Se respiraba a Resu por todos los rincones de Viveiro. Los carteles a la entrada del pueblo, los Dropkick Murphys sonando en los altavoces repartidos por todo el casco antiguo, los taxis saturados desde medio día, la camiseta en apoyo al festival de la farmaceutica o del señor que te servía una caña… Todos anunciaban que la 13 edición del festival ya estaba en marcha y que prometía ser inolvidable. ¿Queréis saber si así fue? Vamos a ello.

JUEVES

El sol calentaba de lo lindo cuando nos acercábamos al recinto. Como en ediciones anteriores la recogida de las pulseras y el acceso al interior no nos llevó más de diez o quince minutos, tiempo record si tenemos en cuenta los follones acontecidos en otros festivales ese mismo fin de semana. Las instalaciones del interior, muy similares a las del pasado año, incluían como principal novedad el punto lila. Imprescindible en los tiempos que corren, sirve como lugar de denuncia en caso de agresión machista.

Colocados al lado izquierdo del Main stage, casi tocando la valla, daba comienzo el concierto de Overkill. Pioneros del thrash metal y con casi cuarenta años de carrera a sus espaldas, siguen siendo una apuesta segura. Como única pega, el exceso de graves (insoportable para unos cuantos que prefirieron irse) que afortunadamente se solventó en el cuarto tema. Mención especial merece el vocalista Bobby Ellsworth, que se mantiene en plena forma (en el más amplio sentido de la palabra) y la virtuosa guitarra solista de Dave Linsk. Resultó llamativa la forma que tenía Ellsworth de desaparecer del escenario cada vez que Linsk interpretaba uno de sus solos para no robarle protagonismo, beber unos sorbos de agua, “vapear” o simplemente descansar. Seguidamente, después de esperar su entrada de la misma manera que un corredor espera el disparo al aire en la línea de salida, corría para llegar justo a tiempo al micro. Por parte del público la respuesta fue espectacular: chavalería ovacionando entre tema y tema al grito de “¡Overkill, Overkill!” con multitud de “cuernos” en alto, coros constantes a himnos del grupo tales como "RottenTo The Core", "In Union We Stand" o "Elimination"… Muy grandes.
Unos minutos después y sin movernos del Main Stage, salieron a escena Anti-Flag. Festivos a más no poder, consiguieron hacernos bailar y saltar con su punk rock desde la primera canción, demostrando una capacidad increíble para conectar con el público. Con las voces repartidas entre guitarra y bajista, destacó la interpretación de este último que disfrutó del show de una manera realmente contagiosa.

El solape con Rolo Tomassi me hizo abandonar el concierto antes de que finalizara. Así que en una carrera atravesé el festival de punta a punta para llegar al Desert Stage. Inaugurado la pasada edición, este escenario es uno de mis favoritos. Muy pequeño (como el que te puedes encontrar en una sala), alberga sonidos novedosos y permite ver los conciertos de una manera mucho más cómoda e íntima.

El show de los británicos supuso para el que escribe una de las sorpresas de la jornada. Imprescindible su carismática vocalista Eva Spence y muy atractiva la propuesta musical del grupo, que va desde el post hardcore/metal al rock progresivo. Me gustaron mucho “Rituals” y “Funereal” con Eva desgañitándose en las voces, y “A Flood Of Light”, mucho más melódica y orientada al post metal. El otro hermano Spence, James, también asumió parte del protagonismo en escena compartiendo en ocasiones la parte vocal con su hermana, así como todo lo referente a los teclados y sintetizadores. No puedo dejar de mencionar lo mucho que me gustó la forma que tiene Eva de interpretar las canciones con voz dulce, gráciles contoneos y bailes en las partes más lentas y voces desquiciadas, con movimientos al más puro estilo hardcore, en las más agresivas. De lo mejor del festival.

Largo tiempo se lleva reclamando la presencia de Corey Taylor en el Resu. De momento no ha podido ser con Slipknot, pero al menos los fans del venerado vocalista norteamericano han podido desquitarse con Stone Sour. Con un despliegue visual y pirotécnico importante, la banda se despedía de su gira europea en Viveiro con un show técnicamente impecable: sonido impoluto, muy buenos músicos y un frontman al que se le notan las tablas. Para mi gusto diría que son excesivamente melódicos e inofensivos. Aún así, temas como “Absolute Zero”, “Tired” o “RU486” desataron pasiones, emociones (e incluso lágrimas) entre alguna que otra fan.

Nuestra primera vez en el Ritual Stage resultó ser todo un éxito. The Baboon Show supieron meterse al público en el bolsillo desde la primera canción con una actitud punk setentera desbordante. Sobre todo su vocalista Cecilia Boström que, enfundada en unas mallas de tirantes con los pezones tapados por sendas cruces de cinta adhesiva, parecía una explosiva mezcla entre David Bowie, Iggy Pop y Cherie Currie. “Radio Rebelde”, “Me, Myself and I” y “Tonight” sonaron atronadoras en boca de Boström, que no paró en ningún momento de correr por el escenario y de acercarse a cantar con las primeras filas.

