A estas alturas, Michael Gira no necesita presentación pero, por si acaso ahí está, inmortalizada en la memoria de los espectadores, las devastadoras actuaciones que ofrece al frente de Swans, albaceas del rock más rudo y violento e implacable proyecto con el que el estadounidense empezó a abofetear el rock hace más de dos décadas. Y así sigue, retorciendo el rock, escupiendo bilis y paseando por el filo del peligro ya sea junto a los Angels Of Light o, como ahora, en solitario. En realidad, el formato es lo menos para un artista que, inconformista como pocos, no ha renunciado jamás a la honestidad más molesta y a las infinitas posibilidades expresivas del rock dejándose el alma y parte del cuerpo en trabajos como “Drainland”, “What We Did” o “Songs For A Dog”.
