Suenan a veces a una vesión supervitaminada de Cotton Mather, a Soundtracks of our Lives en sus momentos más profundos y a auténtico garaje-rock de pura sangre cuando se ponen cafres, con una voz que por momentos recuerda a la de Nash Kato de los magistrales Urge Overkill. Dicho esto, hay que aclarar que, ante todo, Biscuit suenan a Biscuit.