De vuelta al Main Stage tocaba degustar el plato fuerte del jueves: Ghost. Ataviado con un chaqué y una máscara de señor con bigote (sigo prefiriendo la indumentaria del Papa con la túnica y la mitra) Tobias Forge presentaba a Viveiro al Cardinal Copia, su nuevo alter ego. La escenografía usada para la ocasión era impresionante, con un telón de fondo que simulaba tres vidrieras y un escenario con dos alturas. Me gustó mucho “Rats”, primer single de su nuevo disco, pero he de reconocer que fueron sus temas más clásicos los que me hicieron cantar a grito pelado: “Ritual”, “From The Pinacle To The Pit”, “Cirice” (qué temazo, oiga), “Year Zero” (saliendo llamaradas al mismo tiempo que gritábamos Hail Satan), la maravillosa “He Is”, “Mummy Dust”, “Square Hammer” (que es ya un himno y puso patas arriba el festival) y “Monstrance Clock” (con miles de almas cantando aquello de come together, together as one, come together for Lucifer son) que sirvió como bis y cierre del concierto. Ghost han llegado para quedarse, amig@s.

Y qué mejor forma de dar por concluida la jornada que con At The Gates en el Ritual Stage y ese death metal melódico con denominación de origen del que ya he hablado en anteriores ocasiones. Con su nuevo disco, “To Drink From The Night Itself”, recién salido del horno, los suecos gozaron de uno de los mejores sonidos que pude escuchar en el festival. Entre mis temas favoritos la ya clásica “Blinded By Fear” y el temazo que da nombre a su último trabajo. ¿La pega? Que el cansancio, ya considerable a esas horas, no me dejó disfrutar del concierto tanto como hubiese deseado.

VIERNES

El viernes llegamos al recinto un poco antes del comienzo de la actuación de Megadeth (que se había adelantado por temas de organización), uno de los grandes atractivos de la jornada. Después de cuatro años la banda californiana volvía al Resu con nuevo guitarrista, nuevo batería y un Mustaine en horas bajas. A pesar de la mala fama que arrastra el carácter del músico, éste se mostró afable con el público: nos informó de que el de Viveiro era el último concierto de la gira, que estaba encantado de estar de vuelta y varias veces se interesó por saber si lo estábamos pasando bien. El problema estuvo en las dificultades que el vocalista tuvo para cantar la mayor parte del repertorio, siendo Kiko Loureiro lo más destacable del show, salvando el concierto con su vitalidad en el escenario y su buen hacer a las seis cuerdas. A pesar de todo, siempre es un regalo poder disfrutar de himnos como “Take No Prisoners”, “Peace Sells”, “Symphony Of Destruction” o “Holy Wars… The Punishment Due” en directo.
Lo que hicieron Suffocation en el Ritual Stage fue harina de otro costal. Absolutamente arrolladores y con un sonido casi perfecto (los solos de Terrance Hobbs no siempre se escuchaban todo lo bien que debieran) consiguieron dejar atrás el regustillo amargo del show de Megadeth con las primeras notas de “Thrones Of Blood”. Resulta difícil decir si temas nuevos, como “Clarity Through Deprivation” o “Return To The Abyss” tuvieron más éxito entre el público que clásicos como “Effigy Of The Forgotten”, porque la pasión puesta en los pits fue siempre tremenda. Mención especial merece la aportación tan especial que da la tremenda presencia del bajo de Derek Boyer a la música del grupo en los directos. Death metal del bueno.
El primer solape doloroso del día tuvo lugar entre Leprous y Monolord. A los primeros ya los había visto anteriormente, así que decidí decantarme por el sonido oscuro del doom/stoner de los suecos. Y sí, oscuro es el adjetivo más apropiado para la música de este trío procedente de Gotemburg, que principalmente basó su setlist en “Rust”, su último trabajo de estudio. El juego de luces y la cadencia de los riffs lentos y pesados (cuanto bien ha hecho Black Sabbath a la música) de temas como “Where Death Meets The Sea” o "Forgotten Lands" conseguían atraparte en una atmósfera de la que no querías salir. Sirva esta actuación como aperitivo de la gira que los traerá de nuevo a la piel de toro a finales de año junto con Kadavar. Apuntadlo en vuestra agenda.

