12, 13 y 14 de Octubre, Fabra I Coats, Barcelona.

La edición de 2018 del AMFEST, el festival por excelencia de música instrumental de la ciudad Condal, pasará sin duda a ser recordada como la fecha en la que dicho festival se hizo mayor. El traslado de la sala Apolo al recinto Fabra I Coats resultó ser una apuesta ganadora, y si bien podía echarse de menos la estupenda acústica de la mítica sala, difícil de replicar en un ámbito de techos tan altos, tanto el espacio que ofrecía la Fabra I Coats como su aire industrial la convertían en el sitio ideal para dar cabida a la cita más ambiciosa hasta el momento del Amfest.

En este proceso natural de crecimiento cabe destacar el hecho de que una de las premisas de la organización, como es el cuidado y mimo de su fiel audiencia, no se haya visto mermada en lo más mínimo, logrando que la única preocupación del asistente consistiera en disfrutar de la música (bien, y poner a salvo sus tímpanos en ciertas ocasiones), pues los pequeños detalles que pueden marcar la diferencia estaban perfectamente resueltos: un sonido destacable, ningún tipo de aglomeración (a pesar del sold out), precios razonables en las barras, una buena oferta gastronómica…

El trío de Zarautz Sofa fue el encargado de despertarme de la modorra provocada por un trayecto en metro de punta a punta de la ciudad en hora de sobremesa, y con una guitarra de sonido menos encorsetado que el de su reciente largo II y un notable sentido del humor (nótense títulos como Tope Zatopek o su presentación de una versión de Deep Purple que ni los mismos Deep Purple serían capaces de reconocer), desplegaron un math rock de estructuras complejas que obtuvo las primeras ovaciones de la tarde.

Y si el sonido de los gipuzcoanos ganaba enteros en directo, en el escenario 3, dedicado a los proyectos más experimentales, también pareció enriquecerse en matices melódicos el directo de una Linalab que, parapetada tras un sintetizador modular y con la guitarra al cuello, presentó su acercamiento conceptual al Apocalipsis tejiendo un envolvente tapiz de glitches y ruidismo. Pero sería la jovencísima Eevee, desde el país de los tulipanes y el tabaco exótico, quien más tarde pondría a bailar a los presentes con un despliegue de samples de una elegancia irresistible, partiendo desde terrenos jazzísticos hasta llegar a una electrónica desbocada con reminiscencias a Crystal Castles sin apenas pestañear. Otras propuestas experimentales no cuajarían de igual forma sobre el mismo escenario 3 a lo largo del fin de semana. Así, la reencarnación electrónica de un Jaime L. Pantaleón, padrino espiritual del festival, siempre a la cabeza de la vanguardia (12twelve, Cuzo, Gambardella…) no pareció llegar a conectar con un público más acostumbrado a verle en otros menesteres. Mientras que el delirio noise-techno desplegado por Amsia invitaba más a salir al aire libre y darles un merecido descanso a los tímpanos.
Pero si hubo un nombre que con su definitiva inmersión en la electrónica no terminó de convencer a la audiencia, ése fue 65Daysofstatic. La tarde del viernes se había ido desarrollando con un aumento gradual de la intensidad que debía conducir a una catarsis colectiva orquestada por los británicos, pero nada más lejos de la realidad. Los noruegos Soup habían presentado su destacado Remedies (2017), en una muestra de rock progresivo y psicodelia setentera más disfrutable cuando se paseaban por parajes emocionales cercanos a Sigur Ros que en sus coqueteos con el lado oscuro de la luna. Thermic Boogie, en formato de guitarra y batería y flanqueados por un muro de altavoces y amplificadores que haría las delicias del mismísimo J. Mascis, habían inflamado el escenario a base de un blues-rock sacado de las calderas del infierno; noise, fuzz, stoner rock y así hasta terminar bordeando territorio post-hardcore. Por su parte, los belgas Amenra no habían defraudado las altas expectativas, con una descomunal puesta en escena en la que las proyecciones en blanco y negro acentuaban la atmósfera opresiva de su post-metal en temas como Plus Près de Toi (Closer to you) o Daiken. Mientras que Mutiny on the Bounty habían terminado de poner al público en el punto perfecto de ebullición con una de las actuaciones más festivas de la jornada: math rock, tapping, loops electrónicos entrelazados con líneas solapadas de guitarra… y un gran clímax final con Mapping the Universe. De este modo, todo estaba listo para que 65Daysofstatic pusieran el broche final. Sin embargo, su nuevo proyecto Decomposition Theory Show pasó sobre los presentes como una lengua de hielo, dejando helados a la mayoría con una propuesta más próxima a los parámetros electrónicos de Death in Vegas que al post-rock que los había encumbrado. Y no es que la puesta en escena de los de Sheffield careciera de interés, sino más bien el halo de decepción que se extendió entre el público pudo haber derivado simplemente de una cuestión de expectativas incumplidas. Sea como fuere, aquellos que optaron por no abandonar el barco tuvieron la oportunidad de venirse arriba en un jovial final de fiesta a cargo del tropicalismo delirante y enérgico de los locales Playback Maracas.
No todo fueron sinsabores, ni mucho menos, en la apertura estilística de la presente edición, y durante la comprimida jornada del domingo brillaron dos nombres con luz propia. Por un lado, el festival se apuntó un tanto equivalente a un 3+1 en términos baloncestísticos al contar con la presencia, por primera vez en España, de Emma Ruth Rundle. Y es que, aun sonando a palabras mayores, si fuera necesario comenzar a buscar una sucesora al linaje Patti Smith-PJ Harvey en el trono de gran dama del rock, la candidatura de la de Kentucky contaría con numerosos adeptos, cosa que se vería refrendada por un directo en el que la figura magnética de la americana y la profundidad de su voz capitanearon un set de tensión controlada con destacados fogonazos como Protection. A su vez, los veteranos The Notwist volvieron a deslumbrar, más de una década después de su última visita, con una brillante puesta en escena en la que el juego de luces no hacía sino subrayar el despliegue con alma de indie-rock y pulsación electrónica de tintes Krautrock de los alemanes sobre el escenario, y es que cortes como Pick Up the Phone son de una infalibilidad universal. Por otra parte, el inicio de la jornada del sábado había venido de la mano de Owen, proyecto en solitario de Mike Kinsella, líder de American Football. Acompañado únicamente de guitarra acústica y una voz penetrante, presentó su reciente The King of Whys en un set íntimo y emotivo en el que los arpegios limpios y detallistas hacían olvidar los arreglos de cuerda del álbum. Sin duda uno de los momentos más especiales del fin de semana, gracias también a la complicidad de un público respetuoso que se vió recompensado con una versión final de Never Meant de American Football. Pocas veces habrá cobrado tanto sentido la expresión “la calma que precede a la tormenta”.

Y es que de tormenta se podría calificar a lo que vino después sobre el escenario, con Mono como nombre más destacado. Los japoneses abrieron con la reciente After You Comes the Flood, y a partir de ahí desataron un torbellino sonoro centrado en temas inéditos de su inminente décimo álbum hasta culminar en un final catártico con la épica Ashes in the Snow, cumpliendo con creces las expectativas de sus numerosos seguidores. Por su parte, Toundra incendiaron el escenario con una actitud más hardcore-punk de lo habitual y un enérgico set en el que repasaron casi toda su discografía y en el que destacaron temas como Bizancio, Magreb o una potente Cielo Negro de final frenético.

Texto: Sergio Rodríguez / Álvaro Antípodas
Fotografías: WasFoto?

23/10/2018
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