas asistentes a hacer un pit al grito de “¡vosotras sois nuestra manada!”; “La Ira De Los Hambrientos”; “Tiempo De Cobardes”; “Fueu Y Solombres”, en la que pidieron el asturiano como lengua oficial; “La Cura”; “Heridas Abiertas”... También invitaron a Titi Muñoz (vocalista y guitarra de Posession, que ha colaborado con la banda en varias ocasiones) a subir al escenario a tocar con ellos, animaron a hacer circle pits “hasta hacer un puto agujero en el suelo”, organizaron un wall of death… un fiestón absoluto.  [[{"fid":"209714","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Desakato","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Desakato","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Desakato","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Les tocaba el turno a The Casualties, la popular banda punk/hardcore que recalaba en el Otero a tan solo una fecha de terminar su gira española. De los neoyorkinos obtuvimos lo que esperábamos: temas rápidos, rabia en la actitud y esas cresta de colores imprescindibles en todo punk que se precie de serlo. “Riot”; “Unknow Soldier”, con todo el respetable haciendo los coros a petición de su nuevo vocalista, David Rodriguez; la cañera “War Is Business”; “Resistance”; “Made In N.Y.C” o “Do You Wanna Dance” fueron muestra de ello. Merece mencionarse el “fuck Trump” que todos coreamos y que sirvió como homenaje al polémico presidente.  [[{"fid":"209704","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"The Casualties","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"The Casualties","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"The Casualties","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Hacer death metal y ser sueco es de por si una buena carta de presentación. Ese fue mi pensamiento cuando el festival confirmó a Grave, grupo hasta entonces desconocido para mí. Los tipos son unas bestias, pero el sonido excesivamente alto fue el empujoncito que necesitamos para ir a cenar y descansar un poco.  [[{"fid":"209705","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Grave","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"2":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Grave","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Grave","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"2"}}]] Si Casualties son representantes del punk más agresivo, Lendakaris Muertos se llevan de calle el más divertido, el que te hace bailar y el que constantemente te pone una sonrisa en la cara. Contribuye mucho a ello Aitor, su vocalista, que interacciona sin descanso con el público animando a que sea tan protagonista del show como ellos mismos. Los temas del grupo, de letras fáciles pero efectivas a más no poder, se sucedieron de forma vertiginosa: “El Último Txakurra”, “Detector De Gilipollas”, “Speederman”, “Fuímos Ikastoleros”, “Estamos En Esto Por Las Drogas”, “E.T.A, Deja Alguna Discoteca”, “Oso Panda” o “Gora España”, con Aitor con la camiseta de la selección de fútbol puesta y el consiguiente recochineo, fueron algunas de las canciones más celebradas por un público que saltó y cantó hasta la última nota.  [[{"fid":"209706","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Lendakaris Muertos","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"3":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Lendakaris Muertos","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Lendakaris Muertos","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"3"}}]]        Nuestro primer concierto del sábado fue el de Bloodhunter. Procedentes de tierras gallegas, practican un death metal que algunos ven con muy buenos ojos para ocupar un puesto importante dentro de la escena de metal extremo estatal. No es mi caso. Si bien es cierto que su último disco, “The End Of Faith” suena muy potente, me da la sensación de que no son capaces de llevar esa misma fuerza al directo. La pregunta es ¿tendrían la misma popularidad si su vocalista no hubiera participado en La Voz?  [[{"fid":"209707","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Bloodhunter","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"4":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Bloodhunter","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Bloodhunter","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"4"}}]] Black Panda, sin embargo, me encantaron. Un par de voces desquiciadas, unas guitarras y una base rítmica muy hard rockera, actitud punk y unas letras críticas y cachondas a partes iguales consiguieron que los de A Coruña dejaran muy buen sabor de boca. “Los Surfistas Nazis Deben Morir”, fue uno de sus temas más celebrados.  [[{"fid":"209708","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Black Panda","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"5":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Black Panda","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Black Panda","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"5"}}]] De The Black Panthys Party me declaro fan absoluto. En apenas una hora tuvieron tiempo de dar cera a Marichalar, al rey emérito, a la ley mordaza, a Froilán, a Rajoy, a Errejón e incluso a la policía que la jornada anterior había estado cacheando (con perros) a la gente que entraba y salía del festival. “El Rey No Es Gay. Se Folló A Barbara Rey”, “Guerra Antisistema (robar supermercados y gasolineras), “Lucy y Fer”, “Bic Naranja Escribe Fino. Bic Cristal Escribe Amonal”, “Ñiñigo Errejón”, “Ginecología Autogestionada”, ambas partes de “Colegio De Educación Especial Infanta Elena”, “Mariano Pignoise”… muchas de ellas cantadas por su vocalista (y showman) entre el público, nos hicieron cantar, reír y disfrutar de lo lindo. Como ellos mismos dicen, si estás cansado de actitudes normales, de estereotipos musicales y de bandas correctamente incorrectas quizás puedas decir que The Black Panthys Party es la mejor banda punk hxc, calidad/precio, de la historia. Las primeras notas hardcore del sábado corrieron a cargo de Knuckledust, una veterana banda británica formada en los años 90. Con un sonido muy potente y la clásica actitud de su estilo, repasaron temas de varios de sus discos tales como “Lost Politics” de "Songs of Sacrifice", “Frontier Soldier” de "Promises Confort Fools" o“Two Faced Fake” de "Time Won’t Heal This". Mantuvieron también una actitud muy cercana al público, dirigiéndose a nosotros varias veces en un aceptable castellano y, por supuesto, pidiendo circle pits casi de continuo.  [[{"fid":"209709","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Knuckledust","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Knuckledust","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Knuckledust","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Aunque si he de elegir entre hardcoreros creo me quedo con los holandeses No Turning Back. Mucho más acelerados y agresivos no dieron ni un momento de respiro con un repertorio mucho más punk; en ocasiones casi metálico. “Take Your Guilt”, precedida de la habitual intro, dio luz verde a un setlist de canciones cortas y muy rápidas (un par de minutos de media) que casi solapaban unas con otras. “Go Away”, “Sick Society”, “Destination Unknow”… y todos los miembros de la banda saltando y moviéndose por el escenario, avivaron unos pogos que apenas cesaron hasta finalizar el show.  [[{"fid":"209710","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"No Turning Back","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"2":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"No Turning Back","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"No Turning Back","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"2"}}]] Las bestias holandesas de Sinister hicieron un alto en el rumbo punk/hardcore predominante hasta ese momento para darnos una buena ración de death. Con multitud de cambios en sus filas, Adrie Kloosterwaard (vocalista ahora y batería por aquel entonces) es el único superviviente de la formación original que inició su andadura a finales de los 80. Su voz, que alcanzaba unos guturales cercanos al “gruñido” propio del grindcore, acojonaba. Un placer también ver alternarse los solos de los dos guitarras solistas, como si hablasen el uno con el otro a través de sus respectivos instrumentos, siendo el recién llegado, Michal Kralak, mi favorito. De entre los temas de su setlist me quedo con la imprescindible “Neurophobic” y esa intro propia de una peli de terror. Brutales también “Blood Ecstasy”, “The Grey Massacre” y “Sadistic Intent”.  [[{"fid":"209711","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Sinister","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"3":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Sinister","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Sinister","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"3"}}]] Turno para Slapshot. Los cinco o diez minutos que me pasé haciendo fotos a pie de escenario me sirvieron para darme cuenta de la buena forma en la que se encuentra Jack “Choke” Kelly. Hay que entender que este veterano de la escena hardcore de Boston ya estaba sobre las tablas antes de que nacieran muchos de los que estaban en el pit de las primeras filas. El concierto pinta bien, pero hay que hacer una parada para cenar y la vegaburguer espera.  [[{"fid":"209712","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Splapshot","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"4":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Splapshot","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Splapshot","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"4"}}]] Era mi primera vez con los Entombed A.D de Lars Göran Petrov y la emoción de escuchar sus míticos temas en vivo chocaba con la rabia (o tristeza) por esa contienda legal que lo mantiene separado de sus antiguos compañeros. Pero como dice el refrán “más vale pájaro en mano”, y el poder disfrutar de Petrov en directo es disfrutar de una de las voces más representativas de ese death con denominación de origen que es el death metal sueco. Lo cierto es que el tipo se ha sabido rodear de unos músicos realmente solventes. Me gustó especialmente el que más tiempo hace que le acompaña: el virtuoso guitarrista Nico Elgstrand. De los clásicos de Entombed tocaron “Revel in Flesh”, “Left Hand Path”, “Living Dead”, “Wolverine Blues”… a la vez que hubo tiempo también para temas compuestos por la nueva formación como la cañera “Second To None”, de su primer álbum "Back To The Front". Una vez terminado el concierto, charlando y comentando los detalles, alguien comentó que el sonido no había sido bueno. Tal vez depende la situación en la que te coloques con respecto al escenario porque para mi estuvieron estupendamente bien.  [[{"fid":"209713","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Entombed A.D","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"5":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Entombed A.D","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Entombed A.D","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"5"}}]] El cierre del festival le tocó a Xentrix, un grupo de thrash británico de fácil escucha que en ciertos momentos recuerda a los antiguos Metallica. Con Chris Astley fuera del grupo desde hace casi un año, la voz cantante (nunca mejor dicho) y la guitarra estuvieron a cargo de Jay Walsh, que cumplió sobradamente con el rol de frontman. Su thrash, rápido y sin contemplaciones, gana en el directo y resulta casi imposible no sacar la púa imaginaria y "guitarrear" canción tras canción. Quisieron comenzar el concierto con la intro de Terminator, que serviría también como introducción a “Dark Enemy”. Le siguió “Balance Of Power”, “The Human Condition”, “Questions”, “Reasons For Destruction”, “For Whose Advantage”… para acabar con “No Compromise”, perteneciente a su primer trabajo "Shattered Existence", al que dedicaron la mitad de un repertorio calcado (incluso en el orden de las canciones) al que viene siendo habitual en sus últimos conciertos. ¿El año que viene más Otero? ¡Ojalá que sí! Texto y fotos: Ash Campbell  
