Asturias, además de “Paraíso Natural”, también es desde hace décadas el paraíso de la música electrónica, tanto de baile como experimental. La excelente salud de dos de los festivales señeros del género como son L.E.V. y Aquasella así lo atestigua. A estos clásicos se sumó el año pasado In Door Festival, cuya segunda edición se ha celebrado los días 14 y 15 de febrero en Gijón.
Por razones ajenas a nuestra voluntad no pudimos acudir a las sesiones programadas la primera jornada en varias localizaciones de la ciudad pero nos consta que fueron un éxito de público. Mencionar la cancelación de la del Pueblo de Asturias por un problema de permisos. Del aspecto artístico no podemos hacer valoración alguna pero sí reseñar a varios de los protagonistas como ShlØmo, Fairmont, Kompromat (Vitalic y Rebeka Warrior) o Daria Kolosova.
Lo mismo sucedió el sábado con la sesión vermú-vespertina desarrollada en la terraza del restaurante Bellavista con protagonismo de los djs asturianos Aída Blanco, Richie Risco, Dj Enrique y David Moreira.
Antes de centrarnos en el meollo de las actuaciones nocturnas, es de justicia destacar el esfuerzo de la organización por elaborar un cartel con nombres de primera línea internacional y para gustos diversos, incluyendo varios directos (aunque luego no todo fuera como estaba previsto).
El grueso del festival se desarrolló en dos de los pabellones del Recinto Ferial Luis Adaro, denominados para la ocasión Raw Room (R.R., dedicado al techno) y Warm Room (W.R., para otros estilos). Sería de agradecer que para futuras ediciones estuviesen adecuadamente señalados, ya que al llegar había que hacer un ejercicio de fé para identificarlos (de hecho, los miembros del staff a los que preguntamos no supieron decirnos cual era cual). En el interior no había ambientación alguna, lo que daba una imagen pobre y un poco cutre, que no mejoraban las sillas y mesas típicas de chiringuito playero de tercera cercanas a la barra. Por cierto, segundo evento electrónico al que acudimos en una semana en el que las copas ni animan ni saben a nada. Eso sí, la pedrada en la cabeza a la mañana siguiente no te la quita nadie.
La llegada del público asistente fue bastante escalonada, por lo que no hubo que esperar cola alguna para entrar. Tampoco a la hora de comprar tickets de bebida ni en las barras, y las habituales de los baños fueron perfectamente asumibles. Hubiese sido de agradecer algún puesto con comida, que algunos ya no estamos en edad de cenar alcohol u otro tipo de sustancias (un saludo a la secreta que se coló en el festival, suponemos que en busca de algún émulo de Pablo Escobar o Chapo Guzmán).
A las nueve y cuarto de la noche ya estábamos en el Warm Room donde oficiaba Alejandro Ávila. Su apuesta por el synth pop no nos convenció nada y nos acercamos al Raw Room a ver qué nos ofrecía Héctor Llamazares, el cual reunía al grueso de los escasos asistentes madrugadores. Ahí ya encontramos una buena muestra de lo que iba a sonar en ese pabellón durante toda la jornada: techno sin concesiones que iría in crescendo con cada uno de los artistas.
Seguramente los acérrimos del techno cuanto más duro mejor (que parecían la mayoría de los asistentes) quedarían bastante satisfechos con el festival. No fue nuestro caso. La ausencia de Detroit Swindle y la excesiva contundencia de Fjaak nos dejaron con pocas opciones de satisfacción, que quedaron reducidas a WhoMadeWho y un Lindstrøm cumplidor sin más.
A pesar de todo, siempre es de agradecer que haya quien dedique su tiempo, dinero y esfuerzo a organizar este tipo de eventos que dinamizan la región y nos permiten acceder a artistas que de otra manera sería más difícil verlos por aquí. Nos vemos en In Door Festival 2021.
Texto: Bea Pazos y Enkilking
Fotos: Bea Pazos