DOSF es el nuevo proyecto formado por el músico D-Fried y el artista visual Óscar Sol. Su primer trabajo “UNO”es un directo audiovisual en el que se crea un binomio indivisible entre sus dos elementos principales: sonido e imagen. Una estrecha relación que además propone un auténtico diálogo; ya no sólo es el sonido que moldea a la imagen, sino que los algoritmos visuales, a su vez, modifican o crean paisajes sonoros. La mutua existencia e interacción constante de ambos elementos es la esencia misma de “UNO”, convirtiéndose en una co-creación, donde el resultado final depende de ambos lenguajes.
Mas allá de un alto efecto sincrónico, asistimos a una cuidada coreografía audio-visual ejecutada en directo, donde podremos contemplar el sonido texturizado en formas geométricas tridimensionales, realizando distorsiones visuales o siendo el catalizador del movimiento de miles de partículas, y al mismo tiempo, sentir el impacto del imaginario visual sobre los elementos sonoros. Porque no es sólo la forma del sonido, es también el sonido de la forma.
En esta pareja artística, en realidad como debería ser norma en todas las parejas, lo más importante es el diálogo. Tanto en su trabajo como en el resultado de su obra (“y lo más importante es que le hemos perdido el miedo a descartar”, afirma Jordi). Y es que Óscar y Jordi discuten cada paso que dan en su estudio de Poble Nou: Óscar con sus imágenes generadas por ordenador recurre a la música de Jordi para conocer cual será el próximo paso que hay que dar en un recorrido que, no por sabido, es menos novedoso en cada proyección de “UNO”, su primer montaje a medias. Claro que viceversa también ocurre algo parecido: “En determinadas escenas, los algoritmos que generan y manipulan el contenido visual están conectados directamente a ciertas capas de sonido y así es como conseguimos un auténtico dialogo entre la esfera auditiva y la visual”, explica Jordi cuando toca comentar de donde sale esa música que se expande por la sala de conciertos para copular con las imágenes.
Formas y ondas se frotan como si no hubiera un mañana. También se acarician sin urgencias como si lo que hubiera en platea fuera la eternidad. Simetrías de amor audio-visual que en realidad responden a impulsos matemáticos según nos explicará Óscar: “Trato de trabajar con algoritmos con comportamientos físicos y reales: rebotes, gravedad, tensiones… Para darle a los visuales y al sonido un comportamiento especial”. Una colisión que no se puede vivir enlatada como saben los jóvenes que como Óscar y Jordi aprendieron a hablar en analógico y ahora en plena madurez se expresan en digital (“por suerte a nosotros aún nos quedan referencias de esa otra era que va desapareciendo a pasos agigantados”). Es una experiencia que, como la hermosura, requiere de una audiencia presente para que exista en su plenitud. Acercarse a tu alma a través de códigos y otros gadgets tecnológicos reclama un aquí y un ahora. Porque el amor nunca puede darse en diferido.