    27/06/2018
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  • Crónicas
    La primera edición del Paraíso Festival contaba a priori con dos importantes factores para ser un éxito: su impresionante cartel, en el que reunía a varios de los popes de la electrónica más fina, y un equipo organizativo experimentado con José Morán (uno de los creadores del FIB) al frente. La cosa comenzó con un ligero contratiempo, ya que un inoportuno chaparrón encharcó algunas zonas del recinto, el complejo deportivo Cantarranas de la Universidad Complutense (el mismo del DCode), provocando que hubiese que esperar dos horas a que los bomberos diesen el visto bueno. La falta de información al respecto causó cierto malestar entre los cientos de personas que esperaban la apertura. Afortunadamente el tema no fue a mayores y se solventó de forma bastante satisfactoria esparciendo paja en las zonas más húmedas y reajustando los horarios ligeramente.   [[{"fid":"209620","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":false,"external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":false,"external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] La verdad es que el espacio es perfecto para celebrar un evento de estas características y estaba bien aprovechado en general. Para futuras ediciones habría que mejorar la distribución de los escenarios puesto que en algún momento se colaba el sonido de uno a otro. A mejorar también el acceso a los puntos de cacheo colocando vallas para formar pasillos y que no haya aglomeraciones. Ya que hablamos de aglomeraciones es de justicia resaltar que tanto las barras (con camareros muy amables, por cierto) como los baños funcionaron a buen ritmo, debido en parte a  que no se completó el aforo máximo previsto de 15000 personas diarias (18500 entre los dos días según informó la organización, cifra que los que estuvimos allí podríamos definir como un pelín generosa). El susodicho retraso hizo que pudiésemos explorar el complejo con tranquilidad (muy bien decorado con motivos florales y con unas agradables zonas de descanso que la humedad impidió disfrutar apropiadamente), cargar las pulseras con las que pagar comida y bebida (de precios aceptables para lo que suelen ser este tipo de eventos) y echar un vistazo a algunos de los artistas de primera hora como Danny Harle en el escenario Club, el mediano, el cual no nos convenció en absoluto con un set rechinante y muy cercano al EDM. Mientras esperábamos el inicio de HVOB en el escenario principal vimos parte de la actuación de Rodríguez Jr. & Liset Alea. Su directo se vio perjudicado por un problema recurrente en ese escenario: el sonido manifiestamente mejorable. Se despidieron tras presentar un tema nuevo y dando paso a unos de los triunfadores de la primera jornada: HVOB. Los austriacos fueron la perfecta definición de elegancia electrónica sin olvidar la creatividad. A medio camino entre el electropop (cortesía de la voz de Anna Müller) y el deep/ethereal techno, ofrecieron un show muy bailable en el que temas como el fantástico "Azrael" sonaron si no perfectos, al menos por encima de la media del escenario Paraíso. Mereció la pena perderse el dj set de Apparat.[[{"fid":"209621","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"HVOB","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"2":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"HVOB","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"HVOB","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"2"}}]] Tras una actuación de las que amortizan el precio del abono y te deja en las nubes llegó el tremendo bajón de descubrir que los amigos de lo ajeno se habían pasado por el bolsillo de mi chaqueta. Aquí hago un pequeño inciso para reseñar la increíble cantidad de teléfonos que robaron en el festival, cosa que viene siendo recurrente en estos eventos multitudinarios. Quizá habría que plantearse si no es más útil registrar las mochilas al salir que al entrar... Este contratiempo hizo que no pudiésemos apreciar a Gus Gus como merecían. Sí nos percatamos de que sonaron peor que HVOB debido a los bajos saturados y que faltaba el componente onírico habitual en su música. Y como no hay mal que cien años dure, el entuerto se resolvió parcialmente justo antes de comenzar Kiasmos. Por suerte, porque lo que vimos esa noche es difícilmente descriptible con palabras. Olafur Arnalds y Janus Rasmussen hicieron lo que quisieron con nosotros. Nos subieron, nos bajaron, nos dejaron en éxtasis y nos volvieron a subir. Técnicamente perfectos y físicamente más animados de lo esperado, demostraron que se puede hacer electrónica altamente bailable sin recurrir a bombos abusivos. Chapeau.[[{"fid":"209622","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Kiasmos","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"3":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Kiasmos","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Kiasmos","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"3"}}]] Nos quedamos en el escenario grande a ver que nos ofrecían Hot Chip con su nuevo formato Megamix. El año pasado nos había dejado un poco fríos en Oporto. Pues esta vez quedamos congelados ante el sinsentido que propusieron. Ni era directo ni dj set ni la música que sonaba era apetecible. Y como una retirada a tiempo es una victoria, nos fuimos a guardar fuerzas para la segunda jornada. Por diversas vicisitudes no llegamos a ver a Henry Sáiz ni a Cumhur Jay. Una lástima pues sus respectivos últimos discos merecen mucho la pena. Sí llegamos al principal objetivo del día: Sam Shepherd aka Floating Points. Al poco de empezar aquello ya sonaba como un cañón, un cañón cargado de clase y maestría. De ahí a un momento housero mediante una transición modélica. Sin darnos cuenta nos llevó a una deriva más experimental con el mejor despliegue creativo del festival, basado en ruidismo, interferencias y frecuencias bajísimas. Magistral y arriesgado para un festival relativamente multitudinario. Apenas dábamos crédito a lo que estábamos viendo mientras Shepherd se desmelenaba progresivamente para acabar con una exhibición de techno sin tregua. A este tipo le sobra el talento. Mención especial para unos visuales sencillos pero que acompañaron milimétricamente la actuación. Tuvimos ocasión de escuchar a Lovebirds en el mismo escenario mientras comprábamos la cena y nos parecieron bastante vulgares, además de sonar fatal. Nos esperaba Róisín Murphy en el escenario Paraíso, y allá fuimos. La ex-Moloko estuvo respaldada por una banda que no aportó la energía necesaria -no sabemos si a petición de la front woman-. Esto unido a un setlist irregular hizo que la diva Murphy únicamente complaciese a los muy fans. Ni la versión final de "Sing it back" convenció demasiado. Tenía bastantes ganas de ver el directo de Damian Lazarus, pero suele pasar a menudo que las altas expectativas se ven defraudadas. El londinense ejerció desde una especie de altar ataviado con un atuendo apropiado para pintar paisajes en la Toscana. De nuevo problemas con los graves y la voz del cantante que le acompañaba bastante diluida. En un principio, parecía que al menos se iba a poder bailar con cierto entusiasmo, pero la actuación fue a menos quedando la cosa en un meneo desganado. Sorprendentemente acabó 20 minutos antes de lo programado (¿algún problema técnico quizá?).[[{"fid":"209623","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Damian Lazarus","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"4":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":false,"field_file_image_title_text[und][0][value]":"Damian Lazarus","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"title":"Damian Lazarus","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"4"}}]] Nos trasladamos entonces al bonito espacio del escenario Manifesto, que consistía en una carpa entre árboles con iluminación cálida y acogedora. Allí estaba Hunee con una sesión que cuando llegamos no sonaba como otras del festival, con un rollo alemán muy atractivo. Casi sin solución de continuidad, derivó a un disco house muy apreciado por los presentes pero que a nosotros nos interesó bastante menos, por lo que fuimos a ver qué ofrecía Guy Gerber, que fue bien poco. Sesión previsible y sin sorpresas para algo de bailoteo fácil y poco más. Así acabó para nosotros la primera edición del Paraíso Festival, con muy buen sabor de boca en cuanto a organización y en cuanto a planteamiento, puesto que no es habitual ver tal cantidad de directos en festivales de electrónica. Ojalá se mantengan en un futuro. En cuanto al tema artístico, a pesar de ciertas decepciones, las actuaciones de HVOB, Kiasmos y Floating Points, fueron de las que perduran en el recuerdo y como ya mencionamos, amortizaron de sobra el abono. En resumen, festival muy recomendable y para repetir a poco que el cartel acompañe. Texto: Bea Pazos y Enkilking Fotos: Bea Pazos
    26/06/2018
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  • Crónicas
    1.  “Push the Sky Away” Y vive dios que lo intentamos, quitar de en medio el cielo, alejar las nubes y la lluvia a base de empujar y empujar, nuestros brazos alzados, los del público -parte del mismo sobre el escenario- y los del maestro de ceremonias, Nick Cave, que nos apelaba a seguir empujando, a alejar las nubes grises instaladas en su vida hace tres años. No conseguimos gran cosa, la lluvia repiqueteando en paraguas y chubasqueros sin tregua, pero el momento fue de esa magia comunal que solo se produce en los conciertos especiales, todos a una, entregados a la ceremonia. Antes, “Jubilee Street”, “Do You love Me?”, “Stagger Lee”, “From Her To Eternity”, “Into My arms”… un grandes éxitos que, para mi regocijo, solo hizo paradas puntuales en títulos del último disco, “Skeleton Tree”, que será una joya, pero no es carne de festival. Los Bad Seeds en directo siguen siendo una apisonadora. 2. “Wanna Sip” Karin Dreijer no deja indiferente. Ya lo demostró al frente de The Knife en la gira de “Shaking the Habitual”, planteando un espectáculo mitad concierto, mitad coreografía que despertó tanto aplausos como abucheos, estos últimos por parte de ese público para el que un concierto todavía  consiste en tocar instrumentos sobre un escenario. En esta ocasión los hubo, instrumentos digo, mayormente de percusión (2 baterías) y electrónicos, estos últimos a cargo de Mikaela Hansson, suerte de  batwoman inconmensurable. Pero también hubo coreografías, disfraces, sexo, política, humor, provocación, culturismo, oscuridad y la inconfundible y fascinante voz de Dreijer. “Plunge”, el segundo disco de Fever Ray, es un cóctel  de electrónica oscura y divertida de contenido lírico no normativo que sorprendentemente ha llegado a un gran público sediento de nuevos sabores. ¿Quieres un sorbo?  [[{"fid":"200226","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg"},"type":"media","field_deltas":{"4":{"format":"wysiwyg"}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"4"}}]] 3. “Hounds of Love” Al menos hubo dos ocasiones en las que la alargada sombra de Kate Bush planeó por los escenarios del NOS: la primera, y más evidente, la versión que Ezra Furman hizo de “Hounds Of Love”. El compositor americano ha cogido por los cuernos la masculinizada tradición americana del rock -veo unos jeans ajustados, veo a Bruce Springsteen- y les ha insuflado nuevos aires pop (esos saxos a lo Psychedelic Furs, esos estribillos contagiosos) y lirismo queer (“Angel, don’t fight it / To them you know we’ll always be freaks.”). La segunda, el concierto al completo de esa nueva superestrella del pop confesional en que se ha convertido Lorde. Me presenté al mismo sin expectativas, incrédulo, ignorante y salí de él convencido, converso y cautivado. Lorde ha trasladado al siglo XXI el melodrama emocional de una mujer joven frente al descubrimiento de la vida adulta en textos apasionados y formas pop contemporáneas, coreografías cautivadoras y canciones cargadas de diseño sonoro y ganchos melódicos. Es contagioso.  [[{"fid":"209659","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg"},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg"}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] 4. “Mourning Sound” “I made a mistake. I should have never tried.” Así comienza el estupendo segundo single del último disco de Grizzly Bear y desde las primeras notas del primer tema del concierto en el nuevo escenario Seat la frase revoloteó por mi cerebro como suerte de confesión de culpabilidad. Me explico. Grizzly Bear es un grupo de orfebrería fina, intrincadas melodías, juegos vocales, detalles. Con su último disco, “Painted Ruins”, han perseguido una producción poderosísima que traslada esa minuciosidad a una escala gigante. Y la reproducción en directo sufre. Durante al menos 3 temas los detalles quedaron emborronados  y resultó difícil identificar las canciones… esa batería elevada -en altura y en volumen- un palmo sobre el resto de los instrumentos. Según avanzó el concierto, casualmente para cuando llegamos a los temas de “Veckatimest”, los niveles se fueron ajustando y  todo volvió a sonar a la orfebrería de antaño. Ojalá Grizzly Bear no se convierta en un grupo de estadios. Ojalá el Nos (100.000 asistentes / 30.000 al día) no se convierta en un festival de masas. 5. “Gigantic” Poco antes, en el escenario NOS, The Breeders daban un concierto intimista y emocionante, intercalando canciones de su último disco con clásicos de su recién reeditada discografía. La falta de potencia y las pausas entre canción y canción (para afinar la guitarra, para que las hermanas Deal se lanzarán algún dardo envenenado) mermaron  un poco la efectividad de un repertorio por otra parte infalible en el que brillaron especialmente “Cannonball”, “Drivin’ on 9” (Kelley reproduciendo la parte del violín con su voz), “Do you Love me Know” (que dedicaron a su equipo de gira) y “Gigantic”. Respecto a esta última, en el capítulo de verdades como templos: The Breeders interpretando “Gigantic”  en 2018 molan más que Pixies interpretando “Gigantic” de 2013 en adelante. Es así. 6. “Well Done” Parafraseando a Idles: “¿Por qué no te gusta el punk? A Even Tarquin le gusta el punk. A Marry Berry le gusta el punk. Entonces… ¿por qué no te gusta el punk? Bien hecho.” Y es que, de entrada, ni el punk ni el góspel ni el metal me resultan familiares, pero encima de un escenario la honestidad rompe corsés mentales. Así ocurrió con la banda británica, cuyo punk rock de corte reivindicativo -esa letra de "Mother"- fue de gran intensidad, con una sección rítmica potente, unos coros imprescindibles y un guitarrista desequilibrado que  hacia el final del concierto saltó entre el público para susto de algunos. Como decía, tampoco acostumbro a escuchar góspel/metal, pero tras el concierto de Zeal & Ardor solo me queda alzar los brazos y gritar “¡aleluya!”. Intercalaron pasajes góspel -¿cuántas formaciones actuales cuentan con 2 miembros dedicados únicamente a cantar?- con explosiones de furia metal y convencieron a propios y extraños. Idles, Zeal & Ardor… well done!  [[{"fid":"184321","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg"},"type":"media","field_deltas":{"2":{"format":"wysiwyg"}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"2"}}]] 7. “Ratio” Con Floating Points, el proyecto de Sam Shepherd, hace tiempo que me quedé fuera de onda, más o menos a la altura de “Elaenia”, su disco de debut. Y es que su avant jazz orgánico de ocasionales aromas electrónicos nunca acabó de atraparme. De ahí mi falta de expectativas ante un concierto presentado como “solo” y “live”. Y la sorpresa fue mayúscula: conciertazo de electrónica muy en la línea de lo que hace su amigo Jon Hopkins, con largos desarrollos rítmicos de idm aditiva y adictiva deconstruída con trucos no por conocidos menos efectivos (apuesto a que, como Hopkins, Shepherd también conoce las bondades del Kaoss Pad). Los a la par sencillos y fascinantes  visuales, comisionados a Hamill Industries, consistieron en un sistema capaz de transformar las ondas sonoras en ondas visuales en tiempo real. Hacia el final del concierto, unos minutos de pura experimentación ruidística que hizo las delicias de servidor y despertaron silbidos entre los imbéciles charlatanes de turno.  [[{"fid":"209660","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg"},"type":"media","field_deltas":{"3":{"format":"wysiwyg"}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"3"}}]] 8. “Superorganism” ¿Programar a unos debutantes en prime time en uno de los escenarios más chulos del festival? ¿Estamos locos? La respuesta correcta es no, no estaban locos, estaban de parranda. El superorganismo liderado por la anteriormente tímida adolescente Orono Noguchi plantea en directo una apisonadora de pop electrónico preñado de samples, interactuación con el público, anuncios, interrupciones y un caos pop de colores chillones en el que todo parece ensayado al milímetro. Imaginen a Beck circa “Midnite Vultures”. Imaginen a Gorillaz cuando todavía molaban.  Superorganism ofrecen el mejor collage posible en la época de internet y el consumo rápido, siempre comandados por el desganado y lacónico estilo vocal de su cantante. Everybody wants to be a superorganism. 9. “Taste” Buen gusto el demostrado por la banda de R&B Rhye, que desarrolló un concierto en el que, lejos de ceñirse a sus producciones de estudio, abrazó desarrollos e improvisaciones instrumentales. Sade es un nombre recurrente cuando se habla de la banda de Los Angeles, y como aquella, la voz de su cantante es de una poderosa suavidad que consigue abrirse paso entre los instrumentos - bajos seductores, percusiones bailables-  y arrebatar. Los coros de violinista y bajista, el trombón y los toques electrónicos no hicieron sino mejorar el conjunto. 10. “Magalenha” Y para acabar, felicitar a la organización del NOS por el escenario BITS, macrosala de música techno (y afines) con el conocido sistema Bowers & Wilkins que el sábado vino de perlas a todos los amantes del género sin cuerpo para la incesante lluvia. El día anterior se nos cayó del cartel Helena Hauff, pero la última noche de festival tuvimos ocasión de disfrutar y de lo lindo con la sesión de Or:la, una joven dj sin miedo a arriesgar que, amadrinada en todo momento por una cariñosa Avalon Emerson, ofreció una sesión de techno oscuro  y maquinal con puntualísimos guiños a la galería (qué bien supo esa “Magalenha” de Carlinhos Brown). Y como no hay elogio sin crítica, acabar este repaso pidiendo a la organización del festival que les devuelva los urinarios de pared a ellos y duplique los baños para ellas. Es de justicia. Texto: Hedda
    25/06/2018
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  • Crónicas
    El día arrancó con cielos nublados y muchas ganas de diversión para disfrutar en familia. Tanto peques como mayores se agolpaban a las puertas del escenario Santander formando largas colas, y en el ambiente se sentía el sold out que auguraba una gran fiesta. Como cabeza de cartel la Billy Boom Band, que se metió al público en el bolsillo en un abrir y cerrar de ojos. Conexión completa con el respetable y sin apenas darnos cuenta, ya estamos con los brazos en alto al ritmo del sapo Purón, o pasándolo como enanos con Bambino. Y es que estos chicos levantan pasiones entre su pequeño gran público con su excepcional directo. Disfrutamos mucho con La ciudad de los gitanos de su nuevo álbum “Lorca Pop” y no pudimos evitar irnos de allí sin pasar antes por la zona de merchandising y traer un par de libro-discos para casa. En resumidas cuentas, un concierto de diez, y es que a día de hoy la Billy Boom Band ya ha superado esa supuesta barrera que separa la música infantil de la música de adultos y tiene un gran público esperando ansioso para disfrutar de sus actuaciones. Visto lo visto, el rock sí es cosa de niños.  [[{"fid":"209163","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":"Billy Boom Band","field_file_image_title_text[und][0][value]":"Billy Boom Band","external_url":""},"type":"media","field_deltas":{"1":{"format":"wysiwyg","field_file_image_alt_text[und][0][value]":"Billy Boom Band","field_file_image_title_text[und][0][value]":"Billy Boom Band","external_url":""}},"link_text":false,"attributes":{"alt":"Billy Boom Band","title":"Billy Boom Band","class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"1"}}]] Con Joe Ventisca & the Huckleberries, ¡¡nos fuimos de guateque!! Disfrutamos de sonidos que vienen de tierras lejanas y a ritmo de swing nuestros pies no dejaron de bailar blues y hasta una copla. Fue francamente divertido. Con la lluvia sobre el espacio de conciertos, llegaron los vertiginosos The Limboos. Elegantes y atrevidos, maracas con ritmo caribeño, rhytmh&blues con voces negras y ninguna pretensión de hacer revivals. Únicamente se vio algo marchitada la fiesta con la llegada de la lluvia, que limitó claramente el espacio para las familias a la hora de comer, descansar o esparcir, ya que la zona verde quedó inutilizada. Fue complicado hacer colas bajo la lluvia, para recargar pilas en las food trucks o para el pintacaras. Nos pareció maravillosa la idea de alejarse del típico pintacaras infantil, y proponer ideas tan divertidas como el rayo rojo y azul que luce David Bowie en la portada de Aladdin Sane, un referente en la cultura pop. Nos quedamos con las ganas de ver a Smile, nuestros compromisos escolares y laborales nos lo impidieron ya que aún nos quedaban unos cientos de kilómetros hasta llegar a casa. Esperaremos ansiosos a la próxima ocasión para poder disfrutar de la banda de Getxo, y meternos en vena una buena dosis de música rock con aires surferos. El proyecto de un festival de música dirigido a un público familiar para el disfrute de los pequeños y los menos pequeños es algo digno de alabar. Considerando la predisposición infinita al disfrute de l@s niñ@s, ¿por qué no ofrecerles una propuesta cultural y de ocio no “infantilizada”, respetuosa, de calidad y que puedan compartir con los que más quieren? Si se cumple este objetivo -que podemos constatar que así ha sido- y además se consigue vender todo el papel, el festival trasciende con creces lo minúsculo y se convierte en algo MAYÚSCULO. Allí estaremos en cada futura edición ¡Larga vida al Minúscule Festival!
