Tres muchachos crecen juntos en Sheffield (Reino Unido): Alex Turner (voz y guitarra), Andy Nicholson (bajo; posteriormente sustituído por Nick O'Malley) y Matt Helders (batería). Al terminar el bachillerato en 2004, deciden formar un grupo junto a Jamie Cook (guitarra). Sus bolos locales crean un enjambre de seguidores fieles que allí reciben demos –gratis o a coste bajo– y las cuelgan en internet con tal éxito que a principios de 2005 Arctic Monkeys llenan aforos de capacidad media con un público capaz de recitar de memoria todas sus canciones. Tras un EP autoeditado y agotado en mayo con “Fake Tales Of San Francisco” como tema estrella, les llueven las ofertas. Firman con Domino y obtienen su primer número uno en singles en octubre con “I Bet You Look Good On The Dancefloor”. Aquel mismo mes se meten en el estudio para pulir su primer LP, “Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not” (2006).
La música y los textos de Alex Turner son de un pop cambiante y aguerrido, contundente cuando ha de serlo, que descubre la perspectiva de un adolescente británico de provincias del nuevo milenio y sus prioridades escapistas: la discoteca, el alcohol, aquella chica, el segurata, el proxeneta y su harén, los maderos atemorizando, etc. Con la mirada fría de quien ha perdido la fe en los mayores y la denominación de origen de la ciudad que popularizó Jarvis Cocker. El rock será rock toda la vida y a esto es a lo que se dedican los Arctic Monkeys, no hay más misterio. Pero el rock bien hecho, con la inevitable evocación a los clásicos, si además se cuenta con una mijita de salero y actitud idónea, se convierte en algo vital para cuerpos y almas.