Envuelto de un misterio tanto o más enigmático que el que rodea a Salem, el joven británico que opera bajo el nombre de Gold Panda ha conseguido escalar la cima de la electrónica contemporánea sin necesidad de arrimarse al dubstep. De hecho, podría decirse que la música del de Essex se sitúa en las antípodas del dubstep para bucear en la IDM de acabado melódico y con tentáculos abrazando la psicodelia, la indietrónica de Morr Music y exóticas excursiones alrededor del planeta.