Chris Cohen es un tipo originario de Los Ángeles, pero asentado en el estado de Vermont, y que puede presumir de haber participado directamente en distintos proyectos musicales como Deerhoof, Cass McCombs y Ariel Pink’s Haunted Graffiti. Este sospechoso habitual de la escena indie ha lanzado además diversos álbumes como Curtains, hasta que finalmente en 2012 ha decidido embarcarse en una nueva aventura como solista, publicando su primer trabajo bajo su propio nombre.
Aprovechando al límite las experiencias y enseñanzas de trabajar por tanto tiempo con grandes figuras de la cultura pop, el californiano ha conseguido fusionar los diversos sonidos del indie en uno muy propio, original y raramente familiar. Así, en su álbum debut “Overgrown Path” (2012), se esconde una colección de nueve gemas de pop luminoso con toques psicodélicos, en el que Cohen ha ejercido nuevamente de multiinstrumentista, grabando la mayor parte de lo que suena. Su música goza de serenas melodías bañadas en cristalinas guitarras, pianos o relajantes sintetizadores analógicos que hacen de colchón perfecto a una preciosa y frágil voz, que en conjunto nos evoca ricas influencias, desde The Kinks a The Beach Boys, pasando por Grizzly Bear.
