El cante de la española María José Llergo (Pozoblanco, 1994) es un profundo y atípico alegato al compromiso artístico. Remueve. Tierra, corazón e instinto. Flamenco aderezado con todo tipo de sonidos… Cambia el vestido, pero no el método: permitir que la música la atraviese y proyectarla de forma salvaje.
Hay personas-puente que, sin elegirlo, asumen una difícil encomienda: hacernos aprender del pasado, de sus bondades y errores, y forzarnos a mirar adelante, con compromiso pero sin gravedad. Las enseñanzas de María José Llergo, que son a la vez las de sus abuelos, que le enseñaron a cantar mientras labraban, son capaces de inspirar y alterar la percepción colectiva, de tocar temas sensibles sin panfletos y emocionar. No hay mejor recompensa que tomar senderos ignorados. No para atajar, sino para llegar a parajes desconocidos.