Entrar en la música del finlandés Aleksi Perälä es parecido a ingresar en una sociedad secreta. Los miembros de esta logia comparten un lenguaje cifrado: las secuencias Colundi. Estas 128 frecuencias de sonido son el código misterioso que conocen y comparten Erik Satie y el gamelán de Indonesia, entre La Monte Young y Richard D. James, entre Autechre y David Toop. En realidad, Perälä (lejos quedan noms de plume como Ovuca, Astrobotnia o Cylobotnia) trastea con este sistema distinto de afinación con el único objetivo de erizar el vello a cada sonido electrónico que nos haga llover encima. Y deja caer millones de ellos: un sirimiri de notas sutiles y quebradizas que no se sabe si son tristes, alegres o tristes y alegres a la vez. Tristegría.
