La cabeza pensante de todo lo que sucede en Blank Dogs es Mike Sniper, bajista en tiempos pasados de DC Snipers y últimamente tendero en Academy Annex (tienda de discos clavada en el corazón de un barrio de Williamsburg amenazado por la imparable gentrificación) un tipo que gusta de esconder su cara tras máscaras y fulares y que desde la media luz de su apartamento en Brooklyn se dedica a parir pesadillas animadas en clave de synth-punk-pop oscuro, borroso y rematadamente lo-fi que alguien describió con acierto en un cruce de sonido enrarrecido y narcótico entre el post-punk atormentado de Joy Division y las tendencias de baja fidelidad y la saturación aural de Wavves.