Todo dúo chico-chica tiene resonancias, cómo no, a Hazelwood y Sinatra, o Gainsbourg y Birkin. Claro que Elle Belga tampoco desentonarían con Dean & Britta, o con She & Him, en un hipotético festival de duetos para el recuerdo. Después de haber explorado el camino del rock en los márgenes de su sonido en bandas como Manta Ray o Viva las Vegas, Josele García se asoma junto a Fany Álvarez al cauce del pop de regusto clásico con Elle Belga, un proyecto centrado en el espacio que ocupa la voz dentro de cada canción y con claros referentes como Vainica Doble, Paco Ibañez, Johnny Cash o M. Ward.
“Aquello que hagamos deberá poder ser silbado” es un planteamiento sencillo, probablemente la idea menos mareada que haya asaltado a José Luis García a la hora de enfrentarse a la preparación de un disco. El que fuera responsable de Manta Ray y Viva las Vegas como guitarrista, cantante y compositor ha elegido formas más definidas para las canciones de Elle Belga, haciendo que la claridad primara sobre las texturas o los recovecos del sonido, apartando cualquier pretensión e inclinando el peso dentro de su música hacia la melodía y la importancia de la voz, arropada esta vez con guitarras, trompetas, sampleados de ritmo o piano.
La semilla de las canciones de 1971, primer trabajo discográfico del grupo, surgió en la intimidad, hace cuatro años, cuando Josele comenzó a grabar nanas junto a Fany Álvarez (antes en Fany y los Dandys). El uso de aquel formato donde la voz aparece desnuda, sin instrumentación, como el centro de la canción dio luz a la necesidad de buscar un sonido limpio que hiciera llegar la melodía de la manera más clara, evitando los atajos, para tardar menos en transmitir la esencia de cada canción, apartando los obstáculos. Así, Josele y Fany entendieron la importancia de respetar el espacio de sus voces dentro de cada canción, e incluso de ayudar a ensalzarlo con la instrumentación, eligiendo con mimo cada sonido: de la calidez de guitarras acústicas y eléctricas –usadas como base de la instrumentación y la composición en todos y cada uno de los cortes de 1971- a la inercia con la que el ritmo circula dentro de canciones como Todas las cosas, Dulce niña o Escóndete, un ritmo hecho a partir del reciclaje de baterías y percusiones de otros discos, de sampleados, puesto que ninguno de las ritmos que laten dentro del disco ha sido programado originalmente, sino utilizado a partir de ritmos escuchados como ocurriera con la utilización del funk de los setenta en las primeras bases del hip hop.
Elle Belga vuelven a apostar por la elegancia y la melodía, tras el seductor “1971”, en un sorprendente disco de versiones, “1507 segundos prestados” (2012), nombre tomado de la duración de las seis canciones que contiene. Tras 1971, el dúo gijonés ha querido ir un poco más allá de sus presupuestos diluyendo aún más arreglos e instrumentación, circunscrita ésta a poco más que guitarras y voces.