    05/06/2018
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  • Crónicas
    Fin de semana de frío y chubascos dispersos para una XII edición del Laboratorio de Electrónica Visual de Gijón que volvió a vender todos los abonos días antes de su celebración.  El festival se ha asentado como una pequeña pero exquisita selección de tendencias internacionales en el mundo de la creación audiovisual, tomando buena nota de otros festivales similares de mayor tamaño. Su principal acierto consiste en la gran oferta de contenidos, con una base troncal constituida por los conciertos y audiovisuales del teatro y la nave de La Laboral que se ramifica en un puñado de actividades de distinto carácter repartidas por otras salas y paisajes de la propia Laboral así como de la ciudad de Gijón.   Comenzamos nuestro recorrido el viernes en el teatro con el espectáculo "Spacetime Helix" de la italiana Michela Pelusio. El concepto, una cuerda atada en vertical, conectada en sus extremos a rieles giratorios e iluminada desde el inferior. Pelusio consiguió que nuestras neuronas saltasen a una comba hipnótica, manipulando la velocidad de rotación del artilugio así como la iluminación para modificar los drones y las formas helicoidales, similares a una secuencia de adn, en tiempo real. A destacar la interactuación de la artista, agarrando la cuerda aun en movimiento, así como el fantástico final, cuando esta se desprendió de la parte inferior, provocando el escalofrió y sonrisa del respetable ante un truco de magia peligroso que llega a un sorprendente final. Extraordinaria.  [[{"fid":"200707","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","alignment":"center"},"type":"media","field_deltas":{"4":{"format":"wysiwyg","alignment":"center"}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg media-wysiwyg-align-center","data-delta":"4"}}]] Menos sorprendente resultó el concierto de Loscil. Su paleta de pasajes ambient, idm y electrónica melancólica sufrió de cierta monotonía, distorsión y saturación de graves en algunos pasajes así como de un apoyo visual repetitivo basado en paisajes sobre los que se proyectaban formas geométricas que se desvanecían al poco, una visión geográfica y nihilista de la interactuación del hombre con la naturaleza que resultó interesante durante un rato. A destacar la interpretación de esa maravilla titulada “Red Tide”.   Para finalizar los conciertos del teatro del viernes, Hiroaki Umeda, artista multidisciplinar que volvía al festival para presentar "Intensional Particle", una creación sonora y visual con una coreografía en la que cada movimiento corporal del japonés se corresponde con los ritmos e imágenes. Cuando la sincronización entre los mil millones de estrellas fugaces,  los sonidos y la danza funciona al 100%, el conjunto es de una belleza sorprendente; cuando no, el esforzado baile de Umeda puede llegar a distraer. No obstante, una propuesta radical, física y arriesgada que no dejó a nadie indiferente. Entre las 3 mejores actuaciones en el teatro.  [[{"fid":"200706","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","alignment":"center"},"type":"media","field_deltas":{"5":{"format":"wysiwyg","alignment":"center"}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg media-wysiwyg-align-center","data-delta":"5"}}]] No era aún medianoche cuando nos arrastramos a la luz de una luna casi llena hasta las puertas de la Nave, aún cerradas cuando llegamos. A este respecto, sería deseable mejorar la transición entre espacios, ya que tanto el viernes como el sábado tocó tomar el fresco algún minuto más de lo esperado. Ya en la nave, el sistema envolvente de 6 puntos de sonido nos dio una pista de lo que nos aguardaba: el estreno en exclusiva de "5 1 1 5 9 3", el nuevo trabajo de la artista austriaca Electric Indigo, que pasó de cuarta a primera actuación de la noche. Y menuda actuación. Entrelazando pasajes ambientales (insectos, agua, campanillas, metales, crujidos, detritus digital) con bombardeos rítmicos, su actuación tuvo garra y dinámica, recordando con sus atmosferas insalubres y sus percusiones envolventes y espaciales (toneladas de reverb) tanto a luminarias de la idm de los 90 (hola Autechre) como al minimalismo metronómico de Monoloke; no en vano, "5 1 1 5 9 3" es la primera referencia en el sello de Robert Henke, Imbalance Computer Music, por alguien ajeno al propio Henke. De los visuales, basados en colores pastel con pequeñas protuberancias, nada que comentar... esta vez el gran protagonista fue el sonido.   La segunda actuación en la Nave fue la de Schnitt, proyecto de Amelie Duchow y Marco Mondarfini, y su presentación audiovisual "Memory Code", con visuales basados en patrones de puntos y rayas, cartografías digitales y fragmentos de macro información que apelaban a nuestra memoria visual e iban sincronizados a la perfección a los micro clicks & cuts. El concierto se benefició enormemente de la reprogramación de Electric Indigo: la transición entre ambos espectáculos, musicalmente similares (pasajes ambientales, rítmicas digitales), confluyó en un todo de 2 horas de duración que fue de menos (desarrollos calmos, visuales espartanos) a más (poliritmias, caña, visuales más complejos). La jornada del viernes, por imposible que parezca, mantuvo hasta el final el gran nivel. Primero con la fascinante actuación del alemán Moritz Simon Geist (Sonic Robots) que presentó "Tripods One", proyecto en el que la música es creada por robots. La escenografía: un trípode del que colgaban 5 plataformas piramidales dentro de las cuales estaban los “robots”, pequeños generadores de sonido (tocadiscos, muelles, cachivaches varios). Moritz está presente en escena para controlar e interactuar con dichos robots. Como en tantos otros conciertos, el espectáculo se hubiese beneficiado de una visión más concreta de lo acontecido sobre el escenario… lo visuales, aunque mostrando los robots, no  cumplieron del todo dicha función.  [[{"fid":"207459","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","alignment":""},"type":"media","field_deltas":{"7":{"format":"wysiwyg","alignment":""}},"link_text":"Tripods One - Teaser","attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"7"}}]]  La penúltima actuación, una de las más esperadas del día, fue la del hombre de las mil caras Atom Tm, uno de los alias del alemán afincado en Chile Uwe Smith, que regresaba al LEV para presentar “Deep State”, su nuevo espectáculo av. El término "Deep State" fue definido en 2014 como "una asociación híbrida de gobierno, finanzas e industria de alto nivel que gobierna sin referencia al consentimiento de los gobernados”. El signo de los tiempos y la ración del día de mal rollo, con imágenes en bucle de cargas policiales y bombardeos al ritmo de loops mecánicos, hélices de helicóptero y subgraves. La presencia entre el público de 5 gigantes rapados vestidos de negro (juro por Aphex Twin que no volví a verlos a lo largo del festival) junto a la violencia de las imágenes y la brutalidad sónica provocó a este humilde redactor un pequeño momento paranoide a todas luces injustificado y fruto de la cultura del miedo y el sobre estímulo negativo en que vivimos. ¿Acaso era ese el estado profundo que Atom Tm pretendía provocar entre el público? Danger Zone.  [[{"fid":"207111","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg","alignment":""},"type":"media","field_deltas":{"6":{"format":"wysiwyg","alignment":""}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"6"}}]]   Para finalizar el primer día de festival, tuvimos una buena sesión de techno, house e idm, la descompresión necesaria y fin de fiesta perfecto de la mano de Claro Intelecto con Jimmy Lakatos a unos visuales que consistieron en secuencias de adn, rejillas, pupilas, fractales, nebulosas y agujeros de gusano que nos acercaron a la órbita del planeta Kubrick. Bailoteo y fin de jornada.   Iniciamos nuestro segundo día de festival en el nuevo espacio del Museo del Pueblo de Asturias, donde el ya tradicional vermú al aire libre encontró esta edición acomodo. Por suerte y previsión de la organización, las actuaciones tuvieron lugar bajo techo, en un hermoso granero de enormes vigas de madera que protegió a los asistentes de la llovizna. Cuando llegamos, MimiCof, alias de la japonesa Midori Hirano, estaba desarrollando un ejercicio de capas de sonidos digitales y samples que nos recordó a Andy Stott cuando este aun usaba grabaciones de campo en sus composiciones. Experimental y melódico. Justo después, el artista húngaro Norwell nos dio una lección magistral de historia de la música dance en los 80-90: house, idm, synthwave, épica, hipnotismo, teclados analógicos, texturas, elegancia y reivindicación del arpegio como arte noble. Solo faltó el vermú, agotado para cuando llegamos a la barra. Bajo una lluvia cada vez más intensa, nos dirigimos a la Sala de Pinturas del Teatro Laboral, un cuarto con frescos de innegable belleza indicado para la celebración de cenas de gala, cócteles y banquetes; tal vez no tanto para conciertos de electrónica. El primero de ellos fue el de Balago. El veterano proyecto de David Crespo estaba de presentación, un nuevo disco titulado “El Demá” que saldrá el próximo 25. El concierto se basó en collages sonoros, voces monásticas tratadas, dark ambient, órganos, repetición obsesiva de acordes pesimistas y el lanzamiento de samples desde un controlador, un conjunto muy cinematográfico lastrado por la acústica del recinto. A continuación tocaron Cicada, el proyecto conjunto de la violinista Sara Muñiz Pérez, que ha colaborado con buques insignia de la ciudad como Manta Ray, Mus, Nacho Vegas o Pablo und Destruktion, junto al programador José A. Rilla. Música ritual de fondo folclórico vestido con beats, sintetizadores y voces. Una mezcla de clásica y electro con coartada oscura y sin grandes sorpresas. La banda sonora de la Sala de Pinturas finalizó con el concierto de The Suicide of Western Culture, que entregaron las 2 toneladas de post electro (o era post-rock electrónico?) contenidas en sus dos primeros álbumes. Voces en off, diseño sonoro y épica excesiva algo carente de una línea narrativa que se hizo acompañar de imágenes de bombardeos fascistas en ciudades del País Vasco. Tras el pertinente avituallamiento, volvimos al Teatro para reencontrarnos con Martin Messier, cuyo paso por la pasada edición del festival nos dejó con la boca abierta. Su actuación de esta edición junto a Yro (Élie Blanchard) es el resultado de una residencia a caballo entre