Cuando The Courteeners comenzaron a despuntar allá por 2008, la prensa especializada británica nos los presentó como si fuesen la reencarnación de Oasis con características de Morrissey. Vamos, que iban a ser lo máximo. Pero su primer trabajo, St. Jude, demostró a propios y extraños que esas afirmaciones eran una exageración, quizá debida a la ansiedad por encumbrar a una banda salida de Manchester, ciudad que hay que reconocer que sufre una sequía de grandes grupos en los últimos años.
Ya en 2010, Liam Fray y compañía vuelven con su segundo disco, Falcon, con la esperanza de reclamar ese lugar privilegiado para el que fueron señalados pero al que no habían conseguido escalar fuera de su ciudad natal. El álbum arranca con The Opener (muy originales al titularlo, todo sea dicho) y Take Over The World, dos canciones con las que ya nos queda claro por donde van a ir los tiros. Para empezar, es evidente que este grupo no busca innovaciones, pero sí grandes estribillos que suenen con fuerza al ser interpretados en directo. Y, desde luego, que estamos ante un grupo ambicioso con grandes expectativas puestas en este álbum, como demuestra el título de la segunda.
Cross My Heart & Hope To Fly muestra un lado más melódico de la banda, pero es con su single You Overdid It Doll cuando nos cruzamos con el primer momento destacable del disco. De pronto, el ritmo disco de esta canción nos sorprende por inesperado hasta completar una canción muy bailable y pegadiza pero que quizá acaba por hacerse algo repetitiva.
Good Times Are Calling llama la atención por su optimismo contagioso, tanto en la letra como en la melodía (tal y como están las cosas, se agradece una canción con esta temática). Por supuesto, en un disco de este tipo no podían faltar tampoco las baladas de rigor, Cameo Brooch y Last of the Ladies, ambas claramente compuestas con intención de lograr momentos mechero en mano en sus conciertos, aunque demasiado, digamos, cursis.
Pero The Courteeners se han guardado los mejores estribillos para el final, donde nos encontramos con Sycophant, un tema que va creciendo progresivamente hasta alcanzar un rotundo estribillo; Scratch Your Name Upon My Lips, una canción perfecta para reproducirla un sábado noche en cualquier discoteca indie; y Will It Be This Way Forever?, un épico final para este disco.
No se puede negar que la banda de Manchester ha dado un paso adelante con respecto a su primer trabajo, pero también es cierto que les queda un largo camino por recorrer para llegar al nivel de las bandas a las que aspiran a suceder. Lo que sí apunta este disco es que pueden haber encontrando el camino correcto para llegar algún día a conseguirlo.