Daniel Johnston (1961, Sacramento, California), icono del rock independiente de los noventa; músico incomprendido y adorado a partes iguales; dibujante naif, puro, compulsivo (a lápiz, a boli, con rotulador...), que utiliza el trazo como bálsamo, como catarsis y terapia necesaria; poseedor de una rica mitología, de un universo personal, propio, algo que le confiere el valor de una figura única, de un artista.
Daniel Johnston compone piezas atemporales que quizás en boca de otros serían éxitos populares; auténticas obras de arte que durante años han sido reivindicadas por estrellas de la canción, desde David Bowie hasta Sonic Youth, que le han rendido pleitesía. Basta poner cualquiera de sus discos para comprobar la causa de tanta merecida reverencia. Detrás de sus precarias grabaciones se esconden algunas de las gemas más preciosistas del pop contemporáneo, canciones medio infantiles, medio atormentadas, melodías capaces de erizar el vello de los más insensibles.