Arrimándose a lo más oscuro del post-punk y recuperando con un plus de tensión el sonido de bandas como Bauhaus, el californiano multiinstrumentista Luis Vasquez no sólo ha conseguido llamar la atención de Captured Tracks, sino que ha abierto una nueva vía en el revival de los ochenta acercándose no tanto por la vía de la tensión y la distorsión como por la de las atmósferas gélidas, los paisajes desolados y el pop altamente inquietante.
Como pocos libera el gusto por un sonido vintage y analógico, anguloso y geométrico, de un bagaje post-punk, protogótico y pre-industrial de los 70-80. Y como pocos lo reorienta expresivo hacia la cold y dark wave más contemporáneas, pop y consumibles, aunque provistas de una impronta desapacible e incómoda, exquisita, entre una melancolía apocalíptica plateada y un futurismo narcótico en blanco y negro con cuya abstracción y grano nos seduce. Un sonido que destaca en lo textural y evocativo y que representa con exactitud la deformación del aislamiento emocional en los contextos post-industriales y la ansiedad vital del siglo XXI. Uno que, en sus propias palabras, traduce las emociones alucinógenas de una ciudad como la que le hospeda, San Francisco, tamizando inconscientemente su arquitectura, sus paisajes, su música y gente. En una luna pálida y desvaída.
Hay algo patológico, sintético (y enormemente estético) en el sonido de The Soft Moon, desde la plasticidad de sus cajas de ritmo vintage, sus elásticos bajos y guitarras hiptnóticos y obsesivos, perturbados; sus bisbiseos que también son loops organizados entre la angustia y el terror; las aristas cortantes de sus sintetizadores gélidos y las llagas abiertas de sus sollozados gemidos de ecos metálicos. Oxidados. Y también lo hay en los diseños de sus portadas (y en los títulos de sus canciones), que bien podrían ser trabajos de Kandinsky, Rodchenko o El Lissitzky. De nuevo post-Factory y post-Crépuscule, pues también hay una eufonía del compás mecánico y de fábrica, también crepuscular, además de sorber y exhalar ambos sellos con cada uno de sus temas. Los errores, la esperanza, el miedo, la muerte, la curiosidad, la paranoia, el horror, la ciencia ficción de los ochenta, el desierto, la infancia o el subconsciente son los conceptos en los que Luis Vasquez encuentra su inspiración para desarrollar sus canciones. Y en su habilidad para combinarlos y hacer de ellos experimentos motores, dinámicos, en sinfonías agitadas y vaivenes de trémolos y vibratos de agudos perseverantes, ritmos constantes, hálitos sincopados y espirales únicas de guitarras y bajos, está su acierto y su mayor virtud. Creaciones de una belleza nerviosa, frenética y torturada, de una tensa narrativa para una pesadilla soñada en cine absoluto, abstracto, cine ojo y experimental (a la Léger, Eggeling, Richter, Ruttmann, Moholy-Nagy o Vertov –aquí el vídeo de Ron Robinson para Circles-) con apariciones actualizadas de Suicide, Disco Inferno, The Cure, Joy Division, OMD y Bauhaus. Más lejos, más cerca. Satélite natural. The Soft Moon. Avant-garde sonora y esplendor lunar.