Gijón, Montreal y París. El espectáculo, llamado "Ashes", aborda la visión microscópica. Sobre el escenario, cuatro mesas controladores similares a girafas, con palanquitas y (sorpresa) microscopios. La coreografía de movimientos y sonidos a veces funciona y otras veces resulta tal vez un pelín demasiado teatral. Si no por méritos propios, los espectáculos que siguieron acabaron de refrendar la actuación de Messier y Yro como la gran triunfadora del día en el teatro. Y es que lo de los conciertos del inglés Zan Lyons primero y de Rabit después provocaron escenas nunca antes vistas en el teatro. El de Lyons empezó con mal pie debido a un retraso de 20 minutos cuyas causas no fueron aclaradas. Estrenaba un espectáculo en primicia basado en la ciencia ficción de los 70. Drones de cello y pedalera con loops y un respaldo visual zafio y macabro basado en mujeres en camisón gateando por paisajes rurales nocturnos. Beats ocasionales y un sopor que hizo abandonar sus butacas a algunos espectadores y que serviría de antesala al momento más wtf del festival: La actuación de Rabit junto a la francesa-canadiense Cecilia. Lo que en principio se nos presentaba como una reinterpretación de "Las Flores del Mal" de Baudelaire, se plasmó sobre el escenario en forma de música concreta, electrónica abstracta, instrumentos de cuerda  y recitados en francés por parte de Cecilia, que en un principio se dedicó a interpretar teatralmente la música con lentos movimientos entre nubes de humo hasta que (y no sabemos si esto fue intencionado) la falda del hermoso vestido de época se enganchó a una de las botas, desprendiéndose y dejando a la artista la mayor parte de la actuación y literalmente en bragas. Continuaron los recitados en francés y los movimientos lentos, estos últimos esta vez -nos dio la impresión- más enfocados a recuperar y mantener la susodicha falda. Seguramente era vanguardia y era trasgresor, pero no todos los días se tiene el estómago igual de listo para digestiones pesadas.  [[{"fid":"207460","view_mode":"wysiwyg","fields":{"format":"wysiwyg"},"type":"media","field_deltas":{"7":{"format":"wysiwyg"}},"link_text":false,"attributes":{"class":"media-element file-wysiwyg","data-delta":"7"}}]] Por suerte, las actuaciones de la nave remontaron el vuelo. Primero los franceses Zombie Zombie nos dieron una buena sesión de french dance tribal. Sobre el escenario 2 baterías y un gurú jugando con los filtros de sus sintetizadores analógicos, hipnótico. Solo sobró el momento saxofonista de dicho gurú (en según qué manos, instrumento de tortura por antonomasia). Por su parte Okkre, nuevo proyecto de Uge Pañeda (LCC), intercaló pasajes ambient y grabaciones de campo con momentos 4x4 muy del gusto del respetable. Nuestro penúltimo concierto corrió a cargo de Lusine, alias del estadounidense Jeff McIlwain, que venía a presentarnos su estupendo álbum "Sensorimotor". Hubo idm, breakbeat, glitch, acid, dance, pop, artesanía sonora… en definitiva, hubo muy buena música muy bien ejecutada. Mención especial merece el tema "Just a Cloud" y su video musical, que podeis ver sobre estas líneas... echamos en falta el cartel de "temazo". Para acabar, la segunda de las actuaciones de Atom Tm,  esta vez con un concierto titulado "Ground Loop" en el que dio paletadas de techno marcial de graves imposibles y precisión quirúrgica. Concierto con el que nos despedimos del L.E.V. hasta el año que viene. Texto: Hedda Ponze Fotografía: Piru de la Puente
    05/05/2018
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  • Crónicas
    Asistir a un festival suele ser, a priori, una buena experiencia. Y si ese festival es el BIME 2017 también lo es a posteriori. Por desgracia sólo pudimos acudir viernes y sábado al BIME Live, quedando las secciones BIME Pro (enfocada  a profesionales) y BIME City (con conciertos repartidos por la ciudad de Bilbao los días anteriores) para mejor ocasión. El festival se celebró una vez más en el Bilbao Exhibition Center, en Barakaldo, al que llegamos cómodamente en transporte público, y que cuenta con unos amplísimos espacios en los que acoger sin problemas ni agobios a miles de asistentes. Al recoger la preceptiva pulsera vimos que disponía de una pequeña tarjeta con varias funciones: monedero para cargar el dinero con el que efectuar los pagos de todos los servicios, tanto bebida como comida (y con devolución del sobrante en metálico, que tomen nota otros), pasar el control de acceso acercándola a un panel al entrar y al salir y contabilizar el número de vasos reutilizables que adquirías (para evitar abusos al devolverlos). A destacar que el sistema funcionó perfectamente todos los días y ciertamente agilizaba las colas. Entramos rápidamente en harina con el concierto de Pablo Und Destruktion, que se sobrepusieron a la sensible baja del bajista Ángel Kaplan con mucho oficio. Su renovada formación, en la que sólo permanecen el carismático Pablo García (obviamente) y Javier Bejarano (una de las mitades de Galgo) demostró estar bien acoplada y tener sobradas tablas. No podía ser menos tratándose de Alfonso Alfonso, guitarrista de Schwarz, y “Pibli”, Pablo González, batería con un currículum de asustar. Temas como “Powder”, “Pierde los dientes España”, “Busero español”, “Puro y ligero” o “La extranjera" fueron cayendo sobre un público no muy numeroso (dado lo temprano de la hora) pero entregado. Los hamburgueses Meute, autodenominados techno-marching band (ahí es nada) fueron los siguientes en actuar. Su propuesta de versiones de temas electrónicos, basada en potentes secciones de viento y percusión acompañadas por un dj es loable y tiene su originalidad, pero puede llegar a saturar, cosa que nos pasó a nosotros, y tras unos cuantos temas nos fuimos a reponer fuerzas. Tras una cena más que digna (¡gracias, chicos!) tomamos asiento ante el escenario Antzerkia. Don Bill Callahan nos esperaba. Armado con guitarra y armónica y el escueto acompañamiento de un guitarrista, el señor Callahan hizo un sobrio y solemne repaso por su discografía haciendo especial hincapié en sus últimos discos. Toda una suerte poder disfrutar de uno de los popes del indie de los 90. El grueso de los asistentes fuimos a ver a los renacidos Ride, con nuevo disco en circulación. Nunca hemos sido seguidores de los británicos, y aunque su actitud y sonido eran buenos, no consiguieron retenernos más allá de cuatro o cinco temas. Quizá nos sonaron demasiado poperos en esta ocasión, pero no los apreciamos como gran parte del público parecía hacerlo. Una pena. Vuelta al pseudo auditorio Anterkia para asistir al que resultó el concierto del día y del festival ex aequo con Exquirla, Einstürzende Neubauten. Estas leyendas vivas de la música industrial pusieron a todo el mundo en pie con su maestría tocando, su sonido impecable (aunque el cantante tuvo un momento de cabreo invasión-de-Polonia style por un problemilla nimio) y su entrega a pesar de llevar más de treinta años en el negocio. De hecho, no limitaron su repertorio a temas añejos, los publicados ya en el siglo XXI tuvieron gran protagonismo. Canciones atronadoras, inquietantes, delicadas en la perfección de su ejecución, que se convierten en una experiencia sensorial que hace trascender al que tiene la fortuna de contemplar su espectáculo. Como decía, triunfadores absolutos. Como curiosidad, Blixa Bargeld y Alexander Hacke salieron al escenario descalzos. Única similitud en su atuendo, de traje uno y pintas de heavy el otro. Después de tal exhibición de poderío les tocaba a Orbital mantener alto el pabellón. Hace 20 años lo hubiesen hecho. Hoy en día no. Siguen siendo muy buenos en lo suyo pero suenan a anticuado, a algo que se ha quedado atrás y que no nos despertó interés. Kiasmos, que cerraban el día en los escenarios principales, fueron una pequeña decepción, ya que no encontramos el punch experimental que tenían la primera vez que los vimos. Hicieron una actuación más convencional y accesible, que no mala, que puso un broche agridulce a la primera jornada. Tras los obligados pinchos por Bilbao (cuanto más voy, más me gusta) comenzamos la segunda jornada del BIME. Nos fuimos directos a ver a Melange y a disfrutar de su rock progresivo trufado de psicodelia y toques cinematográficos. Los tipos son unos auténticos virtuosos y su límite como músicos ni siquiera se vislumbra. Con su segundo disco a punto de publicarse, merecen un reconocimiento infinitamente mayor del que tienen. Grupazo. Todo lo contrario que Las Bistecs. Con un nivel musical inferior al espectáculo caló de la cabra subiendo la escalera, resultaron una mamarrachada soez y cutre. Esperamos no volver a verlas. Nunca. Personalmente tenía muchas ganas de ver el nuevo espectáculo de Delorean basado en la obra del cantautor vasco Mikel Laboa, cuya voz sampleada incorporan. Por desgracia, este tipo de electrónica más conceptual todavía les queda un poco grande. Carentes de emoción, se vieron perjudicados por unos bajos descontroladísimos que retumbaban de forma poco agradable. Lástima, porque son un grupo al que siempre habíamos disfrutado. Un sorprendente bocadillo de tortilla de patata con chistorra (recién hecha, ¡nada menos!) para quitar el mal sabor de boca y a por Exquirla. ¡Madre de dios! No tengo palabras para describir lo que vivimos con esta superbanda producto de la unión de Toundra y Niño de Elche. Post-rock y flamenco, vaya tela. Es inevitable acordarse del trabajo de Enrique Morente y Lagartija Nick al leerlo, pero Exquirla han conseguido darle una personalidad que perdurará en el tiempo. El buen hacer instrumental de Toundra resultó el fondo perfecto para que Niño de Elche nos sobrecogiese con su voz (un poco más alta hubiese estado mejor) y su sentimiento, envolviéndonos y despertando tal torrente de emociones que fue inevitable dejarse llevar y soltar alguna lágrima de gozo ante lo que estábamos presenciando. Extasiados y tremendamente agradecidos, el show finalizó con el público levantándose al unísono como si todos tuviéramos un resorte en nuestros asientos y aplaudiendo hasta doler las manos. Ésto provocó que la organización les permitiera un bis, igual que había pasado con los Neubauten el día anterior, por cierto. Fueron necesarios unos minutos para recobrarnos emocionalmente y movernos al  escenario principal donde hacía rato habían comenzado Franz Ferdinand. No es un grupo al que haya prestado demasiada atención más allá de algún hit (no así mi acompañante que cantaba y bailaba rememorando cuando los vio por primera vez allá por el 2004), pero ojalá hubiese podido ver algo más que seis temas (“Take me out”, “This fire” o “Always ascending” entre ellos), ya que la impresión que me dejaron es de ser una máquina perfectamente engrasada con pinta de funcionar siempre a un nivel muy alto. Gran sonido con la voz de Alex Kapranos siempre protagonista (merecidamente). Los siguientes eran otros de los capos de la electrónica del cambio de siglo: The Prodigy. Si se trataba de que hubiese estruendo con escaso sentido, hubo de sobra. Música más bien poca. Con las voces perdidas tras una batería atronadora y horriblemente distorsionada, The Prodigy acabaron literalmente con las fuerzas que reservábamos para Vitalic, al cual veremos en mejor ocasión. O mejor dicho, tras una actuación más digna. A pesar de éso, salimos del festival con un muy buen sabor de boca gracias al acierto organizativo y al altísimo nivel de un buen número de conciertos. Teniendo en cuenta  las cifras de asistencia dadas por la organización (quizá pelín infladas a nuestro parecer, aunque puede que incluyan las actividades de las tres ramas, Bime Pro, Bime City y Bime Live) y el buen resultado global, parece que el BIME goza de una salud de hierro. Y, visto lo visto, esperemos que por muchos años. Texto: Enkilking y Termanthia Fotografías: Termanthia
