Desde un sentido musical próximo a Will Oldham, Kyle Field proyecta un canon estético basado en la creación de ambientes sonoros tan ligeros y frágiles como una burbuja o unas partículas de polen que viajan sin rumbo bajo amplios cielos azules y hacia horizontes brumosos. Con la sencillez y la inocencia de algo parecido al folk, Little Wings...
Desde un sentido musical próximo a Will Oldham, Kyle Field proyecta un canon estético basado en la creación de ambientes sonoros tan ligeros y frágiles como una burbuja o unas partículas de polen que viajan sin rumbo bajo amplios cielos azules y hacia horizontes brumosos. Con la sencillez y la inocencia de algo parecido al folk, Little Wings logran dibujar tras los cristales ahumados de una cabaña de campo algoritmos en clave de paradoja y ensoñaciones ingrávidas sólo descifrables desde un estado mental contemplativo.
Little Wings es el grupo liderado por Kyle Field, este barbudo afincado en San Francisco, y detrás de ellos hay bonita historia de romanticismo y vocación. No deja de sorprender que un grupo con ya tantos discos a las espaldas y más de doce años nos llegue con tanta tardanza, pero es que el caso de Little Wings es realmente un caso atípico, una de las joyas del folk americano que ha estado siempre oculta a gran parte del público. Kyle Field, una esepcie de Brian Wilson contemporáneo, que empezó tocando en Rodriguez junto a un joven M. Ward (no es difícil encontrar similitudes entre los dos) ha tocado también con The Microphones y girado con gente como Devendra Banhart. Mientras tanto ha ido labrando una inconstante, caótica pero genial carrera en solitario(las formaciones de Little Wings han sufrido numerosos cambios estos años).
Editando en el sello K Records, ha sacado grandes discos como el onírico "Light Green Leaves" (KRecords, 2002), donde se encuentra la maravillosa y delicada Look at What the Light Did Now, o un profundo y de base más soul "Magic Wand" (KRecords, 2004), con canciones como la misma Magic Wand que podría motivar una comparación con Bon Iver. Aun así, la alternancia de periodos de alta productividad con otros de inoperancia artística, junto con la especial personalidad del músico y su poco gusto por la autopromoción son los responsables de que sus preciosas y suaves melodías no hayan llegado nunca a dar el salto al gran público, pero sí hayan conseguido una base de fieles seguidores.