Biografía

Cuán cierto es eso de que existe un french touch. Los tópicos están ahí por algo, no se los inventó Santa Claus un buen día y los esparció entre la humanidad porque estaba aburrido en Laponia. De hecho, en un momento en que esta expresión parece haber perdido fuerza, sellos como Ed Banger y soldados como Breakbot se están encargando, con notable éxito por cierto, de recordarnos que sí, que nuestros vecinos tienen algo que les hace perfectamente reconocibles cuando se trata de cocinar música electrónica.

El parisino Thibaut Berland ha demostrado su afiliación a la causa en sus ndiferentes publicaciones. Su pasión por los sintetizadores y el disco-funk es obvia pero también presenta una inclinación hacia el pop de silicona, en detrimento de la pezuña pistera. Hay más suavidad. Hay más terciopelo. Superada la treintena, Breakbot ha encontrado su voz surfeando, barba y pelanas al viento, sobre olas de baterías electrónicas, teclados pegajosos, estribillos dulzones y voces invitadas que ora tiran de falsete amariposado ora tiran de susurro sensual. Una lluvia de melodías sintéticas que se deslizan por el gaznate del oyente como la aceituna de un Dry Martini, y se muestran perfectamente cinceladas en el estudio por el francés.

Que nadie tire los tejanos descoloridos Closed, por favor. Su música suena a los años 80, huele como los 80, brilla como el fijador de pelo de los 80 y sube como la coca de los 80. Los referentes pop de la época saltan en nuestra cara como granos de maíz en la sartén: Michael Jackson, Wham!, Spandau Ballet… Y vamos para bingo. Los que ansían movimiento, por otra parte, deben saber que en las piezas más afines al calor del dancefloor, el tipo se muestra como un sensei del french disco funk.

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