    02/11/2017
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  • Crónicas
    EL RUIDO Y LA FURIA En estos días inciertos que asolan la ciudad, en los que solo una extraordinaria dosis de fuerza de voluntad permite mantener la cordura y reprimir el irrefrenable deseo de lanzarse a las calles a quemar banderas, la celebración de una nueva edición del Primavera Club se presentó como una oportunidad única de evadirse por unas horas de la irrespirable actualidad política y social. Así, a resguardo de charlatanes, violentos y turbas encolerizadas, el ruido y la furia retornaron a su lugar correspondiente sobre los escenarios de una remodelada sala Apolo. Había gran expectación por descubrir la nueva cara de La 2, y los madrileños Favx ejercieron de inmejorables maestros de ceremonia, con una demoledora ráfaga de ruido blanco con guiños al grunge de los 90 con la que parecieron querer poner a prueba los límites del nuevo equipo de sonido. También Medalla, resurgiendo de las cenizas de The Saurs, supieron sacar el máximo provecho a todo el potencial que ofrece la nueva sala, presentando un reciente debut ("Emblema y Poder") que gana en intensidad sobre el escenario. Por su parte, los bilbaínos Vulk entablaron conexión directa con el norte de Inglaterra de finales de los 70 con una violenta descarga de punk de apenas treinta minutos que, siguiendo las huellas de Joy Division y The Fall, supusieron un puñetazo directo a la mandíbula: cero postureo, honestidad total. ​ Bien diferente fue la puesta en escena de Starcrawler; liderados por una magnética Arrow de Wilde de apenas 18 años y aspecto amenazador, los americanos tiraron de teatralidad en un efectivo y compacto set cargado de riffs y tics evocadores del hard-rock de la costa oeste y el glam-rock, dando muestra pese a su juventud de tener bien asimilados a clásicos del estilo, como Alice Cooper o los primeros Motley Crue. Pero si alguien desató una tormenta sobre los escenarios del festival, ese fue sin duda Benjamin John Power, mitad de Fuck Buttons, con su proyecto paralelo Blanck Mass, dando rienda suelta a un abrumador torrente de ruidismo industrial reflejo de estos tiempos convulsos y donde sólo hacia al final del set pareció dar una ligera tregua a la audiencia. Más previsible y plana resultó la presentación de DBFC, dúo formado por el inglés David Shaw y el francés Dombrance, que buscan unir el recuerdo del sonido madchester con el french touch en una combinación de ritmos pegadizos y estribillos de fácil digestión, pero que dejan un cierto regusto a déjavù. LOST IN TRANSLATION Es curioso cómo últimamente están proliferando los artistas que basan su directo en bases pregrabadas. ¿Falta de recursos? ¿Pereza? Sea como sea, lo cierto es que en esta edición volvimos a presenciar alguna de estas propuestas. El londinense PAULi llegaba con su notable EP de debut (“The Idea of Tomorrow”) como prometedora carta de presentación, “un cuento de hadas afrofuturista” según sus propias palabras. Sin embargo, a pesar de la entrega que demostró sobre el escenario, el hecho de que su puesta en escena se redujera a su sola presencia y su voz sobre las pistas que iba soltando, deslució una actuación que había levantado gran expectación, si bien toda la pista terminó agitándose al ritmo de la final “I don’t care”.  También una base electrónica, de escandinava frialdad en este caso, sirvió al dúo Smerz para acercarnos a un R&B de corte ambiental y minimalista, agradable y delicado, pero de pobre presencia sobre el escenario. A su vez, los turcos Jakuzi ofrecieron una revisión del synth-pop de nueva ola en versión crooner que resultó interesante por momentos, si bien el formato de voz y batería adolecía de contundencia. Por lo tanto, puestos a presentarse em solitario sobre el escenario, pareció más honesta la propuesta del neoyorquino Gabriel Garzón Montano, quien parapetado tras el teclado sirvió una fina y elegante ración de neo soul y R&B que, aunque rozando peligrosamente lo mainstream, fue del agrado del amplio público que incluso llegó a festejar los ritmos latinos con los que Gabriel honró sus orígenes colombianos. OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS Tres nombres más destacaron entre las jornadas del viernes y el sábado. Por un lado, los jóvenes Poolshake se convirtieron instantaneamente en una de las sorpresas del festival gracias, en parte, al desbordante sentido del humor de su líder, que en su primera interpelación al público consiguió metérselo en el bolsillo, y en mayor medida a unos temas de elegante pop cristalino con tintes de chillwave y psicodelia pop herederos de bandas como Wild Nothing o Real Estate, homenaje incluido a los justamente recuperados The Wake con una versión de su estupenda "Pale Spectre". También joven, jovencísimo incluso y ofensivamente talentoso resultó ser el británico George Van der Broek al frente de sus Yellow Days, ofreciendo una hora de emotivo soul y blues atemporal subrayado por su voz resquebrada. Y, por último, uno de los nombres más esperados a priori era Gold Connections, liderados por Will Marsh, compañero de fatigas de Will Toledo de Car Seat Headrest. Y si bien el setlist evidenció algunos altibajos, perdiendo en frescura y pegada cuando se escoraba hacia el neo-country, cierto es también que temas como "Faith in Anyone" o "Isabel" brindaron algunos de los momentos más destacados de la noche, especialmente para los nostágicos del indie-rock noventero en la senda de Sebadoh o Pavement. Texto: Sergio Rodríguez Jurado Fotografías: Alba Rupérez (cedidas por el Primavera Sound)
    29/10/2017
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    Como era de esperar,  la segunda edición del Chanquete World Music 2017 culmina el periodo estival de manera contundente convirtiéndose en unos de los festivales determinantes en el Sur de Andalucía por segundo año consecutivo. El Chanquete World Music irrumpía con fuerza en 2016, suscitando un importante reclamo de público, sentando las bases con un gran cartel en conexión a un ambiente óptimo acoplando el mar, la música y el sol.   En esta segunda edición afianza y ajusta las medidas a una producción que no sólo mejora sus instalaciones con la implantación de dos escenarios sino que incrementa los espacios con zona de artesanía, puestos de comida y de descanso, con un 100 % de ocupación hostelera y Camping Pack. Todo un despliegue de prestaciones con cerca de 24.500 metros cuadrados de superficie para la comodidad de los asistentes y  el firme compromiso de la organización en torno a la ecología sostenible con la utilización de vasos ecológicos y su apoyo en la ejecución de la limpieza de La Playa de “El Playazo” Nerja, horas después de concluir el festival.   Con este marco incomparable, y un cartel musical de primera línea Nacional e Internacional, la segunda edición del Chanquete World Music congrega a más de 10.000 personas que provienen de diferentes puntos de España y Andalucía, con viajes organizados desde todas las provincias andaluzas.   Desde primera hora de la mañana la Playa de “El Playazo” registraba una atmósfera festiva concentrando a los primeros “Chanqueteros” que acudían a taquilla desde las diez de la mañana para canjear sus entradas y acceder al recinto en la apertura de puertas prevista a las cuatro de la tarde.   Como representación local abrían cartel La Vihen Zanta, una propuesta canalla e irreverente que mezcla en partes iguales el reggae, ska y el punk, cumpliendo sobradamente la difícil misión de calentar motores en un evento de esta envergadura, continuaría el testigo los rinconeros Malaka Youth repasando parte de su repertorio conectando con armonía con el público que comenzaba a llenar la explanada.  El ambiente se iba incrementando cuando salieron a escena los navarros Iseo & Dodosound, una de las grandes revelaciones de la escena “Dub” de nuestro país. El cordobés Mario Díaz supo ganarse al público desgranando su último álbum titulado “Rock My Reggae”, así como algunos cortes de su proyecto anterior con Aslándticos.  El rapero madrileño C.Tangana hizo bailar con intensidad durante su participación en el festival gracias a “Mala Mujer”, una de las canciones con más presencia en las radio fórmulas de nuestro país durante este verano.   Llegaba el punto álgido del festival pasadas las nueve de la noche con la salida al escenario de los bosnios Dubioza Kolektiv, posteriormente desfilarían por ambos escenarios y manteniendo la inercia del buen clima que se respiraba en el entorno, la rapera gaditana La Mala Rodríguez, Miguel Campello, Estricnina, Fyahbwoy, los Cubanos Orishas y como broche final Eskorzo y el Dj Carlos Jean.   Un cartel compuesto por trece artistas y formaciones que contaba con la presencia del Rap, Rock, Hip Hop, Reggae y la fusión. Con más de 15 horas de potentes directos sobre dos escenarios que conjugaban todos los estilos musicales posibles, en bucle y sin respiro. Un auténtico ejercicio de vitalidad que una vez más denota el gran trabajo llevado a cabo por la organización del festival. Recuerda que puedes consultar el cartel completo o ver el canal de vídeos del festival en la página del Chanquete World Music Festival 2017 de FanMusicFest.
