Con un nombre como Unknown Mortal Orchestra te puedes esperar muchas cosas (y no todas buenas, hay que decirlo). Y al saber que son de Nueva Zelanda, patria del tipo más raro del pop (por decir algo) contemporáneo, Connan Mockasin, uno siente tanta atracción como pavor ante lo que se puede encontrar.
¿Y qué es lo que hay en esta banda? Pues melodías pop pasadas por una instrumentación lo-fi que juega con ritmos que tiran hacia el funk gracias a la fuerte presencia de un bajo saturado y una batería seca, pero en el que las guitarras tienen un papel importante combinando punteos entre lo bonito y lo extraño con acordes cortantes.
Su web oficial describe su sonido como “Captain Beefheart, Sly Stone y RZA improvisando el tema principal de un show televisivo para niños demasiado oscuro para ser emitido”. Las referencias se agolpan en la cabeza ya que la música de ‘Unknown Mortal Orchestra’ desprende cierto aroma de refrito de muchos estilos: la no wave a lo James Chance and The Contortions, un funk-pop a medio camino entre David Bowie y Prince e incluso el aire despreocupado de los Moldy Peaches. Sin embargo, las canciones son pegadizas.
¿Y quién es el responsable de todo esto? La mente pensante detrás de Unknown Mortal Orchestra es Ruban Nielson, que regresó a su Nueva Zelanda natal tras haber estado viviendo en Portland, Oregón, donde tocaba en una formación punk-pop bastante desprejuiciada llamada Mint Chicks. Regresó a las islas donde se crió buscando un trabajo normal y corriente pero no pudo evitar de nuevo la llamada de la música, dando una vuelta de tuerca al estilo de los Mint Chicks y añadiendo a las canciones un ritmo más sincopado.
En resumen, la música de la Unknown Mortal Orchestra llama la atención en un primer momento por su sonido descacharrado, pero la mantiene gracias a unas canciones que esconden un corazón pop y un espíritu más lúdico que iconoclasta.