-¿Te imaginas la edición 300 del L.E.V.?
Una vez llegamos a la nave, tuvimos que elegir entre ver la actuación de Matthew Biederman y Pierce Waanecke o hacer cola para activar la recién instaurada pulsera monedero. Elegimos esto último creyendo que la mayor parte del público ya la habría activado y que el proceso duraría unos minutos. Tres cuartos de hora más tarde, aun seguíamos esperando a que nos atendiese un personal eficiente pero del todo insuficiente. Por otro lado, es la primera vez que me cobran un vaso en un festival y no me reintegran el importe al devolverlo, obligándote a llevarlo siempre encima o adquirir varios vasos de recuerdo. Punto negativo. Ya cerveza en mano (exquisita La Salve "edición LEV", punto positivo), pasamos del infierno noise digital (guitarra incluida) de unos Bliss Signal cercanos al post-rock de Explosions in the Sky a la clase de unos Overmono divertidos y poliédricos que nos pusieron a bailar por primera vez en la noche y nos hicieron añorar la electrónica rave e idm de los 90. A propósito, los interludios entre conciertos fueron elegantemente vestidos por estrellas del sello Warp de esa década como Autechre o Boards of Canada. Abandonamos el recinto mientras escuchábamos la electrónica oscura de diseño de una Hiro Kone que se hubiese beneficiado de una programación más temprana: tras la fiesta techno de Overmono, no estaba el cuerpo para propuestas "serias".
Texto: Hedda
Fotografías: ©LEVfestival_Elena de la Puente