Maga toma el nombre de unos de los personajes de Rayuela, esa laberíntica odisea parisina que protagonizaba uno de los grandes mitos femeninos de la literatura contemporánea, madre de Rocamadour y amante de Oliveira. Un clásico de la adolescencia el que eligieron David García (batería), Javier Vega (bajista) y Miguel Rivera (vocalista, guitarrista, teclista y responsable de la imagen del grupo a través de su personal Mundomaga).
El grupo destaca por sus letras crípticas con sonidos ensoñadores. Sus canciones no cuentan historias, al menos en el sentido narrativo convencional, siendo más bien proyecciones de imágenes, fruto de vivencias personales, reales o imaginarias. Una acumulación de sentimientos contradictorios compilados en una especie de caos ordenado. Porque la música de Maga tiene poesía, y las letras son la vía para transmitirla. La excitación de unos Pixies primigenios, la brillantez armónica de los mejores Boo Radleys, la búsqueda formal de los últimos Radiohead. Y hay todavía otro dato interesante: su elegante abducción de la tecnología, punta (programaciones de ordenador) o retrofuturista (teclados analógicos), que aunque aporta una nueva dimensión (otra más), forma un mismo cuerpo orgánico con la base rock bajo-guitarra-batería.
Maga es, sin lugar a dudas, uno de los grupos más influyentes nacidos de poco tiempo a esta parte. Su música expone su particular forma de ver el mundo, como la varita mágica que hace posible el deseo de convertir lo agrio en dulce y viceversa; lo doloroso en placentero; lo odioso en adorable; lo blanco y negro en color. Para Maga la música es magia y eso es lo que hacen. Por todo ello, la banda sevillana cuenta con un amplio número de seguidores dentro de la escena independiente española, siendo ya habituales de los grandes festivales.