Todas las familias felices de artistas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera. Hasta Rest, este parafraseo a Tolstói no venía a cuento para hablar de Charlotte Gainsbourg. Su infancia fue un paraíso de libertades, su carrera como actriz se instaló rápidamente en la excelencia y sus discos en solitario eran maravillosos caprichos pop con ilustres Gainsbourgettes invitados a componer: Beck, Jarvis Cocker, Air o Neil Hannon. La hija de Serge y Jane, no obstante, atravesó la línea de sombra en 2013: la muerte de su hermana Kate Barry incubó en su interior la necesidad de expresar el dolor que sintió en un disco. Cuatro años después llega Rest, un álbum de duelo que se mira de tú a tú con los homólogos de Nick Cave, Mount Eerie o Sufjan Stevens.
