La precocidad techno tiene en Marzenit su mejor y más reciente exponente. A los 11 años ya estudiaba formalmente música en conservatorios y con sólo 14 ya se paseaba en busca de emociones electrónicas en el Sónar. A los 22 se presentó por primera vez su live en la cabina de Florida 135 y a los 23 creó su primer sello, Paradigma Musik, que ahora cuenta con artistas internacionales de la talla de Paul Ritch, Henry Saiz, Ludovic Vendi o Gavin Herlihy. Pero ha sido a partir de los 24 años cuando sus producciones han sido recibidas y demandadas con interés y pasión desde los círculos selectos de la electrónica mundial, recibiendo feedbacks de artistas como Hernan Cattaneo, Dominik Eulberg, Umek, Sasha, James Zabiela, Eric Prydz y Sharam a la vez que celebradas por el público más exigente y avant.
Lo que diferencia a Marc del resto de talentos techs es su pronta definición -concisa vs. ecléctica- de un estilo personal único e inédito. En sus producciones y lives campa un techno anabólico, explosivo en progresión y épico pero a la vez íntimo, fascinador y presto a la melodía planeadora. Su mayor mérito es haber sabido dotar a ese musculoso tech de un sentido y sensibilidad poco habitual y hasta incluso paradójico.
Desde hace una década alterna sus labores de creación con las de remixeador y en cada beat apunta ese regusto por la pista en la que se baila desde el cerebro, entendiendo y disfrutando. Durante los últimos tiempos artistas de la talla sonora de Tiësto o John Diegweed han charteado, pinchado e incluido sus tracks en sus exigentes sesiones y recopilatorios; todo ello ha llevado a que festivales sonoros del prestigio del FIB Heineken, Creamfields Andalucía y Buenos Aires y Klubbers Meeting hayan sido testigos recientes y de excepción de su gran momento techno.