Night Beats supone un exquisito baño de ritmos de blues texano, psicodelia californiana y sólido rock sureño. El resultado recuerda a unos Black Angels garajeros que hubieran escuchado demasiado a Captain Beefheart y se creyeran la reencarnación de los 13th Floor Elevators. Ignorando modas y tendencias han arrasado el underground americano con su sonido valiente, lleno de electricidad, con una intensidad que no decae en ningún momento y al que cualquier buen aficionado al rock debería dar una oportunidad.
Al trío se le adivina un exquisito gusto musical, ya el nombre de la banda remite al gran Sam Cooke, y admiten sin reparos que en sus canciones se adivinen ecos de Led Zeppelin, King Crimson, Bo Diddley o los The Velvet Underground de White Light/White Heat. Es obvio que miran más hacía atrás que a los lados a la hora de inspirarse pero, como suele ocurrir cuando las cosas se hacen bien, el resultado está muy lejos de sonar caduco y prematuramente avejentado. Desde la sencillez instrumental y una producción mínima, se resaltan unas canciones que por ellas mismas aguantan lo que les echen. Enseguida sorprende la madurez y la calidad de una banda a cuyos componenetes se les adivinan muchas horas de vuelo en locales de los que cuesta sudor y algo de sangre arrancar un simple aplauso.