En el mundo del rock, East Village es tierra de faraones. De sus calles, al este del bajo Manhattan, han salido algunas de las bandas más influyentes de la historia, como la Velvet Undreground, los Ramones o Television. También ha sido lugar de peregrinación por sus locales míticos como el Fillmore East, abierto por Bill Graham y conocido como la "iglesia del rock'n'roll" por acoger en los sesenta a británicos como The Who, Led Zeppelin o Pink Floyd, y la sala CBGB, cuna del punk con el alumbramiento de Patti Smith, Richard Hell, Johnny Thunders o Talking Heads. Y hoy, en pleno siglo XXI, Jesse Malin coge ese testigo, es un alma del East Village.
Con esas referencias presentes en su música y su vida, Malin intenta mantener vivo el mismo fuego. "Me perdí a esa generación de la que soy seguidor. Pero me siento parte de ella, de algunos de esos días duros de Nueva York con su basura, sus sesiones de noche, sus botas de motero, su anarquía y su tofu", explica Malin, nacido en el vecino barrio de Queens, y que recibió el calificativo de icono del East Village por el semanal Village Voice, faro de las tendencias y sonidos de Nueva York.
Malin se sabe de memoria el abecedario del rock, y es como un calco retro de los chicos malos de la calle Bowery, en el rollo de Joey Ramone o Richard Hell. Sin embargo, ha conseguido labrarse su propia carrera artística e incluso superar los apadrinamientos como el de Ryan Adams, quien apostó por él en solitario y produjo su primer álbum, The Fine Art of Self Destruction. Luego, se lo llevó de gira como telonero y colaboró con él en otros trabajos. Sin duda, Adams, ahora algo perdido en una borrachera compositiva sin mucho orden ni concierto, es una de sus grandes influencias pero no la única. "También están de The Replacements, Sam Cooke, Francis Ford Coppola, The Dickies, Cheap Trick, Bob Dylan, Wilco, Spoon y el sonido de la gente riendo, llorando y rezando", confiesa Malin. Y, ciertamente, aunque suene extraño decirlo, mucho de todo eso se refleja en el rock enérgico de Jesse Malin, una música nacida de las vibrantes calles del East Village.
Muchos conocen a Jesse Malin o por su rol de cantante en D Generation o por su colaboración con Bruce Springsteen pero la verdad es que Jesse es mucho más que eso. Un buen puñado de discos son los que Jesse Malin ha editado en sus añois de carrera, que le han ayudado a consolidarse como uno de los cantautores con más miga de la costa este de Estados Unidos.
En 2010 publica "Love It to Life": otro alegato de pop-rock trepidante, salpicado de buenas baladas, en la línea de la cosecha tradicional del ambiente musical del este neoyorquino. "Siento que es una destilada, directa y distorsionada versión de todas las cosas que he hecho desde que era un adolescente en un sencillo y crudo puñetazo de diez canciones", afirma. Tras el alto en el camino que supuso "On Your Sleeve", su anterior disco de versiones, "Love It to Life guarda conexión directa con casi toda su obra, y mantiene el nivel de efusividad del gran "Glitter in the Gutter". Canciones como "Burning the Bowery" o "St. Marks Sunset" así lo testifican.
Para este disco, Malin sale reforzado en su vertiente más rock por su nueva banda, St. Marks Social Scene, un combo que tira de su pasado en D Generation, destacado grupo de glam-punk de los noventa. "Todd Youth, quien tocó conmigo en D Generation en el último álbum, me ha ayudado a formarlo. Siento que la banda es un circo triste, rítmico, melódico de 'punk folk' para ser tocado lo más alto posible", cuenta el cantante, quien explica que la nueva formación, tanto en nombre como en actitud, tiene el espíritu del East Village: "Saint Marks es hoy un centro comercial japonés, pero en su día fue un lugar de la ciudad de Nueva York repleto de gente de todas partes. Acogió a 'beatniks', 'punkis', a Lenny Bruce, a los New York Dolls, tiendas de discos, tiendas de ropa, drogas, libros, poesía y era una vía que llevaba al parque de Tompkin's Square".