    18/09/2017
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    Como rezaba el arco de entrada a Mendizabala “Al Azkena se va y punto”, frase que condensa perfectamente la esencia del festival vitoriano. Aunque después de 16 años el formato festivalero se ha ampliado con nuevos servicios y actividades extramusicales (proyecciones, lucha mexicana, acrobacias motociclistas, más oferta gastronómica e incluso dinero virtual) el alma rockanrolera sigue intacta. Este año encarnada en nombres propios más que en bandas, amén del Sr. John Fogerty y el Sr. Chris Isaak.   Abrimos fuego el viernes con los sucios y energéticos Crank County Daredevils, que salieron al escenario con su cantante Scotty P. abrazado a una botella de Jack y dispuesto a pasárselo bien. Casi al tiempo (y por segunda vez) en el escenario principal hacían acto de presencia Cheap Trick, que con su mezcla de hard rock de los 80 y toques pop le dieron a la gente exactamente lo que esperaba de ellos. Rick Nielsen mostró su catálogo de guitarras y repartió excedente de púas mientras su cantante Robin Zander cumplía con su papel de frontman. Y por supuesto sonó “Surrender”. Continuamos la sesión con la banda sueca Graveyard, que nos obsequió con uno de los mejores conciertos del festival. A pesar de un año algo confuso sobre su continuidad, su blues rock setentero sonó contundente y sin fisuras.   Y la leyenda viva del rock se subió al escenario. John Fogerty situó a las 17.000 almas allí congregadas en el contexto histórico de la contracultura americana con un video algo nostálgico, para después darnos en el corazón con “Born on the Bayou” y temas clásicos (sí, del siglo pasado) como “Down on the Corner”, “Green River”, “Fortunate Son” o “Have You Ever Seen The Rain”, que dejaron claro que el legado de la Creedence sigue vivo. Rock and roll con mayúsculas, gran sonido, una banda solventísima, su propio hijo acompañándole a la guitarra y la colección de temas atemporales consiguieron que el legendario artista se metiera al público en el bolsillo. Todavía emocionados con Fogerty asistimos al concierto de Hellacopters. Por suerte, Royale y Dregen consiguieron disipar el recuerdo del nefasto sonido de su anterior visita, y dejaron claro que aún son una banda a tener en cuenta.   El sábado arrancamos la jornada en el tercer escenario (escenario Love). Desde Nueva York, unos Psychotica con mucha pose y sin batería hicieron que la zona Trashville (que agrupaba diversas actividades) pareciese atractiva. Ahí nos tropezamos con el dúo enmascarado Pelo Mono y su sonido surf, que a muchos nos hizo decir finalmente no a Loquillo, a esa hora sobre el escenario Respect.   Aunque Michael Kiwanuka, el alma negra de esta edición, estaba dando su ración de soul-funk en el escenario principal, los británicos Thunder nos llamaban a desplazarnos para disfrutar del hard rock clásico y divertido. A su cantante Danny Browes parecen no pesarle los más de 25 años en la escena musical, y consiguió que el público disfrutase y corease “Dirty Love” o “I Love You More Than Rock´n´Roll”. Seguro que con este concierto consiguieron un puñado de nuevos adeptos.   Y por fin a la carga el gran Chris Isaak, otro de los pesos pesados del cartel. Sin estridencias (salvo las de los brillos de sus fabulosos trajes) y con sus archiconocidos “Wicked Game”, “Blue Hotel” o “Graduation Day” y unas escogidas versiones como “Ring of Fire”o “La Tumba será el final”, volvió a dejar (como en su anterior paso por el Azkena) un gran sabor de boca en Mendizabala. El tipo entiende el showbusiness, lleva treinta años con los mismos músicos y tiene una clase indiscutible. Hay que rendirse y decir: “vuelva usted cuando quiera, sr. Isaak”.   Como cierre aún quedaban The Cult (advertencia: no soy imparcial con esta banda). Conciertazo de Ian Astbury, que nos hizo dejarnos la garganta en “Sweet Soul Sister”, “She Sells Sanctuary”, “Love Removal Machine” y temas grabados a fuego en la historia del rock como “Fire Woman”. Broche final para un Azkena que sigue estando a la altura de sus siempre críticos asiduos, que ya sopesan hacerse con sus abonos para 2018. Una nueva edición que para abrir boca ya ha confirmado a los australianos Beasts of Bourbon.   Porque, como comentaba al principio, al Azkena se va. Y punto. Srta. Analógica
    06/07/2017
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    Texto y fotos: Ash Campbell                                          Relacionar el mes de mayo con el Otero Brutal Fest empieza a resultar inevitable y tengo la sensación de que muchos de los que asistieron los días 5 y 6, en Oviedo, a la quinta edición del festival opinan de la misma forma.  Llovía a mares cuando llegamos el viernes al recinto que albergaba el evento. La primera diferencia que pudimos apreciar con respecto al año pasado es que los stands de merchandising se habían trasladado a unas carpas paralelas a la principal, dejando así más espacio para el público. También consideraron oportuno eliminar una de las barras a las que acudir en busca de refrigerios. Un acierto porque se ganó aún más espacio y en ningún momento apreciamos agobios a la hora de refrescar la garganta. Tampoco vimos rastro alguno de los que llamaban al boicot activo al festival y a las empresas  y marcas que lo patrocinaban, debido a la inclusión en el cartel de Soziedad Alkoholika. Tal vez recapacitaron e hicieron caso de la sentencia que absolvió al grupo hace casi una década de todas esas falacias. Una vez dentro de la carpa, nos acercamos al escenario donde Elephants daban comienzo a su show. Procedentes de Rouan (Francia), su actuación en el Otero era la penúltima dentro de la gira europea que estaban haciendo conjuntamente con Worst. Ambos grupos fueron los encargados de hacer que el hardcore tuviera su espacio en un día orientado mayoritariamente al metal.  Los primeros trataron de caldear el ambiente con los temas de su único disco, "Sickness Before Uss". Lástima que el público aún fuera escaso y poco receptivo. A otro nivel estuvieron los brasileños, Worst. Con mucha más presencia en el escenario que sus predecesores, descargaron un hardcore realmente contundente. Al día siguiente terminaban la gira en Bilbao y las fechas no cuadraban, pero merecían haber tocado el sábado en un lugar más destacado. Pegadle una escucha a "Born In The 3rd World", perteneciente al split "Violent Assault from the Southern Hemisphere", y sabréis de lo que hablo. Con la actuación de Trallery llegaba uno de los momentos más deseados del que escribe. Tuve ocasión de verlos en dos ocasiones, cuando presentaban su anterior disco, y en ambas me dejaron con la boca abierta. Su nuevo trabajo,"Spriritless", es más complejo que su predecesor y supone un gran salto en la evolución musical del trío mallorquín. ¿Qué tal lo defenderían sobre el escenario? Pues tremendamente bien. Prueba de ello fueron "Spiritless", tema que abre y da nombre al disco, "Evil Pride", que en cierta manera me recuerda al metal de los años 90, "Unknow Confusion" y "Hunt To Kill" . "White Shadow" y "Collateral Damage", de su primer trabajo, hicieron que casi se me saliera la cabeza de los hombros. La única pega fue la hora escasa que tuvieron para tocar, pero en los festivales ya se sabe. Posession (no confundir con los belgas, Possession) es una veterana y muy conocida banda asturiana con un sonido que se mueve entre el death, el sludge y el thrash metal. Una de las principales características del grupo es la combinación de la voz de Titi con las guturales del bajista de la banda, Xuxo, que sumado a unas melodías malévolas y oscuras consiguen que sus directos te atrapen completamente. De las cuatro o cinco veces que los he visto en directo, esta fue la mejor. Mención especial a las partes instrumentales de "Mortorum de Monto" y a "El Último Día". Una gozada. En la primera mitad de la década de los 90 no existía internet (al menos no como lo conocemos ahora) y para disfrutar de los videoclips de tus grupos favoritos había que rogar a aquellos privilegiados que tenían la Mtv que te grabaran todos los programas de Headbangersball que humanamente entraran en una cinta VHS de cuatro horas. Y así, entre Pantera, Sepultura y Biohazard, un buen día aparecieron Crowbar: unos tipos con cara de muy mala leche que desde un primer momento encajaron perfectamente con lo que yo buscaba. Casi 25 años después, colocado en primera fila, pude apreciar que Kirk Windstein, centrado ya totalmente en el grupo, después de finalizar su etapa con Down, sigue en plena forma. Una gozada también la vuelta al grupo de Todd "Sexy T" Strange, cuyo bajo sonó apabullador y aportó muchísima fuerza al característico sonido lento y pesado de la banda. Entre mis favoritas, "Hight Rate Extintion", "Existence Is Punishment",  "All I Had (I Gave)" y la melódica "Planets Collide". Delicioso riff el de esta última, por cierto. Soziedad Alkoholika también estaban entre mis favoritos cuando era un veinteañero, pero a partir de "Ratas" les perdí la pista. Así que mi primera escucha completa desde entonces a uno de sus discos se la dediqué a su último trabajo, "Sistema Antisocial". El espíritu del grupo sigue siendo el mismo: meten el dedo en la llaga y siguen llamando a las cosas por su nombre, pero echo en falta el cachondeo y el humor negro tan característico de sus primeros álbumes. Grata sorpresa la colaboración de Barnie Greenway, de Napalm Death, en "Policías en Acción". En lo que respecta al directo, nadie puede negar que son unas auténticas bestias, con unas tablas sobre el escenario que solo poseen los curtidos en mil batallas. El grupo forma un combo que funciona a la perfección, pero por encima de todos destacaría la labor de Juan, uno de los vocalistas más carismáticos del panorama nacional. Disfruté mucho con "Causas Podridas", "Polvo en los Ojos", "Sistema Antisocial" "Niebla de Guerra", "Cadenas", "Policías en Acción", "Piedra contra Tijera", que dedicaron a "las leyes mordazas y fascistas", y directamente me volví loco en los pogos con "Cienzia Asesina", "Contra la Agresión Kastrazión", "Padre Black & Decker", "Ratas", "No Kiero Participar" y, por supuesto, la emblemática "S.H.A.K.T.A.L.E". El sonido pudo ser mejor, sí, pero nadie puede discutir que fueron las estrellas indiscutibles del viernes. Tras un pequeño retraso, Onslaught salieron a escena. Decir de ellos que son un virtuoso grupo de thrash metal británico y que su vocalista, Sy Keeler, tiene una voz prodigiosa para su edad. Me gustó mucho también Iain GT Davies en la guitarra a pesar de que esta sonaba demasiado baja. Pero después de tres o cuatro canciones se me hicieron tremendamente monótonos y aburridos.  