Figura de culto vinculada a la vanguardia neoyorquina y uno de los máximos exponentes de los trasvases entre música experimental y cultura popular brasileña, Arto Lindsay abrió fuego a finales de los setenta con DNA, banda seminal de la no wave, y poco a poco empezó a ampliar sus horizontes expresivos formando parte de bandas como The Golden Palominos, Lounge Lizards o los Ambitious Lovers. A partir de los noventa combinó la investigación de las raíces musicales brasileñas con producciones para David Byrne, Caetano Veloso o Marisa Monte y sin renunciar nunca a la experimentación a los choques sónicos, llegó al cambio de década con “Salt”, álbum en el que escenifica de nuevo los diálogos entre Nueva York y Salvador de Bahía.
