Mucho se ha hablado sobre estos londinenses originarios de Glasgow, Veronica Falls, en su cruzada por recuperar y rehacer el sonido del indie británico de mediados de los 80, en particular esa variedad lánguida, de baja fidelidad, que destapó la revista NME con su famosa (y según para quién, incluso infame) cinta de cassette “C86”. Este tipo de estética sólo se había vuelto a tocar en tiempos recientes en América, donde bandas como Vivian Girls, Best Coast y Dum Dum Girls han estado en los últimos años sacándole todo el jugo al asunto. Eso teniendo en cuenta de que estamos hablando de un estilo de música tan evanescente que a veces puede parecer inimaginable que de él salga tanto jugo.
La gran diferencia entre las bandas americanas y sus influencias británicas está en que los americanos han conseguido que la fórmula sea exitosa. Así que últimamente se ha incrementado el entusiasmo hacia esta banda local, con capacidad suficiente para competir con sus colegas al otro lado del charco, y con la autenticidad añadida de haberse originado en Glasgow, la patria espiritual del twee-pop. Su buena reputación en directo ha ido madurando a lo largo de muchos conciertos (empezaron como teloneros de The Pains Of Being Pure At Heart, que es un muy buen comienzo), y ha continuado con una serie de singles brillantes.