Los prejuicios que tenía sobre Scorpions (seguro que tocan todas las lentas, ya están mayores, a saber cómo tiene la voz el septagenario de Klaus Meine…) se diluyeron al poco de empezar el concierto. Con un espectáculo tremendo de luces y un público de edad superior a lo habitual en el Resurrection arrancaba entre vítores “Going Out With A Bang”. Le siguieron los clásicos “Make It Real”, con una bandera de España en la enorme pantalla que tenían de fondo, y un medley con "Top of the Bill", "Steamrock Fever", "Speedy’s Coming" y "Catch Your Train". Con “Send Me An Angel” y “Winds Of Change” comenzó la parte del show más celebrada por el público. Muy bueno el alto en el camino que hicieron para interpretar, a modo de homenaje a Lemmy, el “Overkill” de Motörhead. Éste sirvió también como introducción al solo de batería de Mickey Dee (ex de Motörhead) que lo elevó (literalmente) a los cielos. Finalizaron con los clásicos “Blackout” y “Big City Nights”, para volver en los bises con las archiconocidas “Still Loving You” y “Rock You Like A Hurricane”, que pusieron punto y final a un conciertazo para mí totalmente inesperado.

El segundo solape que me dio que pensar fue el de Crowbar y Paradise Lost. Al igual que en el anterior, dejé que las dos veces que he visto a los de Kirk Windstein dieran ventaja a la mítica banda de Halifax, así que nos cambiamos del Main al Ritual Stage justo cuando empezaba el concierto.

Envueltos en una casi permanente luz rojiza, Paradise Lost repasaron gran parte de su carrera haciendo, tal vez, un poco más de hincapié en “Medusa”, su último disco, con temas como “Blood And Chaos”, “From The Gallows” o “The Longest Winter”, que fue una de mis favoritas de todo el show. Viajando un poco más atrás en el tiempo quisieron recuperar la pegadiza “Mouth”, que Nick Holmes cantó una gran melodía vocal y que sigue sonando tremendamente actual. De entre los temas más clásicos me gustaron sobretodo “Shadowkings”, perteneciente a “Draconian Times”, disco polémico en su día por suponer el salto de la banda a un estilo más accesible y “As I Die”, que Holmes cantó de forma más melódica de lo habitual.

Quisimos despedir la jornada en un Desert Stage repleto con God Is An Astronaut. Sentado en la hierba y en un ambiente mucho más relajado, no me costó meterme de lleno en la música de los irlandeses. Máximos representantes del post rock europeo, presentaron su recién estrenado “Epitaph”, tocándolo prácticamente íntegro y siendo “Mortal Coil” mi favorita de entre todos ellas. Si nos referimos a sus canciones más clásicas, me quedo con la languidez y sensibilidad de “Frozen Twilight” y “Fragile”, que iban perfectas con mi estado de ánimo a esas horas de la madrugada.

SÁBADO

Qué mejor forma de empezar el sábado que con Frank “Terremoto” Carter & The Rattlesnakes. Ampliamente conocido por haber sido vocalista de Gallows, la andadura en solitario de Carter no está exenta de éxito. Con dos discos editados en tan solo tres años, la banda es conocida por saber llevar su hardcore/punk al directo de una manera soberbia. Gran parte de la culpa es de su líder y vocalista, que en su primera visita al Resurrection dejó a todos los asistentes con la boca abierta por su desbordante carisma y su capacidad de hacer que los espectadores sean también protagonistas del show. En esta ocasión la banda actuó en el Main Stage, algo que, paradójicamente, creo que les perjudicó. Teniendo en cuenta que Carter siempre busca el contacto con el público, un escenario más pequeño le habría facilitado las cosas y a la vez habría hecho más vistoso el concierto. No me entendáis mal. El show fue un fiestón absoluto: el tipo organizó el circle pit más grande de la historia, el crowd surfing no cesó en todo el concierto… pero insisto en lo dicho antes.

Centrándonos en el concierto, Carter no quiso esperar y ya con “Juggernaut”, el primer tema, se acercó a las primeras filas para adentrarse de pie entre el público. Otra de las partes más destacables fue cuando quiso dedicar “Wild Flowers” a las mujeres allí congregadas, a la vez que pedía respeto para todas ellas. También los Resukids (el extraordinario servicio de guardería del festival) fueron partícipes de espectáculo y, entre aplausos y vítores, disfrutaron de unos minutos sobre el escenario. El concierto terminó con “I Hate You”, que fue dedicada a la persona que cada uno más odiara y que acabó con todo el respetable coreando su traducción al castellano. Osea, “te odio”.

