Con hora y pico de retraso llegamos al auditorio Miguel Rios, un anfiteatro que ha acogido el festival En Vivo en los dos últimos años. Cuando vamos a que nos coloquen las pulseritas, me doy cuenta que incluso en el material de las mismas se ha pretendido ahorrar: se han pasado del plástico al papel. No pasa de ser anecdótico, pero en ese momento me llamó la atención.
Cuando entramos en el recinto estaban empezando a tocar Red Fang. Por los horarios de los autobuses no pudimos llegar antes, aunque tampoco me importó demasiado. Los de Portland era el primer grupo que realmente me interesaba.
Después de saludar a unos coleguitas metaleros y bien provistos de cerveza nos dispusimos a disfrutar del concierto. Con solo un sencillo telón de fondo y a pesar de que su estilo musical no tiene mucho que ver con el metal, supieron ganarse a buena parte del público. Temas clásicos de la banda como "Prehistoric Dog" o "Wire", sirvieron para hacerme calentar las cervicales y arrancarme el primer "guitar air" de la jornada. Un gran comienzo, sin duda.
A punto de comenzar Tierra Santa, decidimos ocupar nuestro lugar en el lado izquierdo del Black Circle, que aún estaba prácticamente vacío. Hace ya unos cuantos años, en los 90's, tuvo ocasión de verlos en mi ciudad natal, y ni fu, ni fa. Aún así, decidí darles una segunda oportunidad ... que solo duró media canción. A mitad de "Más allá de la vida", bastó una sola mirada a mi hermano (que fue mi compañero en este festival), para abandonar las primeras filas e ir a tomar asiento, mientras degustábamos una nueva remesa de cerveza y un cigarrito adulterado. A pesar de todo, y teniendo en cuenta que la música se escucha desde cualquier punto del recinto, reconozco que disfruté con "La canción del pirata": un tema basado en el poema de Espronceda que me trae muy buenos recuerdos de mis años mozos.
Una vez más, volvemos al Black Circle para ver a Newsted, el nuevo proyecto del ex-bajista de Metallica. La expectación es mayor que en conciertos anteriores, y eso se nota en los pocos huecos que van quedando. Poco antes de que Jason salga a la palestra, se me viene a la cabeza el concierto de Slash en el Azkena de hace un par de años, y la sensación de haber visto a un músico acabado. ¿Ocurrirá lo mismo esta vez? Definitivamente no. Jason, rodeado de un buen elenco de músicos, derrocha actitud y autenticidad por los cuatro costados. Disfruta con lo que hace y eso llega a la gente. No sé si habréis escuchado alguna vez lo que algunos músicos describen como un intercambio de energía entre el artista y público. Pues eso es lo que yo sentí. "Soldierhead", single de su EP "Metal", fue uno de sus temas con más acogida. Enorme también "Long Time Dead", que será incluida en su próximo larga duración. Como no podía ser de otra manera, también nos regalo un pequeño fragmento del "Creeping Dead" de Metallica y la versión completa de "Wiplash" para finalizar el concierto. En definitiva, prueba superada y con nota.
Ghost es la siguiente banda en tocar y una de las que más ganas tenía de ver en directo. Con "Per Aspera Ad Inferi" y al grito de "¡esta es la juventud del papa!" por parte de unos andaluces que estaban a mi lado, comenzaron una actuación que quedo un tanto deslucida (estéticamente hablando), por haber sido a plena luz del día. Un grupo de sus características ganaría enteros tocando de noche e incluso en una sala o un recinto más pequeño. Aún así disfrute mucho de temas como "Con Clavi Con Dio", "Secular Haze" o "Year Zero", entre otros.
Iron Maiden son los siguientes y una marea de personas abarrota el recinto. Con serias dificultades, nos hacemos camino entre la gente para abandonar el Black Circle. Pensaréis que lo más prudente habría sido no movernos del sitio y simplemente esperar a que empezara el concierto... y estaríais en lo cierto, pero la vejiga aprieta y de que manera. Al llegar a la zona de los wc's nos encontramos con una multitud haciendo cola, mientras otros muchos, hartos de esperar, hacían sus necesidades contra la verja que servía de cierre al festival. Después de pensarlo unos segundos, decidí dejar que prevaleciera el civismo y me puse a la cola, nervioso porque el tiempo se me echaba encima y de ninguna manera quería llegar tarde al concierto. Primer tirón de orejas a la organización: ¿tan difícil es hacer que la gente disponga de un número adecuado de retretes?.
Si salir del recinto fue difícil, entrar fue mucho peor: estaba completamente abarrotado. A base de "perdón, ¿me dejas pasar?", intentamos volver a recuperar nuestros sitios, pero un número importante de miradas asesinas nos hicieron desistir de nuestro empeño. Fue entonces cuando vimos a dos miembros de la seguridad del festival abriéndose paso entre la multitud, a la vez que pedían a la gente que les mostrasen las pulseras que permitían el acceso al Black Circle. Cual fue mi sorpresa cuando me entero de que, con los primeros grupos, como prácticamente estaba vacío, habían dejado entrar a quien quisiera a cambio de volver a salir cuando se empezara a llenar (!!!). "¡Si nos ponen la miel en los labios, luego no nos la pueden quitar!", decía uno de ellos. ¡Y con razón! Segundo tirón de orejas a la organización (y este bien gordo): ¿Quién fue el lumbreras que pensó que iba a dejar la entrada libre y que luego, voluntariamente, la gente iba a volver a salir? Como comúnmente se suele decir, eso no se le ocurre ni al que asó la manteca.
