Alérgicos a cualquier cosa que recuerde a la modernidad, Islet han aprendido a construir un puente imaginario para conectar su Cardiff natal con la escena experimental neoyorquina y convertirse, su nombre lo dice todo, en una auténtica isla en el panorama musical de la islas británicas. A caballo entre Gang Gang Dance, Can, Liquid Liquid y demás luminarias de la música enrarecida, los galeses hacen gala de una incansable sed experimental e innovadora.