Igorrr es un proyecto personal del artista francés Gautier Serre. Su propuesta musical es de lo más extravagante: black metal, música electrónica, voces operísticas… extraña combinación que llevada al directo podría resultar interesante. Nada más lejos de la realidad. Serre se presentó en el escenario caracterizado como una especie de macho cabrío satánico totalmente ridículo. Una soprano (muy capaz, eso sí), un tipo a la batería y un Dj completaban su acompañamiento musical. Iban pasando los temas, a cual más delirante, y cuando pensaba que el esperpento no podía ser mayor, al black metal/electrónico/sinfónico de los franceses se le unieron bases de tango (!) que el macho cabrío acompañó de un largo headbanging.
Antes de que me explotara la cabeza decidí volver al Main Stage y coger un buen sitio para Prophets Of Rage, la superbanda formada por miembros de Rage Against The Machine, Public Enemy y Cypress Hill. El combo de músicos encaja a la perfección y ya desde “Prophets Of Rage”, tema que da nombre al grupo, no pude dejar de saltar y cantar. Chuck D y B Real funcionaban muy bien a las voces, pero cuando llegaron “Testify”, “Guerrilla Radio”, “Bullet In The Head”, “Bulls On Parade”... resultó inevitable echar en falta la presencia escénica, el carisma y la voz de Zack de la Rocha. Como no podía ser de otra manera, el presidente estadounidense también tuvo su momento de gloria cuando B Real nos invitó a mandar a Donald Trump a “la chingada” en el inicio de “Hail To The Chief”. Tremendos los “duelos” entre la guitarra de Tom Morello (qué grande es este hombre) y los samplers de Dj Lord, al más puro estilo Lord/Blackmore. Y fantásticos también los covers de Public Enemy, con “Insane In The Brain” o “Bring The Noise”, y Cypress Hill con “How I Could Just Kill a Man” y todo el Main Stage cantando, con la mano en alto, a ritmo de rap. Aunque la catarsis llegó con la inevitable “Killing In The Name”, que Frank Carter subió a cantar con el grupo, para acabar lanzándose a las primeras filas.

Harakiri For The Sky resultaron ser otra de las sorpresas del festival. Procedentes de tierras austriacas practican un post black metal (últimamente todo lo que lleva el prefijo “post” me sabe a gloria) que combina a la perfección deliciosos riffs y melodías casi góticas con la brutalidad de las voces guturales y los blast beats. Debido a su larga duración (ocho minutos de media), cada tema es un mundo de tonalidades sonoras, dando lugar en ese espacio de tiempo a multitud de cambios en la estructura de la canción. Me encanta también la capacidad que tienen para crear esas atmósferas absorbentes que inducen a cerrar los ojos y seguir con la cabeza el ritmo de la música. Si tenéis la oportunidad de verlos en directo no os los perdáis.

Hacía ocho años que no veía a Kiss en directo y tenía cierto temor por la voz de Paul Stanley. Ya en aquella época le fallaba de manera importante, así que no sería extraño que la cosa hubiera ido a peor. Con este pensamiento en la cabeza se empezaba a escuchar aquello de “you want the best, you got the best...”. Acto seguido cayó el enorme telón que tapaba el escenario para ver bajar a la banda, entre explosiones, en una plataforma. Arrancaron con “Deuce” (clásico entre clásicos) y un Gene Simmons que puede decirse que aún mantiene el tipo. Le siguió “Shout It Out Loud” y mis peores sospechas se confirmaron: Stanley ha perdido la voz por completo. Me encantaba la canción y “Destroyer” es uno de mis favoritos de la banda, así que me propuse disfrutar del show igualmente no sin cierta pena de ver al Starchild en semejantes condiciones. El concierto mantuvo el patrón habitual de espectáculo con un Simmons escupiendo fuego en “Firehouse”, vomitando sangre a ritmo de bajo y “volando” de forma espectacular a una plataforma elevada para interpretar “God Of Thunder”. Tommy Thayer y Eric Singer también estuvieron a la altura. El primero demostró ser un gran guitarrista, teniendo también su parte de espectáculo con la pirotecnia de su guitarra. Pero fue Singer el que me hizo disfrutar de verdad con “Black Diamond” (adoro esa canción) y una interpretación realmente admirable. “Lick It Up” y “I Was Made For Lovin’ You” fueron de las canciones más coreadas por el público, tras las cuales Stanley se lanzó en una tirolina, pasando sobre nuestras cabezas, a una plataforma justo en frente del escenario para interpretar lo mejor que pudo “Love Gun”. Y digo lo mejor que pudo porque fueron los coros de Simmons y Thayer los que salvaron mínimamente la canción. “Cold Gin”, de su primer trabajo, volvió a ponerme la pilas con un Simmons pletórico. Pero fue con “Detroit Rock City” y “Rock And Roll All Nite” donde tiraron la traca final, tanto musical como pirotécnicamente hablando, amén de la lluvia de confeti que sirvió para despedir un show estupendo y muy divertido, en lineas generales.

Una vez terminado el show y el bocata que me sirvió de cena, decidí abandonar el recinto y despedirme del festival hasta el año que viene.

Long live Resurrection Fest!

Texto: Ash Campbell
Fotos: Luis García

27/07/2018
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