Con sólo un EP y el largo publicado a principios del año 2011 “Native Speaker”, estos canadienses se han convertido en una de la promesas más tangibles del pop más experimental. Los de Montreal han conseguido en pocos meses la unanimidad de la prensa mundial, convirtiéndose en una de las promesas más tangibles del pop más experimental y alcanzando una nominación a mejor álbum en los Polaris Awards, los Grammy canadienses.
Apoyándose en la adictiva voz de Raphaelle Standell-Preston, entre Glasser, Björk y Joanna Newsom, su música tiene mucho de deudora de Animal Collective y Panda Bear, pero afortunadamente intentando siempre mantener los pies en la tierra y sonar complejos sin perder su esencia melódica y pop. Existe una mezcla a partes iguales entre el pop tardo-ochentero más ensoñador (aunque algunos etiquetan a la banda como shoegazer por ello mismo, no vas a encontrar rastro de muros de distorsión guitarrera) y los Animal Collective del ‘Feels’ (2005), esto es, psicodelia de nuevo cuño y un sonido acuático.
No son precisamente un grupo fácil; algunos de sus temas (‘Glass Deers’, ‘Native Speaker’ y ‘Same Mum’) superan con holgura los siete minutos y consisten básicamente en desarrollos lisérgicos y abstractos basados en guitarras limpias, voces etéreas y arpegios. Sin embargo, las melodías, muy influidas por la banda de Baltimore, y más concretamente por uno de sus miembros, Panda Bear, son bonitas y sencillas. El grupo tiene una buena colección de canciones que son muy deudoras, quizá demasiado, de unas referencias muy precisas. El mérito estriba en que estas influencias no han sido muy exploradas por otros músicos y en que, a pesar de tratarse de pop experimental algo denso, no deja de ser pop; es decir, todo aparece visto desde el prisma de la sencillez.
Las voces y punteos se multiplican, su música está viva y es hermosa, ideal para una tarde de otoño.