Desde que a finales de los años 60 y principios de los 70 surgieran en España grupos como Máquina!, Smash y Triana, eso de la psicodelia, la música de aquellos barbudos, melenudos y fumetas que se liaban con largos y espesos mantras sonoros, estaba de capa caída. Ni los ochenta, ni los noventa ni el comienzo del siglo parecían ser buenos momentos para recuperar los viejos vinilos y reivindicar un sonido que en su día estuvo vinculado a la contracultura, las drogas, la experimentación sensorial y musical, la estética oriental, los viajes mentales, el alma y los escenarios cósmicos.
Desde Madrid, los cinco componentes de Lüger se proponen hoy recuperar aquel espíritu mezclándolo con las odiseas cósmicas de Neu! y Can; de ellos cogen el sonido matemático y metronómico, "la idea de una base rítmica minimalista, repetitiva, los loops... un sonido a base de capas y de experimentar. Poca floritura y que suene como un disparo: contundente". Su discográfica les presenta como "el final de la infancia para la psicodelia española y la carta de madurez para toda una escena experimental y subterránea" y su primer disco saca a la luz ese sonido que ellos mismos describen como "si cogieras un saco de bombillas y le pegaras con una vara de avellano mientras intentas subirte a un taburete para poder otear por encima de un muro que te impide la visión de la destrucción".