Daughn Gibson se ha convertido en una de las sorpresas indiscutibles de la temporada, gracias a su particular mezcla de country con samples, loops y sintetizadores. Este muchacho oriundo de Pennsylvania, que encontró su afinidad con la música country cuando comenzó a conducir camiones hace ya más de diez años, ha conseguido hacerse un hueco en la maraña de artistas y estilos actuales casi de puntillas, sin hacer ruido. Su voz nos recuerda a Lee Hazlewood, Scott Walker o Roy Orbison, y su música bebe del country, el blues y la electrónica, algo que le ha ganado comparaciones con Arthur Rusell, James Blake o Nicolas Jaar, a pesar de que no suena como ninguno de ellos.
Gibson tocaba la batería en bandas con nombres como Nokturnal Acid o Natal Cream mientras estaba en la secundaria, y al moverse a una zona central de Pennsylvania comenzó a explorar sonidos más solitarios, oxidados y electrónicos. Su música está en tierra de nadie, y sus canciones están pobladas de referencias a esa América profunda que ha conocido durante sus viajes como camionero.
Su primer álbum lleva por título “All Hell” (2012), y fue editado en un sello independiente gracias al empeño de Matthew K de Pissed Jeans, quien lo motivó para terminar el disco. En él, Gibson ha sabido conjugar el folk-country más clásico con bases electrónicas repetitivas y loops presentes en los hypes más actuales. Atmósferas oscuras, voces graves, bajos fuertes y melodías definen el debut del norteamericano. Un primer trabajo que, por inesperado, golpea doblemente.