Ya está, ya te acabaste, año enfermo, lisiado y en los últimos meses herido de muerte. Apenas acabas de salir por la puerta y ya estoy revisando todas tus cosas, tus pulseras y programas, vídeos y fotografías. Es cierto que hubo momentos mágicos, pero no lo es menos que en ocasiones te portaste como un auténtico canalla. Desde hoy mismo tus subidas de impuestos imposibles, festivales aplazados y cierres de salas son pasado. Creímos que al hundimiento de la industria musical solo podía seguir el auge de los festivales y la música en directo. Y así fue hasta que llegaste tú con tu crisis, y cual pájaro de mal agüero comenzaste a graznar cancelaciones, recortes, cierres y huidas. Por eso, no esperes besos de despedida ni lágrimas en la mejilla.

Ahí te quedas con tus mujeres, que de forma general te trataron mal. O igual fuiste tú el que las trataste mal a ellas. La excepción fue una tal Elisabeth Grant, una pija gansgta fascinada por Hollywood, el sadcore y los videojuegos cuya voz sedosa y labios kilométricos hicieron de alfombra roja a tus fantasías; sigues rindiéndote a su actuación en el Sónar, en mi opinión no hay para tanto. Por lo demás, todo fueron fracasos: los desequilibrios emocionales de Chan Marshall la llevaron a dejarte tirado en el altar del Primavera Club... algo tendrás que ver. Más nombres: Florence Welsch, de Florence And The Machine, se quedó directamente sin voz, dejando a los fibers sin uno de sus cabezas de cartel. Lo mismo pasó con Bjork en el Primavera, aunque visto lo visto en Santiago dudo que te hubiese satisfecho. Y qué me dices de la joven Claire "Grimes" Boucher, creadora del artefacto electrónico más fascinante del año, ese mismo que en el Primavera Sound no acabó de despegar debido a problemas técnicos, o un problema de tínitus, o eso que por aquí llamamos “falta de tablas”, que también.

Cuando los problemas de credibilidad se cernían sobre tu reputación, recurriste sin dudarlo al auxilio de viejos amigos, esos que nunca fallan. Jeff Tweedy y los suyos volvieron a hacer alarde de un directo impecable, mientras que Michael Gira y sus cisnes siguieron transitando por la senda de la brutalidad sónica, esa que te golpea una y otra vez hasta que quedas espiritualmente entumecido. También la diva del rock Patti Smith demostró mantener intactos todos sus principios musicales y vitales, llegando incluso a aplazar su actuación en Madrid y a manifestarse por las calles de Madrid... todo el mundo comenzaba a odiarte. Los Planetas negaron durante dos horazas el fin del mundo que los mayas te habían vaticinado, tirando de un repertorio de los que casi te hacen tocar el cielo. Y digo casi, porque si una banda nos hizo tocarlo esa fue The Cure, que ofrecieron la que para muchos ha sido la mejor actuación festivalera del año, peticiones de canonización para Robert Smith incluidas. Tres horazas de concierto, carisma, ejercicio de nostalgia repleto de singles y fondo de armario que dejó satisfecho a incondicionales y neófitos.

En tu carta de despedida me decías que el Azkena 2013 tendría una duración de 2 días en vez de tres, dejando mutilado al auténtico referente rock de este país, el que nunca nos había fallado. Cuesta entenderlo. No será porque el listón del rock y el metal bajase un ápice: Metallica llegaron a nuestro país inmersos en la gira del 20 aniversario del "Black álbum". Su repertorio incluyó los doce temas del disco homenajeado, además de otros clásicos como "Battery", "One" o "Seek And Destroy". Sin duda, un concierto para el recuerdo. Slayer, al igual que Metallica, descargaron toda su furia en el Sonisphere. Jeff Hanemann, guitarrista, miembro fundador y uno de los máximos compositores del grupo, no pudo estar presente debido a la picadura de una araña que a punto estuvo de costarle la vida. Lynyrd Skynyrd tocaron como cabezas de cartel, el tercer y último día del Azkena. Con un llenazo absoluto, dejaron claro porqué son los abanderados del rock sureño: "Gimme three steps", "Call me the breeze" y, sobre todo, "Sweet home Alabama", "Simple man" y "Free bird", que Johnny Van Zant dedicó a su hermano Ronnie, hicieron ondear banderas confederadas y derramar más de una lágrima de emoción.

Como ves, todos mis reproches se entrecruzan con instantáneas de pura felicidad. Hubo más: Beach House se enfrentaron con su dreampop impoluto al desamparo del escenario Mini en el Primavera Sound. Ozzy Osborne se presentó en el Azkena sin Black Sabbath, pero estuvo más dinámico -o menos cansado- que en su actuación del anterior año. The XX redundaron en su valiente propuesta del menos es más y extasiaron al personal. My Morning Jacket y su directo compacto y poderoso, Hank Williams III y su paseo entre el bluegrass y el metal, Hot Chip y The Rapture como soluciones de continuidad frente a la notable ausencia de LCD Soundsystem. O la infecciosa felicidad para las masas de unos M83 en el olimpo de los dioses. O Amon Tobin, que nos dejó la boca abierta con su espectáculo ISAM recordándonos de paso que el futuro de la música electrónica pasa por su interacción con las artes visuales (insertar aquí aplauso para el Sónar, el LEV y el Mutek). Y Sigur Ros, que durante hora y media transportaron a los asistentes al Dcode Festival a un espacio emocional de otro planeta: asombrosos.

Podría seguir durante horas, pero prefiero dejarlo aquí. Así que ya está, ya te acabaste. Hoy cierro la última página de ese álbum de fotografías. Hay muchas otras que no recuerdo o no quiero recordar. Volveré sobre ellas con una mezcla de nostalgia y rencor para recordar todo lo que fue y todo lo que pudo ser, como hago siempre.

01/01/2013
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Todos los Festivales.
Un solo Escenario.