Al grano. Después de diez años estaba a punto de ver mi sexto concierto de Iron Maiden y lo cierto es que tenía los nervios a flor de piel. Empieza a sonar, el "Doctor, Doctor" de U.F.O, preludio de lo que estábamos a punto de presenciar. Una vez termina la canción... "Seven deadly sins, seven ways to win, seven holy paths to hell, and your trip begins, seven downward slopes, seven bloodied hopes, seven are your burning fires, seven your desires...." y arranca "Moonchild". No tengo palabras para describir el escalofrío que me recorrió la columna vertebral. "Can I Play with Madness", mi adorada "The Prisoner", "Two Minutes to Midnight", "The Trooper" con Dickinson ondeando la bandera británica, "¡scream for me, Madrid!"... y vaya si gritamos. "Afraid to Shoot Strangers", "The Number Of The Beast", llamas por doquier, "The Phantom Of The Ópera", "¡scream for me, Madrid!"... y gritamos hasta que no nos quedó aire en los pulmones. "Run To The Hills" y Eddie aparece en el escenario, ante el clamor de la gente, "Wasted Years", "Seventh Son of a Seventh Son", explosiones pirotécnicas y Dickinson dejándose la garganta. Harris toca con su bajo la introducción de "The Clairvoyant" y siguen lloviendo los clásicos, "Fear Of The Dark", "¡scream for me, Madrid!", y vuelvo a gritar. Mañana estaré afónico... ¿y a quién coño le importa?. Se despiden y llega la espera a los bises, que nos sirve para tomarnos un respiro. Dura poco. Se empieza a escuchar la voz de Churchill y aparecen imágenes de la II guerra mundial en las pantallas: "... in the fields and in the streets, we shall fight in the hills; we shall never surrender", comienza "Aces High" y se desata la locura. Después "The Evil That Men Do", uno de mis temas favoritos, y posteriormente "Running Free", que sirve para presentar a la banda y poner punto y final al mejor concierto que he visto de la dama de hierro a día de hoy.
El hambre empezaba a apretar y decidimos aprovechar el desalojo masivo que significó el final del concierto de Maiden, para cambiar la ingesta de líquidos por la de sólidos. Después de dar unas cuantas vueltas, descubrimos un stand de bocadillos plagado de gente justo al lado de la carpa del Dj. Viendo que era casi misión imposible llegar hasta la barra, preguntamos a un grupo de personas donde había más. Para mi asombro, nos contestan que solo hay ese. Tercer tirón de orejas a la organización: ¿Realmente os parece buena idea poner un único puesto de bocatas para 25.000 personas?. En definitiva, nos quedamos sin comer.
Con el estómago vacío pero con una excitación máxima por ver a Anthrax, nos dirigimos de nuevo al Black Circle. Una vez allí, pudimos apreciar que había un montón de huecos y que esta vez podríamos disfrutar del concierto sin agobios. En mi cabeza daba vueltas la buena forma, tanto física como musical, que demostraron en su concierto del Big Four, en Bulgaria, y crucé los dedos para que se asemejara los más posible a lo que iba a ver. Y la verdad es que no me defraudaron: "Among The Living", "Caught In A Mosh", "I Am The Law", "Indians", "Got The Time", "I’m the Man", y "Antisocial" hicieron que siguiera castigando mis ya cansadas cervicales a golpe de Headbanging. También hubo tiempo para homenajear a Dio y a Dimebag Darrel con una emotiva "In The End", y como no a Jeff Hanneman con un pequeño fragmento de "Raining Blood". También destacar la increíble forma física de los miembros del grupo, sobre todo Joey Belladona, que no paraba de correr de un lado a otro del escenario, y Frank Bello, que talmente parece que se vuelve loco cuando un bajo cae en sus manos. La única pega, además de lo corto que se me hizo el concierto, fue su nuevo guitarrista, Jonathan Donais, que a pesar de que cumplió perfectamente con su papel, no me acaba de cuadrar en el grupo. ¿Nostágia por Dan Spitz? Pues si... y mucha.
Esta vez sin movernos del sitio, esperamos a que diera comienzo el concierto de Megadeth. Aún sin ser un gran fan del grupo, sentía mucha curiosidad por ver como se desenvuelve la banda en directo. Algo que me resultó muy atractivo, estéticamente hablando, fueron las tres pantallas que colocaron en el escenario y que sirvieron para ofrecer imágenes relacionadas con las canciones. Centrándonos en la parte musical, la banda sonó pero que muy bien. Los temas que más me gustaron fueron "Trust", "Hangar 18", "Countdown to Extinction" y "Architecture of Aggression". Tampoco faltó la archiconocida "A Tout le Monde", muy coreada por el público, a petición de un Dave Mustaine mucho más cercano de lo habitual. Para finalizar, destacar la labor de Chris Broderick a las seis cuerdas. Impresionante guitarrista, si señor.
Muchos os tiraréis de los pelos, pero según acabó Megadeth decidimos irnos para el hotel. El viaje, las pocas horas dormidas, y el estómago vacío hicieron que no nos lo pensáramos demasiado a la hora de decidir abandonar el festival. A esto hay que sumarle que Avantasia no son precisamente santos de mi devoción. Aún así, nos quedó un muy buen sabor de boca y la sensación de haber presenciado algo grande.
Metal rules!