El hambre apretaba, así que dejamos el concierto a medias y nos fuimos a comer algo. El stand de la comida se trasladó este año a la carpa principal y ,como el año pasado, se podía elegir entre los típicos bocadillos variados y la comida vegana. Rompiendo tópicos diré que las hamburguesas veganas estaban increíblemente buenas. Siento auténtico fervor por Angelus Apatrida. Como auténtico fan tengo todo lo que han editado hasta la fecha (salvo las demos) y, en mi opinión, son el mejor grupo de thrash metal que ha tenído y tiene este país. También ellos salieron con un poco de retraso, pero lo que vendría después compensó la espera. A su último trabajo, "Hidden Evolution", le dieron un buen repaso con trallazos como la canción que da nombre al disco, "Hidden Evolution", "Inmortal", "End Man", "First World of Terror" o "Sepents On Parade". Los circles pit se sucedían sin cesar mientras la banda atacaba a sus anteriores trabajos con temazos tales como "Of Men And Tyrants", "Violent Dawn", "Give'Em War" y "Thrash Attack", que haciendo una excepción se dedicaron a ellos mismos. Remataron el concierto con el ya clásico "You Are Next". Para esta última canción contaron con la participación de Dr. Ape, de Dr. Living Dead, que saltó al escenario para interpretarla con ellos.  Acabamos la jornada completamente agotados, pero felices y entusiasmados no solo por la música, sino por el buen rollo que se respira en el festival. Hay mucho feeling en el trinomio grupos/público/organización y eso se nota y se agradece. El sábado, después de disfrutar de la gastronomía asturiana y aún con resaca del día anterior, volvimos a la carpa donde Mindtaker descargaban su thrash con tintes crossover. Al igual que el año pasado, el festival tenía su propia moneda, así que lo primero que hicimos fue cambiar euros por "oteros" para la correspondiente ración de cerveza. Curiosamente, en ese preciso momento, los portugueses tocaron "Drink Beer For Thrash". Muy apropiado. Payback son los siguientes. Procedentes de Gijón, practican un metalcore muy potente, que hace que buena parte de las primeras filas deje de lado el estatismo y se empiece a animar con los circle pits. Desbordan actitud y mala baba en el escenario, además de en las letras de sus canciones, donde no dejan títere con cabeza. Altamente recomendable su disco, "Indestructible", del cual pudimos escuchar "Redención" y "Fuego en el Cielo", entre otras muchas. Terminan el concierto con agradecimientos a la organización por contar con ellos, destacando que "se juegan los huevos sin Monster ni Jägermeister", mientras suena de fondo "There Is A Light That Never Goes Out", de  The Smiths (!). La propuesta de The Arson Project sube el listón considerablemente en lo que a música extrema se refiere. Veteranos de la escena grindcore europea, no ha sido hasta esta primavera cuando han publicado su primer Lp, después de una demo, un EP y un split. El disco del que os hablo se llama "Disgust" y los asistentes al Otero fuimos testigos, casi en primicia, de su presentación en directo. Su actuación fue brutalidad pura y dura y solo se vió empañada por el pequeño problema que hubo con el micro de su vocalista, Niklas Larson, al inicio del concierto. El propio Larson fue quien más destacó encima del escenario, sin parar de moverse de un lado a otro, golpeándose el pecho y dejándose la voz en cada tema. El de Come Back From The Dead fue uno de lo conciertos que más disfruté del día. Ellos se definen como death metal de la vieja escuela, pero yo creo que su música tiene muchos más matices a tener en cuenta. Su primer LP se llama "The Coffin Earth´s Entrails" y es un álbum tenebroso y oscuro a más no poder, con unas letras que, definitivamente, contribuyen buenamente a ello. En directo suenan como una apisonadora, realmente contundentes. Temazos como "Hell Inside" o "Krakenstein" fueron un claro ejemplo de lo que estoy diciendo. Me parece muy interesante cómo este último combina partes rápidas con otras lentas y pesadas, al más puro estilo Sabbath. Una vez más, la pega fue la escasa duración del concierto, que acabaron cortando de golpe entre silbidos y voces de "otra, otra", seguramente para evitar retrasos con el resto de actuaciones. Los siguientes fueron Katran, un grupo de metalcore croata que, por mi parte, se lleva el premio al peor sonido de la jornada. El bajo y los sonidos graves se oían excesivamente altos y empañaron considerablemente el de las guitarras. Una lástima, porque su disco homónimo suena estupendamente bien. Si seguimos con los premios, H2O serían los indiscutibles ganadores en la categoría de grupo más divertido. Procedentes de Nueva York y liderados por el incombustible Toby Morse, pusieron patas arriba el festival con un hardcore punk que animaba a saltar, bailar, hacer mosh... cualquier cosa menos estar parado. Morse fue el primero en saltar a la tarima/barrera que separaba el escenario del público, para correr y cantar entre las primeras filas toda la retahila de canciones cortas, rápidas y muy pegadizas que conformaron su setlist. "One Life, One Chance", "Faster Than the World" y "Fairweather Friend" fueron buena muestra de ello. Para el final se guardaron "Nothing to Prove" y "What Happened", que llevaron a la catarsis a todos los que allí nos congregábamos. Una experiencia inolvidable. Les tocaba el turno a Ignite, una veterana banda cuya propuesta es un punk rock melódico con ese sello tan reconocible made in USA. Me gustaron "Veteran", "Know Your History", "A Place Called Home" y, sobre todo, "Bleeding". Muy curiosa la versión acelerada del  "Sunday Bloody Sunday", de U2, que se ha convertido en un clásico de sus directos. El problema que tengo con estos tipos es que para un rato están bien, pero a la larga me resultan excesivamente empalagosos.   Dejemos atrás el punk y pasemos a uno de los máximos exponentes del hardcore neoyorkino: Madball. Sin duda, fueron los que mejor respuesta obtuvieron del público , con un llenazo record en el festival. En todo momento, el grupo se mantuvo muy cercano a sus fans, sobremanera su vocalista, Freddy Cricien, que se pasó medio concierto en las primeras filas, corriendo de un lado a otro y ofreciendo el micro a todo el que quisiera cantar con él. Sus raíces latinas le permitieron dirigirse al personal en un perfecto castellano, teniendo además el detalle de dedicar varias canciones al que fuera alcalde de Viveiro y uno de los responsables de que el Resurrection Fest sea lo que hoy es, Melchor Roel, fallecido hace unos años. En lo que respecta a su setlist tocaron "Hardcore Lives", "Smell the Bacon", "Set It Off", "Born Strong", "100%" y "Pride", entre muchas otras.  Teníamos hambre, así que para poder cenar tuvimos que conformarnos con escuchar a Anal Hard de fondo mientras devorábamos un par de vegamburguesas.  Para cuando Pandemia salieron al escenario, el número de personas que había en la carpa se había reducido de manera importante. Los thrasers cántabros pusieron igualmente toda la carne en el asador y presentaron algunos de los canciones que aparecerán en su próximo álbum y que grabarán el próximo verano. De entre sus temas clásicos destacaría "Eat My Guts", tema que protagonizó su primer videoclip. En definitiva, disfrutaron de un gran sonido y los tipos saben lo que se hacen, pero a otras horas y en otras circunstancias los hubiera disfrutado mucho más.  Dr. Living Dead fueron los encargados de cerrar el festival. Procedentes de Suecia, combinan a la perfección el crossover de su propuesta musical con el puntillo teatral que les aportan sus cadavéricas máscaras. Sin parar de saltar y moverse por todo el escenario, sus miembros descargaron su característica mezcla de thrash y hardcore para deleite de todos los que no quisimos perdernos su actuación. Una auténtica gozada poder escuchar en directo trallazos como "Civilized To Death" o "TEAMxDEADx", pertenecientes ambos a su magnífico último trabajo, "Crush the Sublime Gods". Tampoco se le hizo ascos a temas pertenecientes a anteriores discos, como "Gremlins Night" o "Dr. Living Dead". La voz de su vocalista tal vez no estuviera en su mejor momento, pero eso no resto ni un ápice de fuerza al fiestón que significó su show. Y si no que le pregunten a Guillermo, de Angelus Apatrida, que se jugó el físico varias veces en unos arriesgados mosh.  Una vez finalizado el concierto y el festival, abandonamos el recinto y nos dirigimos en taxi al hotel, mientras comentábamos los detalles del día y nos preguntábamos el por qué de la excesiva presencia policial, cuando el festival se distinguió en todo momento por el buen rollo y la sensación de camaradería entre todos los presentes. En fin, que nos quiten lo bailao.
    17/05/2017
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