4 jornadas consecutivas, 26 artistas/bandas y una buena cantidad de momentos musicales excelsos los disfrutados en una cita como es el AMFest, de la que los asistentes somos testigos de un crecimiento moderado paulatinamente año a año. En esta edición hemos vivido conciertos que justifican el peso de nombres de primera línea tan potentes como Alcest, Deafheaven o Touché Amoré y, además, empezado a sumergirnos en universos sonoros tan especiales como las propuestas de Sara Fontán, Ainara Legardon o Falç de Metzinera.
Viernes 11/10/19
Era a priori para servidor la jornada más completa del programa, una sensación que se confirmó tras salir exultante de la Fabra i Coats tras más de 9 horas en el recinto. Desde la hora de la siesta y con la digestión aún en proceso, nos presentamos a recuperar parte de la esencia del festival con dos combos como Lume! y Tides of Man. Los catalanes, primero, dieron un concierto sólido y con alguna sorpresa cortesía de algún tema apoyados por voz. Los temas de su disco Volchanus sonaron como mandan los cánones del género instrumental. A continuación, hubo ocasión de disfrutar de otro concierto del buen manual del instrumental de la mano de Tides of Man. Los de Florida, en su primer paso por aquí, dejaron muy buen sabor de boca, tejiendo capas instrumentales estimulantes y melódicas.
Dado que veía desde la distancia que se aglomeraba el público en las primeras filas del escenario principal, decidí ver de lejos el final de Brutus para conseguir un buen sitio de cara al concierto al que más ganas tenía. Hablo del de Deafheaven. A varios de los componentes de la banda californiana los habíamos visto de público viendo a sus compis de gira Portrayal of Guilt y más tarde, tras arrasar sobre las tablas, continuaron disfrutando, en especial George Clarke, del resto de la jornada musical. Pese a un setlist excesivamente centrado en mi opinión en el cuestionable Ordinary Corrupt Human Love- tocaron de él tres canciones y una más si contamos Black Brick- la banda sonó hiper-compacta y con una actitud tremenda. Que George Clarke es un frontman privilegiado ya lo sabíamos de antemano, pero me sorprendió para bien lo enchufados que estaban los guitarristas Kerry y Shiv cuando los tenía por individuos más fríos y contemplativos. Brutales en temas como Honeycomb, Brought to the Water y la apoteosis final con Dream House y Clarke al borde del escenario rugiendo ante las masas. Una hora y seis temas que dejaron con ganas de mucho más.
Tras la tempestad, la calma. Daniel Blumberg y su íntima propuesta sirvieron para que nuestras pulsaciones volviesen a ritmo normal. Muchas ganas de escuchar en directo temas del pellizco y calado como Minus o The Fuse en los que el artista arropado con su teclado, armónica y efectos era capaz de dejarte totalmente hipnotizado ante un silencio casi sepulcral. Una de las actuaciones más personales de todo el festival. Tras tomar un poco de aire nocturno y tentempié en la zona exterior nos fuimos raudos y veloces a tomar una posición cercana al lateral del escenario principal para ver a Touché Amoré. Su siempre legión de seguidores de la banda de culto post-hardcore/screamo gritamos todos los temas de su tocado de cabo a rabo primer disco …to the beat of a dead horse. Al segundo tema el bueno de Jeremy Bolm ya se había lanzado al público desmontando lo precario de la señalización provisional para la zona de fotoperiodistas. Mucha intensidad en un concierto en el que exprimieron al máximo su tiempo disponible y pasaron por temazos de Stage Four. Grandiosos con el corazón en un puño en concatenaciones de temas como Flowers and You y New Halloween o Is Survided By y una Rapture muy “lololizable” coreada por los allí presentes. Victoria final con la dinamita de ~. Con el poco hilo de vida y energía que nos quedaba sólo pudimos presenciar parcialmente la actuación de los japoneses, aunque surgidos de la escena londinense, Bo Ningen. Propuesta de rock disonante y distorsionado que no terminó de convencerme durante los primeros compases.
La electrónica y mundo de los modulares no son mi especial devoción, pero estuvimos un buen rato viendo a Puntalaberinto en el escenario 3. En la senda de triunfo de los locales, jugaban en casa la vuelta de 12Twelve tocando Speritismo y vaya si no defraudaron. Magnífico concierto de Neumaier, Pantaleón y cía. Su libertad para arrasar con el jazz y el instrumental sigue sonando perfectamente tantos años después. Probablemente junto con el concierto de Lisabö, el concierto de mayor nostalgia y de mirar al pasado de la esencia del festival.
Myoboku con Marina Herlop al frente del micro ofrecieron una actuación bastante personal y se granjearon aplausos con posiblemente otro de esos momentos de personalidad propia más allá de géneros y corrientes musicales. A seguirles la pista. A quienes había muchas ganas de ver y en cierto modo decepcionaron un poco dada su reputación fue a Pelican. La banda de Chicago pisaba por primera vez el festival con un post metal instrumental tan acorde a la programación del pasado y presente del evento y sin embargo durante su actuación de una hora dejaron a muchos con la sensación de sonar demasiado planos y fríos. Tocaron varios temas de su regreso discográfico de este mismo año, Nighttime Stories, pero personalmente me resultaron menos contudentes de lo que cabía esperar de su directo. Mejores noticias fueron el poder tener el final de fiesta con los irreverentes Za! Su habitual coctelera marciana de estilos propicia para alargar la hora de irse y disfrutar con su música. Hubo de todo y -según me cuentan, dado que me marché porque el cuerpo no daba para más- cayeron varias versiones delirantes, incluyendo March of the Pigs de Nine Inch Nails. Como decía la propia organización, son la única banda con manga ancha a la hora de estar tocando el tiempo que quieran y lo que quieran.
Domingo 13/10/19
Días de mucha intensidad musical y de muy buenas actuaciones en el marco de un festival que parece seguir haciendo las cosas genuinamente bien en pos de crear jornadas en las que toda la experiencia se vertebra en lo estrictamente musical y los artistas huyen de maniobras y artilugios de despiste tan habituales en los macro-festivales que pueblan nuestra geografía. Mucho a aplaudir a la organización y simplemente esperar que sigan haciendo las cosas con el mismo nivel de entrega y solventen los aspectos mejorables intrínsecos del recinto, como es el calor. En 2020 esperamos poder seguir disfrutando de bandas y momentos como los vividos.
Texto: Álvaro Antípodas
Fotos: WasFoto